La protesta, más una Diada que una huelga general
Las adhesiones de los trabajadores han sido mínimas, pero los pactos para conseguir festivos retribuidos y eludir problemas de movilidad llevan a un ambiente más festivo
19 octubre, 2019 00:00El independentismo ha vivido este viernes una nueva jornada festiva en Cataluña. Más parecida al ambiente que se respira en las celebraciones de los últimos 11 de septiembre, la Diada, que a un día de huelga general al uso, tal y como indican los propios manifestantes. Los paros convocados por Intersindical-CSC e IAC no tenían un motivo laboral específico y esto ha llevado a que la adhesión de los trabajadores fuera testimonial. Del orden del 4,2%, según Pimec. Pero sí que se ha conseguido frenar factorías como Seat y otros centros de trabajo por la aplicación de medidas de flexibilidad que incluyeron teletrabajo y días retribuidos para eludir el gran problema que se ha vivido en Cataluña en la última semana: la movilidad.
Las Marxes per la Llibertat que salieron el martes de Girona, Berga, Vic, Tàrrega y Tarragona llegaron al mediodía del viernes a Barcelona. El medio millón de asistentes a la iniciativa anunciados por ANC y Òmnium Cultural colapsaron durante 72 horas las principales autopistas catalanas, y esto propició que la mayoría de los privados se adaptaran para evitar problemas.
Transporte, turismo y restauración
Los sectores industriales con producciones just in time sufrieron por la imposibilidad de que las mercancías llegaran en el tiempo previsto a los centros. El transporte ha sido la actividad, junto al turismo y la restauración y el comercio en Barcelona ciudad, más damnificada por las protestas independentistas.
La Confederación Española de Mercancías (CETM) ha cifrado en 25 millones de euros las pérdidas acumuladas en tan sólo tres días. Los datos no incluyen la afectación del viernes, una jornada donde muchos transportistas se quedaron parados en la frontera norte de Cataluña, la que une La Jonquera y Barcelona. Los CDR se organizaron en el pueblo fronterizo para cerrar desde primera hora de la tarde tanto el acceso por la AP7 como la vía alternativa, la N-II. En este caso, a su paso por la localidad de Sant Julià de Ramis.
Consumo energético
El indicador más objetivo para medir el éxito de una huelga es el consumo eléctrico del territorio y según las cifras divulgadas por Foment del Treball a partir de Red Eléctrica, la caída se quedó en el 6,6%. Este dato va en línea con el difundido por el Gobierno, que manifestó que el recorte se quedó en el 7%, y está lejos de la estimación de la Generalitat. El consejero de Trabajo, Chakir El Homrani, afirmó que la reducción había llegado al 10%.
El mensaje del Govern es que el seguimiento de la huelga independentista de este viernes fue masivo y que se llegó al mismo nivel de adhesiones que el primer paro de país en Cataluña, el del 3 de octubre de 2017. Pero ni siquiera sus datos son equiparables a esta fecha. La caída del consumo eléctrico llegó hace dos años al 11,5%.
Malestar sindical
Todo ello, en una jornada en que el propio El Homrani aseguró que las huelgas modernas eran diferentes a las que tenían lugar “en los años 80” porque muchos de los que se sumaban optaban por tomar un día de fiesta o de asuntos propios en lugar de notificar la decisión a la Seguridad Social. Esta declaración ha causado malestar en los sindicatos mayoritarios, cuyos afiliados han criticado de forma abierta que se “banalice” el derecho de huelga en estos términos. Además, CCOO y UGT de Cataluña han reiterado que no se han sumado a la convocatoria de Intersindical-CSC e IAC.
Con todo, los propios manifestantes que se sumaron a las marchas hasta Barcelona fueron bastante laxos en la cuestión del consumo. Muchos optaron por llevar su propia comida y agua para cubrir toda la distancia, pero también muchos otros entraban en los comercios que estaban abiertos tanto en las entradas en la capital catalana como en el centro.
Nueva joranda de violencia
Además, Renfe ha tenido que regular los accesos a la estación Rodalies de plaza Catalunya tras el fin de la manifestación por el aluvión de personas que querían llegar a las vías y tomar un tren de regreso hacia casa. No hubo problema en este sentido en cuanto a circulación de convoyes, ya que la adhesión de los maquinistas y el personal ferroviario a la huelga política fue testimonial. Algo parecido a lo sucedido en los Ferrocarriles de la Generalitat (FGC) y el Metro de Barcelona, donde los servicios mínimos se cumplieron a rajatabla.
Al final, el 18-O fue otra jornada festiva para el independentismo catalán hasta bien entrada la tarde. Las nuevas acciones de grupos violentos marcaron por quinto día consecutivo el final del día en Barcelona.