David Madí es un animal político. También es un animal herido. Ya no gobierna. Ya no manda. Ya no decide. Es cierto que periodistas, empresarios y cargos públicos han desfilado hasta hace poco por su despacho para rendirle pleitesía y, de paso pedirle favores. Pero quien fue hombre de confianza de Artur Mas ya no está en disposición de concederlos. Condenado por fraude, apartado de la presidencia de Aigües de Catalunya, acorralado por el turbio caso de las ambulancias y el transporte sanitario, Madí fue entrevistado ayer en RAC1, constatando su “ascenso, auge y declive”, como bien relató Xavier Salvador en una columna publicada el pasado mes de octubre.

El editor de Crónica Global conoce bien al hoy consultor. No así la mayoría de los mortales. De ahí su decisión de acudir a la radio catalana de máxima audiencia para entonar su inocencia. Y de paso, arremeter contra el cuerpo de Mossos d’Esquadra de una forma burda, impropia de esa inteligencia y sagacidad que se atribuía cuando pilotaba la sala de máquinas de CDC, cuando dirigía la agitprop convergente. O más recientemente, cuando ejerció de oráculo del procés desde la sombra.

David Madí, aquel cachorro convergente que berreó el Catalonian is not Spain de los Juegos Olímpicos de 1992, utilizó ayer un importante altavoz mediático para destrozar uno de los pilares del autogobierno catalán, una estructura de Estado según el lenguaje procesista: la policía autonómica. Se entiende que el motivo y alcance de la entrevista era darle la oportunidad de defenderse de las imputaciones judiciales en las que se ha visto inmerso. No debemos escandalizarnos por ello, pues los medios de comunicación hemos entrevistado a numerosos delincuentes, también a los de cuello blanco. No vamos a rasgarnos ahora las vestiduras porque un diario dé voz a El Yoyas o a un procesado fugado. Tampoco vamos a dar lecciones de ética periodística. Quien esté libre de culpa…

Madí tiene derecho también a defenderse. Pero lo más reprobable, lo más obsceno incluso, es que utilice los contactos mediáticos que le quedan para denigrar a un cuerpo policial que tanto Junts per Catalunya como ERC no solo han politizado, sino que ha utilizado para sus purgas. El defensor del business friendly acusa a la policía catalana de actuar como las cloacas del Estado, insinuando que el comisario Villarejo tiene alumnos aventajados en los Mossos. Definitivamente, Madí ha perdido su aura de político sagaz. Ahora es un aspirante a tertuliano más.

Bendita casualidad, este promotor de la secesión catalana la ha tomado precisamente con el intendente Toni Rodríguez, que investigó casos relacionados con dos convergentes: Laura Borràs –presidenta del Parlament suspendida de derechos y deberes porque está pendiente de juicio por presunta corrupción-- y Miquel Buch –exconsejero de Interior que se sentará en el banquillo por el escolta de Carles Puigdemont--. Rodríguez fue cesado, al igual que otra treintena de mandos de regiones y comisarías, en lo que es inevitable calificar de “depuración” por parte del consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, propuesto por ERC.

En su intento de deshacerse de la herencia de Junts, los republicanos pecaron de lo mismo, de la tendencia neoconvergente de encumbrar a mandos fieles. Buch lo hizo con la designación a dedo de nuevos comisarios en 2019. Pero de eso no ha hablado David Madí. Tampoco de la pugna entre el expresidente Quim Torra –el del apreteu, apreteu dirigido a los CDR contra los Mossos-- y Eduard Sallent, actual jefe del cuerpo tras haber sido relegado al ostracismo por el exconsejero Miquel Sàmper.

De Sàmper sí que habló Madí, y de qué manera, en la citada entrevista. Del menosprecio hacia el ex alto cargo convergente ya dio cuenta el caso Voloh. “No tiene ni puta idea”, dijo en una conversación con otro veterano convergente, Brauli Duart, grabada por los investigadores. Un caso que, por cierto, colocó al exsecretario de Comunicación de la Generalitat –tuvo que dimitir por alterar sondeos públicos— en el epicentro de todo el salseo político y mediático posprocesista.

Siendo muy, pero que muy mal pensados, Madí ha vuelto al ruedo mediático coincidiendo con ese giro de 360 grados de Junts que ejemplifica Xavier Trias como candidato para Barcelona en las próximas elecciones municipales. El exalcalde se ha convertido en la gran esperanza de quienes confían en el retorno a las esencias de CDC. Por eso se ha sacudido las siglas del partido presidido por Borràs –¿hará campaña con Trias, quien le reprochó su beligerancia tras avisar de que no sería candidato si Junts salía del Govern?— o, lo que es lo mismo, de una estrategia de confrontación que el propio Madí ha seguido desde la sombra.

Para este viaje de CDC –y su enésima catarsis— no hacen falta tantas alforjas.