Manuel Castellví, excomisario General de Información de los Mossos / FOTOMONTAJE DE CG

Manuel Castellví, excomisario General de Información de los Mossos / FOTOMONTAJE DE CG

Política

Castellví como síntoma del cisma de los Mossos

El testimonio judicial del comisario, que espió a disidentes del 'procés' y que se reunió con la CIA antes de los atentados yihadistas, aflora la división política existente en la policía catalana

9 marzo, 2019 00:00

¿Héroe o villano? Manel Castellví, excomisario de Información de los Mossos d’Esquadra, se ha convertido esta semana en el protagonista del juicio que se celebra en el Tribunal Supremo, donde aseguró que había advertido a Carles Puigdemont de una posible escalada de violencia durante el referéndum del 1-O. El testimonio judicial de este mando, conocido en el cuerpo como "Tío Manolo", que espió a disidentes del procés y que se reunió con la CIA antes de los atentados yihadistas, ha aflorado la división política existente en la policía catalana.

La Policía impidiendo el acceso a los Mossos a una incineradora de Sant Adrià / CG

La Policía impidiendo el acceso a los Mossos a una incineradora de Sant Adrià / CG

La policía impidiendo el acceso a los Mossos a una incineradora de Sant Adrià / CG

Quienes conocen a Castellví recuerdan cómo la bandera estelada había ondeado durante mucho tiempo en su casa de Girona, aunque de la noche a la mañana, desapareció. ¿Tacticismo? ¿Intento de despolitizar su cargo en un cuerpo policial roto por culpa del procés? De sus contactos con la política se recuerda su “entrega” a Convergència. Ingresó en la Policía Autonómica en 1981 y tras realizar funciones de escolta de los consejeros de Jordi Pujol, accedió a sargento. El despliegue de los Mossos d’Esquadra le llevó en 2006 a ser nombrado comisario jefe de la región metropolitana norte de los Mossos y, en 2011, máximo responsable de Información.

"Nunca ha pisado la calle"

“Nunca ha pisado la calle, su ascenso fue meteórico. En el cuerpo le llaman Tío Manolo, es un hombre de trato agradable”, comenta un mando de la policía autonómica. Su declaración como testigo en el juicio por el 1-O es generado comentarios de todo tipo entre los agentes. Castellví desmontó la defensa de los independentistas tras explicar que aconsejó a Carles Puigdemont que no se celebrara el referéndum por el riesgo de violencia. Sus palabras le han valido amenazas e insultos en las redes sociales, hasta el punto de que, tal como publicó ayer Crónica Global, los Mossos le han puesto vigilancia en su domicilio, que comparte con su mujer, que también es miembro de la policía autonómica --fue jefa de Información en Girona hasta que, hace unos meses, pasó a realizar labores administrativas--.

El coche de los Mossos d'Esquadra que protege la casa de Castellví en Girona / CG

El coche de los Mossos d'Esquadra que protege la casa de Castellví en Girona / CG

El coche de los Mossos d'Esquadra que protege la casa de Castellví en Girona / CG

Para algunos, Castellví “se equivocó, los nervios le traicionaron”, afirman en relación a su voz temblorosa que contrasta, dicen, "con el aplomo de Pérez de los Cobos o Trapote", mandos de la Guardia Civil y la Policía Nacional. El interrogatorio del fiscal Javier Zaragoza fue especialmente incisivo. Es el turno de los testigos, que no pueden mentir, y en breve llegarán las pruebas periciales y documentales. Para otros, el comisario “dijo la verdad porque, en realidad, no quiere salir imputado”. ¿Barrió para casa para descargar responsabilidades en los políticos? “Es posible, pero no se lo ha puesto fácil a Trapero, de quien dependía el jefe de Planificación que diseñó el operativo del 1-O”, afirma otro agente, en referencia a las referencias de Castellví a esa jefatura. Josep Lluís Trapero, exjefe de los Mossos, está citado a declarar como testigo la semana próxima en el Supremo y será juzgado en la Audiencia Nacional, donde se enfrenta a una petición de once años de prisión por rebelión.

Espionaje a personas y asociaciones no independentistas

“A Castellví no le tocaba organizar el operativo el 1-O porque esa función no corresponde a un jefe de Información”, explican en los Mossos. En efecto, era el máximo responsable de la Comisaría General de Información (CGINF) de los Mossos d’Esquadra hasta el 18 de enero, cuando la Consejería de Interior anunció oficialmente su paso a la reserva. Hace tiempo que se esperaba ese traslado, que coincidió con el archivo de las investigaciones judiciales sobre el supuesto espionaje a periodistas, asociaciones, abogados y partidos políticos no afines al independentismo.

La Fiscalía ha recurrido ante la Audiencia de Barcelona el sobreseimiento de una causa que tiene a Castellví en el punto de mira, dado que esos seguimientos fueron reales --constan en un informe de 400 folios de la Policía Nacional en base a la documentación que los Mossos quisieron quemar en la incineradora de Sant Adrià de Besós--, se hicieron sin orden judicial y sin que el ministerio público tuviera conocimiento.

El jefe del CNI catalán también tuvo un papel relevante en el operativo que se desplegó con motivo de los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils en agosto de 2017.

Viaje a Estados Unidos

Los elogios recibidos se transformaron rápidamente en críticas cuando trascendió que los Mossos habían sido advertidos del riesgo de atentados. El 12 de junio, dos meses antes de los ataques terroristas, Castellví viajó a Estados Unidos junto al inspector Lluís Paradell y el sargento Daniel Canals para reunirse con la CIA, tras haber recibido una comunicación en la que se avisaba de ese peligro.

Igualmente efímero fue el entusiasmo independentista que generó la pasividad de la policía autonómica durante el 1-O. Los Mossos pasaron de héroes a villanos cuando cargaron contra los Comités de Defensa de la República (CDR) en sus numerosas acciones de guerrilla. La frase “La república no existe, idiota” pronunciada por un agente de la Brimo (Brigada Móvil) en el operativo desplegado el 21 de diciembre, fecha en la que el Gobierno de Pedro Sánchez celebró su consejo de ministros en Barcelona, se ha convertido en el símbolo del hartazgo de un cuerpo policial sometido a la politización del procés. Un cuerpo dividido entre agentes constitucionalistas y secesionistas, lo cual ha creado un clima irrespirable en determinados destinos.