El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del PP, Pablo Casado / EFE

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del PP, Pablo Casado / EFE

Política

La envolvente de Sánchez y Casado que aterroriza al independentismo…y a Rivera

El líder del PSOE lanza un ataque directo al soberanismo, con la idea de que podrá lograr la investidura con una abstención del PP

6 octubre, 2019 00:00

El ataque de Pedro Sánchez al independentismo, formulado este sábado en La Toja, en el Foro Atlántico, no fue casual. En el cónclave, que ha reunido a académicos y empresarios, y que tuvo el momento central en el encuentro entre Mariano Rajoy y Felipe González, se ha forjado un acercamiento entre el PSOE y el PP, con la convicción de que el nacionalismo catalán debería quedar fuera de cualquier fórmula para la gobernabilidad de España. Fuentes empresariales sostienen que esa ha sido la “principal lección”, con dos damnificados: el propio independentismo, que dejó escapar la oportunidad de aprobar los presupuestos de Sánchez, y Albert Rivera, que este mismo sábado, ahora, propone un acuerdo con los socialistas tras el 10N.

Lo había señalado un referente del independentismo en todos estos años, el columnista Francesc-Marc Álvaro: lo peor que le podía suceder al movimiento es un acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos que diera al traste con la influencia de los diputados independentistas en el Congreso. Ese era el temor de hace unos meses. Sin embargo, Rivera dejó escapar la ocasión, aunque hubiera sumado 180 diputados con el PSOE. El contexto, en estos momentos ya es otro. “El posible acuerdo entre Sánchez y Casado todavía está verde, pero hay elementos que indican esa evolución”, señala una fuente del PP.

Pedro Sánchez, entre Núñez Feijóo y Josep Piqué, en el Foro Atlántico de La Toja / EFE

Pedro Sánchez, entre Núñez Feijóo y Josep Piqué, en el Foro Atlántico de La Toja / EFE

Sánchez, muy atento a la sentencia

¿Qué ha ocurrido? La misma fuente empresarial indica que en La Toja, en el hotel de Hotusa, que preside Amancio López, bien conectado con el mundo del PP, los enojos y anhelos se han distribuido de la siguiente manera: “el cabreo es mayúsculo respecto a Rivera, por no aprovechar la ocasión, y el deseo es que los nacionalistas no tengan participación en la política española”.

¿Por qué? Fuentes socialistas señalan que Pedro Sánchez no ha variado su forma de entender la política española ni su relación con los partidos independentistas. El cambio lo ha protagonizado el propio independentismo, que no deja de lado, de una vez por todas, la posible vía unilateral. Esa idea “acongoja” a Sánchez, porque teme que, tras la sentencia por el caso del 1 de octubre, se produzca una “situación insostenible en Cataluña”, que le desborde. Ante eso, quiere curarse en salud, y no ha dejado de apelar al 155, pero, principalmente, a la Ley de Seguridad que implicaría el control de los Mossos d’Esquadra.

Abstención y presupuestos

En ese camino Sánchez se ha encontrado a Pablo Casado, con quien mantiene una “buena relación”, a diferencia de la que ha experimentado con Albert Rivera. Los dos están dispuestos a colaborar. ¿Cómo? El PP comienza a pensar “seriamente” en una abstención en la investidura de Sánchez, y, a partir de ese momento, colaborar en diferentes medidas y proyectos de Estado, incluidos los presupuestos para el próximo año.

Casado ya pretendía ese acercamiento antes de la repetición de las elecciones, pero ahora se sentirá más seguro en su liderazgo, al frente del PP, si logra un mejor resultado. Pero Casado tenía y tiene una petición, que afecta a la posición del PSOE en Navarra, que no quiso pactar con Navarra Suma, la coalición de la que forma parte el PP. Sin embargo, hay indicadores nuevos.

Inés Arrimadas y Albert Rivera en el último comité ejecutivo de Ciudadanos / EFE

Inés Arrimadas y Albert Rivera en el último comité ejecutivo de Ciudadanos / EFE

El cambio en Navarra

El PSN, los socialistas navarros, han pactado con Navarra Suma a favor de que el parlamento foral tome en consideración una propuesta para una nueva Ley de Símbolos. La había impulsado la coalición regionalista, que engloba al PP, UPN y Ciudadanos. Y supone un golpe importante para los socios de la presidenta socialista, María Chivite, porque era una cuestión importante para el socio de Geroa Bai, y también para Podemos. Geroa Bai, a través de la anterior presidenta, Uxue Barkos, había derogado la anterior ley y abrió la posibilidad de que las instituciones municipales que lo quisieran pudieran colocar la ikurriña junto a la bandera de Navarra.

¿Cambia por completo la situación? No, pero es un gesto de los socialistas navarros que el PP puede tener en cuenta de cara al futuro inmediato, y que muestra la capacidad de maniobra del PSN.

El independentismo, en fuera de juego

Con ese contexto diferente, el independentismo catalán deberá asumir otra estrategia. Sin posibilidad de influir en Madrid, deberá interiorizar si prefiere gobernar la institución de la Generalitat sin conflictos o buscar, de nuevo, un pulso con el Estado, sabiendo que los grandes partidos constitucionales estarán en el otro lado.

La valoración que Esquerra Republicana y Junts per Catalunya hicieron cuando se planteó la negociación sobre los presupuestos de Pedro Sánchez, tras la moción de censura contra Mariano Rajoy, se basó en la propia conveniencia de los socialistas. Era Sánchez quien no quería aprobar esas cuentas, para ir a elecciones y tener un buen resultado. Pero ahora se comienza a percibir, como admite un dirigente republicano, que pudo ser un “error”.

Si esa oportunidad la habría perdido el independentismo, la otra responsabilidad es la de Albert Rivera, que descartó un acuerdo con el PSOE, que hubiera sumado 180 diputados. Ahora, y consciente de que puede sufrir un importante descenso electoral, Rivera ofrece una puerta al PSOE, que ya no mira a Ciudadanos. Se ha fijado en Casado, y a éste le conviene esa mirada, con Ciudadanos en la estacada.