La madrugada del jueves pasado el independentismo radical cruzó una línea roja en Cataluña. La quincena de martillazos con los que un escuadrón de Arran reventó los cristales de la redacción de Crónica Global suponen una subida de varios peldaños en el nivel de acoso y discriminación de aquellos que, públicamente, somos críticos con el nacionalismo catalán. Una situación que, lamentablemente, es habitual en Cataluña.

Hasta ahora, los ataques de los violentos solían limitarse a algunas pintadas amenazadoras o campañas de hostigamiento a través de las redes sociales. Acciones en las que nuestro medio ya tiene experiencia, al igual que los partidos y asociaciones constitucionalistas y, particularmente, algunos de sus dirigentes y familiares.

Al constatar que no retrocedíamos y que perseverábamos en nuestra labor periodística de fiscalización del poder --en manos del nacionalismo-- y de denuncia de sus excesos, los cachorros de la CUP decidieron darnos una lección, un aviso, una advertencia contundente.

Pero este acto de terror ha logrado el efecto contrario. La redacción de Crónica Global no se va a amedrentar. Al contrario, tras el mensaje de los gánsters de Arran, todo el equipo se ha conjurado para continuar adelante con su trabajo con más intensidad, profesionalidad, dedicación y unidad, si cabe, que la mostrada hasta ahora.

Las innumerables muestras de solidaridad recibidas --acompañadas, dicho sea de paso, de clamorosos silencios públicos en la mayor parte del mundo nacionalista, y de condenas condicionadas, como la del Ayuntamiento de Barcelona-- nos han ayudado a seguir adelante con el ánimo renovado. También lo ha hecho la respuesta que ha empezado a dar el Estado de derecho, con sendas investigaciones abiertas por los Mossos d'Esquadra --que actúa como agente judicial ante el mandato del servicio de delitos de Odio y Discriminación de la Fiscalía de Barcelona-- y las unidades especializadas de la Guardia Civil --en este caso, de oficio--.

Las muestras de solidaridad recibidas y la respuesta del Estado de derecho a los ataques recibidos por Crónica Global no son suficiente

Sin embargo, creemos que eso no es suficiente.

Más allá de la sistemática discriminación en el ámbito de la publicidad institucional que sufrimos por parte de las administraciones catalanas, la violenta y premeditada ofensiva contra las instalaciones de Crónica Global --ejecutada, además, con la cobardía que comportan la nocturnidad y las capuchas-- es un ataque al pluralismo y a la libertad de expresión y de prensa que necesita una respuesta mayor.

Por ello, hemos puesto en marcha una campaña para reivindicar estos derechos fundamentales en cualquier democracia. Una campaña en la que invitamos a todos los lectores, y a los ciudadanos en general, a compartir a través de las redes sociales una foto junto a los carteles reivindicativos del derecho a la libertad de expresión que hemos colocado en la fachada de la redacción de Crónica Global, cubriendo los cristales martilleados por Arran. En esos pósters se recoge la definición de libertad de expresión, según la Unesco, y otras reflexiones sobre este concepto expresadas por George Orwell y Noam Chomsky.

Digamos no a las coacciones, a la persecución, al hostigamiento y a la intimidación de los violentos. Y mostremos nuestro apoyo a la libertad de expresión y de prensa.