Siempre me ha asombrado el compadreo de la izquierda española con el nacionalismo (especialmente, el catalán, pero también el vasco y el gallego). Sobre todo porque a mí me habían enseñado que ser de izquierdas era sinónimo de defender la igualdad de los ciudadanos, algo que es incompatible con los nacionalismos periféricos.
Sin embargo, en los últimos tiempos, la cosa ha ido más allá. El PSOE, el PSC, Podemos y sus terminales mediáticas no solo intiman con quienes aspiran a destruir el país, sino que comparten con ellos ese objetivo. O, al menos, eso es lo que parece.
Ver al PSC-PSOE votar a favor de la ley de amnistía para borrar todos los delitos de quienes implementaron un proceso de secesión unilateral y violento, y reventaron la convivencia entre catalanes, mientras Junts vota en contra, es algo que supera cualquier escenario distópico que hace apenas unos meses se hubiera imaginado.
Contemplar a los dirigentes socialistas indignados por el bofetón recibido tras pasarse semanas suplicando a los independentistas que aceptaran su perdón, es, simplemente, insólito.
Como también lo es el aval de la presidenta del Congreso, la socialista Francina Armengol, al señalamiento a los jueces por parte de los dirigentes nacionalistas en la Cámara Baja. Menudo papelón.
Eso sí, de la fuga a Suiza del diputado de ERC Ruben Wagensberg ni una palabra desde la bancada de la izquierda. Bueno, no ha hecho falta, ya ha salido Jordi Évole en apoyo del investigado por terrorismo.
Por su puesto, el honorable ha puesto pies en polvorosa (a Suiza, sí, uno de los Estados con la política migratoria más intransigente, pese a presumir constantemente de ser el promotor de la famosa manifestación del Volem acollir) pero seguirá cobrando los 7.000 euros mensuales del ala que le caen religiosamente como diputado. Porque Wagensberg puede ser un cobarde y un instigador de los actos violentos de Tsunami Democràtic, pero, desde luego, de tonto no tiene ni un pelo.
Y es que ya lo dice el presidente Pedro Sánchez: “El independentismo catalán no es terrorismo. Por tanto, todos los independentistas catalanes van a ser amnistiados porque no son terroristas”. Pues no se hable más. El mismo que aseguraba hace seis meses que la amnistía era inconstitucional, hoy considera que los brutales actos violentos que dejaron a varios policías lisiados de por vida fueron simples manifestaciones.
Además, si éramos pocos, parió la abuela. El expresidente Zapatero (sí, el tipo aquel del Estatut que no quería nadie y cuya flagrante inconstitucionalidad dicen los indepes que fue el detonante del procés) ha explicado este jueves su fórmula mágica para acabar con el problema: reconocer a Cataluña como nación. El siguiente paso, evidentemente, será el referéndum secesionista.
Lo dicho, la izquierda en nuestro país, pensando siempre en la igualdad de los ciudadanos. Pensando en destruirla, claro.
Eso sí, la culpa es de la extrema derecha de Vox, supongo.