Artadi se retira, vía libre para que la antigua Convergència tome el control de Junts
El partido encara su congreso con un pacto de reparto de poder entre Laura Borràs y Jordi Turull que apunta a Jaume Giró como futuro presidenciable
7 mayo, 2022 00:00Todos los caminos de Junts per Catalunya (JxCat) apuntan en estos momentos a la antigua Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). La marcha de Carles Puigdemont allana ese terreno a nivel orgánico mientras que, a nivel local, la renuncia de Elsa Artadi, inesperada pero forzada precisamente por esos aires de cambio que se auguran en el partido, ha supuesto un punto de inflexión en el giro que reclaman sectores neoconvergentes. A nivel catalán, los consejeros de la Generalitat piden paso. Mientras Jordi Puigneró exige la apertura a nuevas alianzas, en referencia al PSC, las turullistas Violant Cervera y Lourdes Ciuró han firmado un manifiesto a favor del tándem Laura Borràs-Jordi Turull al frente de la nueva ejecutiva, que se decidirá en el congreso de JxCat previsto para el 4 de junio.
Ese documento también ha sido rubricado por el consejero de Economía, Jaume Giró, quien nunca se ha postulado como candidato a la presidencia de la Generalitat, aunque muchos le ven como tal. Quien le ha hecho en público la pregunta más directa hasta la fecha ha sido el presidente del Círculo de Economía, Javier Faus, tras su intervención en la reunión del lobi empresarial. El consejero de Economía declinó entre risas manifestarse. La misma reacción que sus allegados aseguran que mantiene cuando se le hace la pregunta en lo privado.
Pacto y pragmatismo
Todos estos nombres propios están llamados a propiciar ese regreso a la antigua Convergència, la que practicó el pacto y el pragmatismo frente a la confrontación que, todavía ahora, defiende Puigdemont. Llevaba tiempo ausente de las pugnas cotidianas en JxCat. Las cuestiones domésticas no iban con él y así lo ha reconocido en su carta de despedida a la militancia. Como tampoco ha digerido que es ERC la que ahora preside la Generalitat, la que marca el paso a la política catalana gracias a un cambio de estrategia consistente en dialogar con el Gobierno para superar el procés.
Ajenos al cortoplacismo que supone mantenerse en la agitación secesionista, Puigneró o Ciuró han abierto el camino hacia una sociovergencia que ha funcionado bien en la Diputación de Barcelona. Entre otras cosas, porque la mayoría de alcaldes neoconvergentes que allí están representados proceden del PDECat. Y se aferran a las siglas a pesar del intento de opa de Junts.
La marcha de Jordi Sànchez
Puigdemont, Borràs y la propia Artadi son conscientes de ello. También de que los poderes fácticos catalanes --esto es, sectores empresariales y sociales-- confiaban en el tándem Artadi-PSC para superar la etapa Colau. La vicepresidenta de JxCat, que aceleró la presentación de su candidatura a la alcaldía de Barcelona sabedora de que no contaba con un apoyo unánime en JxCat, tira ahora la toalla.
Y es que, tras la marcha de Jordi Sànchez, su principal adversario orgánico --sus broncas en las negociaciones para la investidura de Pere Aragonès trascendieron los cauces internos-- y valedor de Giró, los neoconvergentes más pragmáticos exigían también un gesto de renovación entre sus compañeros más radicales, que fuera más allá de la renuncia de Puigdemont. Y todas las miradas estaban puestas en Artadi.
¿Regreso de Xavier Trias a Barcelona?
La vida de JxCat ha sido tan corta como convulsa, de ahí que dirigentes como Sànchez o Artadi se hayan quemado rápidamente en este postprocés, en el que los herederos de CDC parecen asistir a su enésima refundación. Pero el futuro no puede ser más incierto. Borràs está a paso de sentarse en el banquillo acusada de cuatro delitos de corrupción y Turull está inhabilitado por la sentencia del 1-O.
Asimismo, JxCat deberá decidir el relevo de Artadi como alcaldable cuando falta poco más de un año para las elecciones municipales de 2023. Las miradas se vuelven al exalcalde Xavier Trias --reivindica su legado y también incomodaba a Artadi-- y a Jordi Martí. Pero lo cierto es que, más allá de nombres, JxCat está obligada a explorar nuevas alianzas.
Ni ERC ni los comunes, al asalto de un área metropolitana que se les resiste, piensan en los neoconvergentes como socios en los municipios. Por tanto, Junts no tiene más remedio que levantar el veto que los duros habían puesto al PSC.