Tabarnia: ¿Por qué lo llaman independentismo cuando es nacionalismo?
El secesionismo catalán ha intentado vender su causa al exterior omitiendo el término nacionalismo debido al rechazo que genera
28 diciembre, 2017 00:00El fenómeno sobre una eventual independencia de Tabarnia respecto a Cataluña ha hecho aflorar las contradicciones del nacionalismo catalán. En los últimos años, desde el Diplocat y otras plataformas del Govern se ha intentado vender la causa secesionista como algo alejado del nacionalismo convencional.
El rechazo que genera en Europa y el encasillamiento a la derecha que supone esta ideología ha propiciado que desde las instituciones gubernamentales catalanas se haya buscado otras fórmulas para ser más transversal dentro de Cataluña y, al mismo tiempo, tratar de ganar simpatías de cara a la comunidad internacional.
No obstante, los argumentos promovidos por el nacionalismo catalán para escaparse de este concepto evidencian que, en el fondo de la cuestión, lo que caracteriza el movimiento sigue siendo el nacionalismo y la creencia de una nación preexistente a la legalidad vigente. El supuesto derecho a decidir que tendría cualquier comunidad humana que lo desee sería solo una cortina de humo.
Voluntad de ser nación
El nacionalismo catalán ha recurrido a menudo a la “voluntad de ser nación” para poder definirse como nación más allá del concepto “nacionalidad” con el que la Constitución española define a las comunidades históricas como Cataluña, el País Vasco, Galicia y Andalucía.
Si solo fuera una cuestión de voluntad, cualquier grupo humano que se identifique con unas costumbres compartidas podría ejercer esta voluntad. En este contexto, también esta nueva idea de Tabarnia, los territorios de Barcelona y Tarragona donde viven 6,1 millones de la población de Cataluña y que han votado mayoritariamente fuerzas constitucionalistas, podría tener la voluntad de ser nación independientemente de Cataluña.
Pancatalanismo
Otro de los aspectos que más relaciona al secesionismo catalán con el nacionalismo clásico es el pancatalanismo. Uno de los partidos que dice “no renunciar” a la creación de los Països Catalans es la CUP, socios de gobierno de Junts pel Sí hasta la última legislatura.
La creencia de una nación catalana que engloba la Comunidad Valenciana, las Islas Baleares, parte de Aragón, parte del sur de Francia y el Alguer, en Italia, es una noción de nacionalismo basado en el imperialismo de la época de Jaime I El Conquistador cuando estos territorios eran de dominio español.
Uno de los ejemplos más controvertidos que retrotraen a esta idea es el Lebensraum del Tercer Reich, que significa en alemán “espacio vital” y que abarcaba los territorios como Austria, parte de Polonia, Ucrania y República Checa para conformar la “gran Alemania”.
¿Derecho de autodeterminación?
El derecho a la autodeterminación ha servido para distanciarse de los argumentos que insisten en el hecho de unos supuestos derechos preexistentes anteriores a la legalidad vigente.
Esta argumentación, no obstante, se ha demostrado falaz. El ex secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-Moon excluyó Cataluña de los “territorios con derecho a la autodeterminación” al no haber sido nunca una colonia sino una parte de España en la que sus ciudadanos han gozado siempre de los mismos derechos que el resto de ciudadanos del Estado y han contribuido en la redacción de la Constitución del 78.
"Somos una colonia"
Las independencias de países como Eslovenia o Estonia, Letonia y Lituania --que a menudo recurre el secesionismo catalán-- se sitúan en un contexto de la desmembración de la Unión Soviética que poco tiene que ver con la España democrática.
Asimismo, los célebres 14 puntos del expresidente de Estados Unidos Woodrow Wilson -- en el que el Colectivo Wilson de profesores universitarios a favor de la independencia de Cataluña basa su nombre-- tiene que ver con el proceso de descolonización que tuvo lugar tras finalizar la Segunda Guerra Mundial para poner fin al Colonialismo, mayoritariamente europea, en África y Asia.
Cataluña, en cambio, se ha beneficiado de los negocios españoles en las excolonias de América Latina y, ya en democracia, los partidos nacionalistas catalanes han participado e influenciado en las decisiones políticas de ámbito nacional.
130 Presidente de la Generalitat
El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont se define en su perfil en Twitter como el 130 Presidente de la Generalitat. Una fórmula que usa el nacionalismo para formar la idea de que las instituciones democráticas de Cataluña son anteriores a la Constitución Española.
Esta supuesta extensa lista de presidentes se extrae de la obra dirigida por Josep M. Solé i Sabaté, Historia de la Generalitat de Catalunya i dels seus presidents, que se remonta al año 1359 cuando supuestamente fue nombrado el primer president. Ahora bien, en las épocas medieval y moderna no se habla de presidentes, sino del diputado eclesiástico de más preeminencia, que presidía los actos oficiales.
Como explica el historiador Joaquim Coll, en realidad, desde el primero en la lista, Berenguer de Cruïlles (1359), hasta el 121, Josep de Vilamala (1714), "no fueron tratados nunca como presidentes, sino como diputados eclesiásticos de la Diputación del General". El historiador Òscar Uceda también ha puesto en evidencia que esa lista no es más que un nuevo invento de la tradición al servicio del discurso nacionalista.
Derechos colectivos frente a ciudadanía
Todos estos discuros tienen como fundamento crear la idea de una nación preexistente al Estado español que pueda justificar la secesión.
Esta noción de unos derechos preconstitucionales y colectivos como pueblo es la base de cualquier nacionalismo frente al concepto de ciudadanía de las sociedad abiertas y plurales, donde son los ciudadanos y no los pueblos los que tienen derechos.
Los 'hechos' del 1 de octubre
Allen Buchanan es uno de los profesores universitarios de Filosofía del Derecho más reconocidos a nivel internacional. Su obra Secesión abunda en los motivos por los que una parte del territorio podría separarse de otra. Entre estos motivos, destacan la “falta de representación” o la “violencia” sobre las minorías.
Pese a que ninguna de estas hipótesis encaja con la realidad catalana, la reacción policial durante el referéndum ilegal del 1 de octubre ha servido al secesionismo catalán para denunciar el uso excesivo de la fuerza como motivo para la independencia unilateral.
Este motivo, no obstante, tampoco ha convencido a la comunidad internacional. Y, con el ejemplo de Tabarnia y la reacción en contra desde el secesionismo catalán, todo parece indicar que lo que subyace es un concepto de nación indivisible que sería Cataluña.