Turull se acerca al poder total en Junts
- El secretario general cada vez está más cerca de arrinconar a todos sus adversarios en el partido, entre los que se encuentra Laura Borràs
- Definido como el 'hombre bisagra', cuenta con el respeto y el aval de una estirpe de dirigentes que reivindican la tradición de Convergència
Noticias relacionadas
Jordi Turull es conocido dentro del partido como el hombre bisagra por su capacidad para generar consensos entre las distintas familias de Junts. Es cercano al expresidente de la Generalitat fugado, Carles Puigdemont, y ha pasado por prisión con motivo de sus delitos durante el procés. Pero ello no ha impedido que sea un político “cerebral” y con la capacidad para sentarse a negociar la investidura del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. Su poder cada vez es mayor en la formación.
En los últimos meses, el neoconvergente ha ganado protagonismo a raíz de estas negociaciones para la reelección del socialista, pero también para la Ley de Amnistía, que en estos momentos permanece bloqueada en la Comisión de Justicia del Congreso de los Diputados, si bien las negociaciones avanzan. Ahora, con los resortes orgánicos del partido en sus manos, cada vez está más cerca de tener el mando total en Junts y arrinconar a sus adversarios. Los mismos que, hasta hace poco, detentaban el protagonismo público y un gran poder para dirigir la pesada maquinaria del partido.
De la radicalidad al pragmatismo
Es el caso de Laura Borràs, que ya quedó desdibujada por un caso de corrupción que le apeó como presidenta del Parlament. A partir de ahí, fue cediendo espacios de poder hasta el punto que ni los suyos contemplaban para ella la amnistía, conscientes de que el partido debía soltar lastre de un perfil que “genera ampollas” para encaminarse hacia una senda más pragmática.
Su radicalidad la ha alejado del poder institucional y orgánico, y su círculo de confianza también está pasando por una mala racha, arrinconado en la recta final de la legislatura. Algunos nombres: Cristina Casol, Jaume Alonso Cuevillas, Francesc de Dalmases, Aurora Madaula y Ester Vallès.
Tampoco han ayudado las últimas crisis internas del partido. Las denuncias de acoso por parte de Casol y Madaula han hecho tambalear los cimientos del grupo parlamentario, liderado por Albert Batet. La primera fue expulsada y se encuentra ahora como diputada no adscrita, mientras que Madaula mantiene su puesto como secretaria segunda de la Mesa e inmersa en el embrollo político hasta que se pronuncie la Oficina de Igualdad del Parlament.
El último golpe: la renuncia de Cuevillas
El último golpe para Laura Borràs ocurrió la semana pasada, cuando Jaume Alonso Cuevillas anunció su renuncia como diputado para volver a su despacho de abogados. Casualidad o no, la siguiente de la lista de Junts es Elena Fort, gestora del Espai Barça, pero también persona cercana a Turull, quien la habría fichado como asesora de la Cámara autonómica al carecer de escaño durante todo este tiempo.
Las fuentes consultadas dicen que "nadie echará de menos a Cuevillas" más allá de Madaula y Borràs. Le recriminan no ir “nunca” por el Parlament, siendo sonadas sus ausencias en las comisiones. Además, le acusan de hacer una “espantada” al no aceptar ser miembro de la Mesa, dejando vía libre a Madaula, por miedo a repercusiones penales en caso de pronunciamientos cercanos a la unilateralidad.
Con todo, a Borràs ya sólo le quedan tres fieles: Francesc de Dalmases, Ester Valles y Aurora Madaula, que en estos momentos está debilitada. Su suerte, aseguran, es que Jordi Turull “no es de cortar cabezas y prefiere dejar que la gente caiga sola”, pero el partido cada vez se está acercando a posturas pragmáticas propias de Convergència, lo que dificulta el encaje de los afines a Borràs en el futuro de la formación.
"Movimientos silenciosos"
Pero no todo son buenas noticias para el secretario general, y es que el poder podría escapársele entre las manos en función del candidato para las elecciones autonómicas de febrero de 2025. Algo que dependerá de la amnistía y de la situación política y judicial de Puigdemont. Hasta entonces, Turull seguirá ejerciendo como bisagra e intentando garantizar la paz interna.
Cuenta con el respeto y el aval de una estirpe de dirigentes que reivindican la tradición de Convergència y que abominan de los perfiles con “nula experiencia política”, que “desconocen el territorio y su gente” y que sólo saben “vivir bien” a costa de los esfuerzos de la militancia. Es decir, que los ánimos están que arden entre buena parte de Junts en relación a Borràs y su círculo, quienes ven en Turull a un secretario general capaz de arrinconarles con sus “movimientos silenciosos”.
De lo que no cabe duda es que Junts está volviendo a cambiar de piel en este periodo decisivo para la política catalana, y que Turull maniobra en la medida de lo posible para que vuelva a ser una “alternativa de gobierno” que deje atrás los líos internos.