En estos momentos, solo quedan tres personas convencidas de que la república catalana es una realidad que espera a ser implementada: Vicent Partal, director de Vilaweb y magnate del merchandising indepe (camisetas, tazones, chancletas...); Agustí Colomines, martillo de unionistas y sicofante en jefe de quien mande en Convergència y sus restos, y Carles Puigdemont, un cesante que cree ser el legítimo presidente de la Generalitat en el exilio, de donde regresará en loor de multitudes tras las elecciones convocadas por el enemigo el próximo 21 de diciembre.
Se suponía que Puchi se iba a casa después de proclamar la independencia, pero se lo ha pensado mejor y aspira a ocupar de nuevo el sillón arrebatado por el 155. Como encabezar la lista del PDeCAT le parecía poca cosa, se sacó de la manga la lista del president, propuesta de escaso recorrido, ya que cada partido independentista prefiere presentarse a las elecciones por su cuenta y riesgo. O sea, que de boquilla todos se apuntan a la tesis Rufián, según la cual lo fundamental es recolocar a Puigdemont donde le corresponde, pero a la hora de la verdad, pasan de él que da gusto, tal vez porque se han dado cuenta de que no hay república alguna que implementar y que vuelven al autonomismo tanto si les parece bien como si no.
ERC asume el autonomismo: a ver si ahora que podemos pillar cacho, lo vamos a enviar todo al carajo metiéndonos en la lista de un loser fugado a Bélgica
Intuyo que Puchi debe estar que trina. ¡Fúguese usted a Bélgica para esto, para que nadie mueva un dedo en vistas a poder volver y decir lo de Ja sóc aquí, como hizo Tarradellas en su momento! Es como si sus compañeros de aventura independentista lo diesen ya por amortizado e, incluso, empezasen a olvidarse de él, aunque lo visiten de vez en cuando para que se haga la ilusión de que sigue cortando el bacalao. Lo visitan, sí, personajes como Marta Rovira o Jaume Asens, pero para decirle que se olvide de ellos en la lista del president y se apañe con lo que pueda pillar (sin ir más lejos, Hèctor López Bofill, ¡pedazo de fichaje!). ¿Que no quiere usar la denominación PDeCat? No pasa nada. Junts per Catalunya es un nombre muy molón y, además, suena mejor que Junts per Puchi, que sería más sincero, pero menos comercial.
En ERC han asumido públicamente que hay que volver al autonomismo, sobre todo porque las encuestas les resultan favorables. Para el posible president Junqueras se habría tratado de cambiar el trullo por la Generalitat (su sustitución por Marta Rovira permite pensar que solo desea que lo suelten y volver tranquilamente a sus misas): eso es lo fundamental; una vez en el poder, ERC ya se las apañará para decirle a su parroquia que hay que tener paciencia, que la independencia llegará en una fecha no determinada de este siglo y que piano, piano, si va lontano. A ver si ahora que podemos pillar cacho, lo vamos a enviar todo al carajo metiéndonos en la lista de un loser fugado a Bélgica. Así pues, estimado Puchi, gracias por todo y mucha suerte con esos mítines por videoconferencia, pero comprende que, tal como está el patio, los restos de serie de Convergència son veneno para la taquilla.