El síndrome de Estocolmo y el periodismo del 'procés'
El CLAC debate sobre cómo ha evolucionado el periodismo en Barcelona con el peligro de caer en la complicidad con el independentismo
6 junio, 2019 00:00El periodismo y Barcelona, una relación marcada por el propio papel de la capital catalana que está a punto de tener un nuevo alcalde o alcaldesa. La labor de los profesionales y la evolución del lenguaje, a partir del cambio tecnológico. Y el proceso independentista como telón de fondo. El Centro Libre de Arte y Cultura, (CLAC) ha querido impulsar un debate sobre cómo se desarrollan los medios de comunicación, con el peligro latente de que los periodistas caigan en el síndrome de Estocolmo.
“Siempre es un peligro, caer supone un problema para la profesión y para los propios profesionales”, señala el periodista Rafael Jorba, en un debate con el director adjunto de Crónica Global Manel Manchón, moderado por el editor y crítico literario Andreu Jaume, en el auditorio del archivo de la Corona de Aragón, que dirige Carlos López.
De la transición al procés
El síndrome de Estocolmo, el peligro del que alerta Jorba, surge tras el debate sobre cómo han abordado los medios de comunicación el proceso soberanista. ¿Ha sido una piel de plátano para que la profesión periodística cayera en una batalla de trincheras? Con dos periodistas de distintas generaciones, Manchón ha considerado que ha habido “un retroceso” en la profesión.
Si en la transición el periodismo trabajó codo con codo con los políticos, porque compartían el objetivo de llevar a España hacia un sistema democrático --y ello era conveniente como ciudadanos y como profesionales--, estableciendo una relación hasta cierto punto insana, eso fue cambiando con los años hasta que cada sector de la sociedad supo ocupar su papel. Pero, en la última década en Cataluña, eso ha vuelto a cambiar. Según Manchón, las nuevas generaciones de profesionales de la información --una parte sustancial-- entendieron que “el proceso independentista se podía asociar a la libertad democrática y que se podía establecer una relación de complicidad con los políticos independentistas, pensando que valía la pena, para cumplir un papel histórico”.
Presos políticos o políticos presos
Según Jorba, si la relación en la transición “pudo ser problemática, con el peligro del síndrome de Estocolmo, eso puede suceder de nuevo ahora”. La solución es que “los medios se ocupen de las ‘cosas’, de las cuestiones del día a día, y cada uno sepa estar en el lugar que le corresponde”, ha indicado Jorba.
Andreu Jaume, que dirige el ciclo de debates Diálogos sobre una crisis, que ha organizado el CLAC en las próximas semanas, con Barcelona como un actor vivo que ejerce su influencia, ha incidido en el lenguaje que se utiliza, en la carga de profundidad de determinados conceptos, como armas arrojadizas. En ese aspecto, entre los asistentes al encuentro se ha suscitado cómo puede suceder que se utilice, sin ningún rubor, expresiones como “presos políticos”, como si se tratara de una óptica determinada. Para Jorba ese es uno de los efectos colaterales del procés, de la “postverdad”, cuando “se sabe, como se recoge en todos los tratados internacionales, lo que verdaderamente significa esa expresión y en qué realidades políticas se produce”.
Cambio de hábitos del lector
El debate ha derivado hacia la responsabilidad de los medios de comunicación y hacia los propios cambios a la hora de elaborar y titular las informaciones. Para Manchón, las nuevas tecnologías tienen un papel fundamental, y condicionan a la hora de establecer prioridades, pero no debe limitar el periodismo: “En medios como Crónica Global la inmediatez de las piezas periodísticas, más cortas, para informar al lector, no está reñida con piezas más elaboradas, largas y reflexivas. Es un menú que el lector agradece, teniendo en cuenta, además, que a lo largo del día ese lector pide cosas diferentes, no pide lo mismo a las ocho de la mañana que a las siete de la tarde, cuando sale de trabajar”. Eso supone la adaptación de los periodistas a unos hábitos diferentes, con informaciones diferentes, en el trato y en la temática, a juicio de Manchón.
Para Jorba, no se debe caer en el “consumo rápido”, en las informaciones sólo para consumir, en el “fast food”, al considerar que existe una responsabilidad social por parte de los medios de comunicación.
Banderas o rampa para discapacitados
Pero, ¿cómo se puede ayudar, desde los medios, a encontrar un espacio común en Cataluña con el objetivo de superar la división que ha provocado el proceso independentista? A juicio de Jorba, se deben buscar ámbitos que interesen a las dos partes: “En una reunión de escalera se puede discutir sobre la bandera que cada uno ha colgado en el balcón, pero también se puede hablar y acordar que es necesario construir una rampa para discapacitados físicos en la entrada de la portería”.
Es decir, ha llegado la hora, a juicio del veterano periodista, que ha trabajado en medios como El Periódico y La Vanguardia, de “dirigir la mirada hacia el gobierno de las cosas”, emulando la frase que pronunció Ortega y Gasset en un discurso al pueblo argentino.