Soledad Álvarez: “Los escritores de Barcelona son luchadores”
La poeta dominicana, Premio Nacional de Literatura 2022, reflexiona sobre el papel de la mujer y la emigración en su país
25 diciembre, 2022 00:00Soledad Álvarez (Santo Domingo, 1950) recuerda que fue una niña “muy flaquita y pequeñita”, con un mundo imaginario muy intenso, y que su mamá, “una de esas señoras de antes, muy pendientes de la poesía”, le cantaba poemas de Rubén Darío, como aquel que decía: “La princesa está triste. ¿Qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color”, recita de memoria esta reconocida poeta y escritora dominicana de 72 años.
Álvarez, Premio Nacional de Literatura 2022, acaba de recibir en Madrid el XXII Premio Casa de América de Poesía por su poemario Después de tanto arder, donde se sumerge en la intimidad de la mujer casada –uno de sus temas recurrentes— para extraer sus frustraciones y desencantos, todos aquellos símbolos del olvido y la muerte de las ilusiones.
Fascinada con Barcelona
“Fue mi madre quien me contagió por este amor temprano por la literatura”, reconoce la autora, que se declara una amante incondicional de Barcelona. “Cuando yo llego a Barcelona siento que podría vivir ahí todo el tiempo. Me fascinan sus escritores, son luchadores”, dice. Además, recuerda, en la capital catalana residen cerca de 16.000 dominicanos, en su mayoría emigrantes que abandonaron la isla en busca de una vida mejor.
“Somos un país de emigrantes, estamos por todas partes”, se ríe, admitiendo que la República Dominicana es todo en su poesía. “Siento mucho la isla, soy muy dominicana, mi poesía tiene mucho que ver con la mirada a la realidad de mi país”, añade la autora, que con tan solo 15 años logró que le publicaran su primera obra, un cuento, que apareció en el suplemento literario del diario El Caribe, dirigido entonces por Manuel Valldeperes, exiliado catalán republicano en Santo Domingo. “Allí empezó todo”, recuerda. “Ver mi nombre en el periódico fue como una revelación. Decidí en ese momento que lo mío era la literatura”, añade.
Nunca sufrió discriminación por escribir poesía
Huyendo de la delicada situación política en Santo Domingo, Álvarez se marchó a La Habana para estudiar Literatura Hispanoamericana durante cinco años. “Fue un tiempo importantísimo en mi vida. Mirar desde fuera (a tu país) es una de las cosas que más nos enriquecen”, explica. Al regresar, trabajó en el suplemento cultural Isla Abierta, del periódico dominicano Hoy. Paralelamente a su profesión de periodista, empezó a publicar poesía, un arte que en las décadas de 1970 y 1980 parecía aún dominado por hombres.
A pesar de todo, Álvarez nunca sintió discriminación como mujer. “Eso no quiere decir que no exista. Es cierto que grandes creadoras han sido dejadas de lado a lo largo de la historia, pero siempre me sentí muy amada”, asegura.
El peso de ser mujer
En este último poemario, concebido durante la pandemia, fue donde por primera vez sintió el peso de ser mujer. ¿Por qué? “Porque tuve que encerrarme en mi casa, en Santo Domingo, con mi esposo un poco mayor, y tenía que ocuparme yo de todo. Quería leer, escribir... pero estaba tan cansada que no podía hacerlo. En el libro confieso este sufrimiento de la feminidad”, comenta.
Después de arder trata principalmente sobre la mujer casada, uno de los temas recurrentes de su obra, aunque esta vez tiene el matiz de la condena de la vida de pareja. “La mujer casada, se levanta todos los días a la misma hora, del mismo lado de la cama. Sin hacer ruido, espanta a los pájaros del sueño –su sed de cielo, su hambre de entrañas— y atados los pasos a la tierra, atraviesa el umbral, del cuadro que la espera…”, escribe.
“La condición de mujer casada tiene que ver con la palabra casa, la mujer sabe crear belleza a su alrededor. Una casa viva. Los hombres lo ven diferente”, opina.
Entre lo extraño y lo enriquecedor
Otro de los temas que Álvarez trata en su poesía es el de observar la realidad de su país, República Dominicana, desde una mirada distante, algo que aprendió estando en Cuba.
“Sin embargo, cuando te alejas demasiado, como es el caso del exilio, también puede ser muy triste”, dice. “No me puedo imaginar viviendo siempre fuera de mi país”, añade. Para la poeta, que tiene muchos amigos dominicanos exiliados en el extranjero, no hay algo más terrible que tener que dejar “tu espacio, tu cielo… Debe ser terrible porque es convertirte en un extraño, pero al mismo tiempo debe ser enriquecedor. Debe tener sus matices de superación, de querer ser mejor persona”, comenta.
Los grandes aventureros
Y eso lo saben bien en un país de emigrantes como República Dominicana, lo sean por asuntos políticos o económicos, aunque para ella no hay duda de que es mucho más duro ser de estos últimos.
“Los primeros se van con responsabilidad propia, pero cuando te vas en busca de la vida, hay que ser muy valiente. La valentía de los que salen fuera de su país debe ser siempre reconocida. Los emigrantes son personas de más valía que los que nos quedamos. Son los grandes aventureros”, opina.