La batalla antiyihadista en Cataluña se libra en la red: "Las conciencias no se controlan, pero sí lo que buscan por internet"
- Sabedores de que el riesgo cero no existe, los cuerpos policiales catalanes no hay día que no rastreen todos los escondites del ciberespacio, incluso de la 'dark web'
- Otras historias: Un informe interno de los Mossos insiste en la autoprotección de los agentes ante la amenaza de Estado Islámico
Noticias relacionadas
Una de cada tres operaciones antiyihadistas en España tiene lugar en Cataluña. Concretamente en la provincia de Barcelona.
Desde hace años, y por razones sociales y geográficas, esta región se ha consolidado como la cuna del yihadismo en todo el país: el elevado número de población de origen musulmán y las buenas conexiones de Barcelona con Marruecos y Francia han afianzado esta provincia como el refugio de decenas de radicales y, en consecuencia, lo han convertido en un punto estratégico para la lucha antiterrorista.
Desde antes del 11M
Los cuerpos policiales son ampliamente conscientes de esta realidad. Un paradigma que se empezó a constatar poco antes de los atentados del 11M en Madrid, en 2004; y que quedó evidenciado tras el doble ataque del 17 de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils.
Sin embargo, desde incluso antes de la masacre de Al Qaeda en el corazón de la capital española, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se han esforzado en mantener un control constante de aquellos núcleos más vulnerables a la radicalización.
“Incluso cuando nadie hablaba de ellos en España, nosotros ya los teníamos controlados”, reconocen fuentes policiales especialistas en la lucha antiterrorista.
“El riesgo cero no existe”
La actividad policial en este sentido es constante. No hay día que los agentes de las distintas unidades de información no monitoricen, rastreen o vigilen sujetos radicalizados o sospechosos de estar en el proceso.
No obstante, las fuentes consultadas aseguran que “el riesgo cero no existe”.
“No podemos controlar las conciencias”, indican. “Podemos controlar lo que buscan en internet, lo que comparten en foros, pero jamás podremos saber lo que piensan en realidad”, reflexionan.
Es por ello por lo que los cuerpos policiales en España invierten muchos recursos humanos y técnicos para monitorizar foros, medios, redes sociales y perfiles en los que se promueve el yihadismo y la yihad.
“Ya que la seguridad al 100% es una utopía, hay que intentar tener controlado todo lo que está a nuestro alcance. Y, dados los resultados obtenidos en Cataluña, es demostrable que estamos haciendo un buen trabajo”, aseguran.
La irrupción de las nuevas tecnologías
Las fuentes consultadas son prudentes a la hora de proporcionar información: “Hay que medir mucho lo que decimos porque cualquier pista es buena también para ellos”, para los terroristas.
Sin embargo, es bien sabido que el ciberpatrullaje se ha convertido en un método de investigación crucial para estas unidades de información. Una técnica de patrullaje que permite rastrear todos los escondites de la red, incluso de la dark web.
De hecho, como pasa con el resto de las rutinas actuales, la era digital también ha calado entre las células terroristas, que se valen de las nuevas tecnologías para mejorar sus comunicaciones internas y lanzar despiadados mensajes al mundo.
Otra fuente de información proviene de los datos que se comparten entre cuerpos policiales y servicios de inteligencia.
Sin dar muchos detalles al respecto, las fuentes consultadas aseguran que los canales de comunicación en este sentido son “muy fluidos y constantes”.
La importancia del equilibrio
Lo importante –aseguran– está en encontrar un equilibrio: “Ni detenerlos muy pronto, que apenas existan indicios incriminatorios, ni correr el riesgo de detenerlos demasiado tarde”. En estos casos, por desgracia, las consecuencias pueden ser letales.
La misión de los agentes que luchan contra el terrorismo es “adelantar la barrera de la protección penal” y, de este modo, aunque no se haya cometido un delito, poder atribuir a los detenidos grandes responsabilidades penales.
En España, y en Cataluña en particular, Administración pública, justicia, fiscalía, cuerpos policiales y servicios penitenciarios trabajan con una colaboración “envidiable”. Las fuentes policiales consultadas así lo celebran. Es por ello por lo que los delitos de enaltecimiento y adoctrinamiento contemplan penas que oscilan entre los dos y los cinco años de prisión.
Adelantarse al atentado
De este modo, se castiga el delito, incluso sin la necesidad de que hayan cometido un atentado. “Esta es la clave”, aseguran. En algunos casos, incluso, si está justificado y la autoridad judicial así lo aprueba, se puede expulsar del país a los detenidos que no son españoles.
Ejemplo de ello: la doble expulsión en noviembre de 2022 de Mohamed Said Badaoui y Amarouch Azbi, líderes islámicos extremistas de Reus (Tarragona) y Vilanova i la Geltrú (Barcelona), expulsados de España con el aval de la justicia.
El foco puesto en el salafismo
De hecho, las fuentes policiales consultadas coinciden con los expertos David Garriga y Jofre Montoto, entrevistados por este medio, en que el salafismo está muy extendido en Cataluña. Si bien esta vertiente ultraconservadora no es sinónimo de terrorismo, esta ideología radical ha ganado influencia en Cataluña en las últimas décadas.
Algunas de las mezquitas donde se difunden las teorías salafistas se encuentran en Reus, Vilanova i la Geltrú y Badalona. Precisamente, la ciudad vecina de Barcelona ha sido escenario de 4 de las 14 operaciones antiyihadistas que se han ejecutado en la provincia de Barcelona entre el 1 de enero y el 29 de octubre de este 2024.
Máximo control en las cárceles catalanas
Sobre la presencia de radicales en las cárceles catalanas, las fuentes descartan que sean puntos de radicalización. Si bien un operativo de este año ha tenido lugar en el centro penitenciario de Can Brians, las voces expertas consideran que las prisiones son lugares, por lo general, libres de adoctrinamiento yihadista.
“No hay un Es Satty en nuestras cárceles”, aseguran haciendo referencia al imán que adoctrinó y lideró la célula de Ripoll, autora del doble atentado del 17A.
De este modo, aunque el riesgo cero es inalcanzable, el trabajo preventivo permite desactivar posibles amenazas antes de que se materialicen en ataques. En última instancia, este control no solo busca proteger a la población, sino también preservar la convivencia en una región diversa y, en algunos aspectos, vulnerable al extremismo.