Francesc de Dalmases, guardaespaldas y esbirro en jefe de Laura Borràs (próximamente en algún juzgado y después, puede que hasta en el talego), no ha salido muy bien parado del informe elaborado por Magda Oranich sobre sus (presuntas) actividades como matón en TV3 a raíz de una entrevista a su jefa que no salió como él esperaba, obligándole a encerrar a la subdirectora del programa en una sala para pegarle un chorreo monumental que incluyó, según quienes lo siguieron desde fuera de la habitación, golpes al mobiliario e insultos asaz desagradables. El escudero de la Geganta del Pi está que trina con el informe, que considera tendencioso, y ha manifestado su indignación ante el hecho de que la prensa lo haya leído antes que él. Jordi Turull, de momento, no se pronuncia (tampoco lo hizo antes del referéndum que motivó la salida del gobiernillo de Junts x Cat: es un hombre extremadamente prudente), pero, en caso de que el informe sea, como asegura Dalmases, tendencioso, todas las sospechas recaerían en él, cuyas relaciones con Borràs y su entorno no son precisamente amigables. Por si acaso, la Geganta del Pi ya le ha retirado el saludo a la señora Oranich, después de que, según esta, intentara manipular en beneficio de su secuaz el contenido del informe. En conclusión: una nueva tangana entre las dos almas (por llamarlas de alguna manera) que conviven en el partido de Puigdemont, la de quienes están poseídos por el espíritu de Waterloo y la de los que solo aspiran a hacer la puñeta a ERC y a devolver a la pos-Convergencia sus días de gloria (mientras hacen como que solo les mueve la sagrada causa de la independencia del terruño).

Reconozco que me ha sorprendido la contundencia del informe Oranich. La tenía metida en el mismo saco que a Rafael Ribó, el de los comunistas que se jubilan en Convergencia y dejan de preocuparse por los parias de la tierra para satisfacer a los señoritos de Cataluña, pero observo aliviado que Magda nos ha salido respondona y, tras hablar con unas 20 personas para reconstruir los hechos de la manera más intensiva posible, ha llegado a la conclusión de que Dalmases se portó como un patán en TV3 y que su conducta no tiene justificación alguna (una conclusión a la que ya habíamos llegado muchos de los que llevamos años sufriendo al mayordomo de la señora Borràs, aunque solo sea por sus apariciones en TV3). La versión desagradable de la sorpresa proporcionada por la señora Oranich y su expediente la protagoniza el propio Dalmases, que cree intuir una mano negra tras la versión de los hechos que refleja el informe.

Sigámosle momentáneamente la corriente. Pongamos que Oranich no se ha movido por afán de hacer justicia, sino para congraciarse con el sector aturullado del partido, que no es que tenga un futuro muy brillante, pero sí un poco más del que le espera a la señora Borràs y, de rebote, al ínclito Dalmases, a los que hace tiempo que se les ha puesto cara de cadáver político (son prácticamente zombis que se mueven por inercia, pues la una acabará mal a causa de sus presuntos trapicheos con su amigo el camello y el otro, en su eterna condición de segundón, será sacrificado inmediatamente después que su jefa). ¿Puede haberse prestado la señora Oranich a exagerar la discutible actitud de Dalmases en TV3 para congraciarse con los aturullados? Yo diría que eso es lo que piensan Dalmases y Borràs. Pero, como todo el mundo es inocente hasta que se demuestra lo contrario, Magda Oranich, de momento, parece haber cumplido con la misión que se le encomendó de forma ecuánime y ajustada a la realidad de los hechos.

Estamos ante una de esas situaciones en las que todo el mundo puede pensar lo que quiera. Yo diría que la señora Oranich aún conserva algo de la vergüenza torera de cuando militaba en el PSUC y que está convencida de que Dalmases es un impresentable. Por el contrario, los hooligans de la Geganta del Pi (que los tiene, ¡y a puñados!) deben estar asistiendo a lo que consideran una conspiración en toda regla contra sus ídolos, puede que dirigida desde las sombras por un Turull al que cada día encuentran más parecido al doctor Fu Manchú. En cualquier caso, ya sabemos que quienes van a salir perdiendo son la malcriada Laura y su matón favorito. Es asombroso (y hasta un punto admirable) que ambos sigan yendo por la vida tan sobrados, cuando todo el mundo, menos ellos, sabe que están políticamente muertos.