Pablo Planas: “Puigdemont era un kamikaze y estaba predestinado al choque”
- El colaborador de Crónica Global acaba de publicar, junto al también periodista Iñaki Ellakuría, 'Puigdemont. El integrista que pudo romper España', una biografía que repasa y analiza la trayectoria política del expresidente de la Generalitat fugado
- Más información: Planas y Ellakuría presentan una biografía no oficial de Puigdemont: "No es un iluminado; sigue condicionando al Gobierno"
Carles Puigdemont continúa condicionando la vida política española siete años después de haber "fracturado social y políticamente a Cataluña" en el convulso otoño de 2017, cuando impulsó un referéndum ilegal y una declaración unilateral de independencia (DUI) en el Parlament siendo presidente de la Generalitat.
La trayectoria del líder de Junts ha estado marcada siempre por su radicalidad independentista. Desde su juventud hasta nuestros días en los que, todavía fugado de la justicia española, el Gobierno necesita sus votos para sacar adelante sus iniciativas.
De todo ello habla Puigdemont, El integrista que pudo romper España. Una biografía no autorizada escrita por los periodistas Pablo Planas -exdelegado de Abc en Cataluña y colaborador de Crónica Global-, e Iñaki Ellakuría, delegado de El Mundo en Cataluña, en la cual se repasan y analizan de forma exhaustiva sus vivencias hasta su fugaz regreso a Barcelona del pasado verano.
De esa mirada crítica sobre Puigdemont y el procés en general hablamos con Pablo Planas en esta entrevista.
- Artur Mas propuso a Puigdemont como sucesor al no lograr ser investido presidente de la Generalitat en 2016, cuando este era alcalde de Girona y la mayoría de la gente no le conocía. Mas sí sabía cómo era, ¿pero creyó que llegaría tan lejos, o se le fue de las manos?
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A Puigdemont lo nombraron para eso, para conducir el procés hasta el final. Él era una figura principal en el independentismo municipalista, era conocido en ese entorno, y tenía muy buena relación con la CUP. Y había que investir a alguien que tuviera el visto bueno de la CUP, una minoría que impuso un president cuyo único programa era ir al choque.
El único programa de Puigdemont era proclamar la independencia. Sólo al final, cuando vio que las cosas se ponían difíciles tras el 1-O, y tenía que dar pasos en firme hacia la ruptura, empezó a plantearse que, quizá, sería mejor convocar unas autonómicas que resolvieran el embrollo. Pero ERC, y Gabriel Rufián con su mensaje de las "155 monedas de plata", presionó para que fuera al choque. Curiosamente, son los mismos personajes que, después del trompazo final, han plegado velas y empiezan a decir que hay que negociar con el Estado, ampliar la base y que ese no es el camino.
Por otro lado, Puigdemont cuenta en sus memorias que lo único de lo que se arrepiente es de no haber seguido adelante cuando declaró la independencia en el Parlament el 10 de octubre, que suspendió al cabo de ocho segundos. Según él, ese fue su único error. Él era un kamikaze y estaba predestinado al choque.
- -¿Hasta qué punto la mala relación de Puigdemont con ERC y su presidente, Oriol Junqueras, han marcado y condicionan, aún hoy, la política en Cataluña?
- Son dos personas que se odian, desde el principio trascendió que ni se hablaban. Y ambos tienen atascada la política catalana en algún punto indeterminado de finales de 2017. Junqueras, por ejemplo, no asistió a la última reunión del Govern después de la DUI. Nadie sabía dónde estaba. Y Cuando Puigdemont dijo aquello de "el lunes, todo el mundo a los despachos", en realidad era un intento de engañar a Junqueras. Existen una serie de recelos y malfianzas por parte de esos dos personajes que, en parte, explican el colapso del procés y del independentismo.
- ¿Qué otros factores contribuyeron a desactivar el golpe secesionista?
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El discurso del Rey del 3 de octubre, dos días después del referéndum, es el principio del fin del procés. Y también la manifestación a favor de la unidad de España en Barcelona del 8-O de 2017. Allí ven por primera vez que las calles están en disputa, que no son sólo de los independentistas, y que eso de que "els carrers seran sempre nostres" no es verdad.
Ahí el secesionismo entró en una fase de pánico. Toda esa reacción tuvo una importancia capital en la fuga, y también la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña tras la DUI.
- Desde su huida a Bélgica, Puigdemont muestra cierto ánimo revanchista hacia España y sus instituciones. ¿Sigue siendo ese el motor de su acción política?
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A Puigdemont se le intenta asociar con un personaje frívolo, sin sustancia, escasamente preparado. Y no es así. Lo que pasa es que la política catalana entró en esos años en una dinámica del tipo ‘sujétame el cubata’. Seguían adelante con todo, sin calibrar en la envergadura del Estado al que se enfrentaban.
Ellos pensaban que se enfrentaban al Gobierno del PP, al cual ridiculizaban. Muchos independentistas han vivido en la idea de que España es un fracaso, un Estado fallido, un nido de corruptos. Fallan en ese cálculo, porque España no es un Gobierno, sino un Estado. Con sus herramientas para anular el procés. Pero se envalentonaron al ver que pasaban las semanas y el Estado no hacía nada para frenarles.
El Estado sólo empezó a actuar en septiembre de 2017, a partir del episodio del registro a la Conselleria de Economía del 20S. Ahí, le vio las orejas al lobo: vio que esa gente iba en serio, que había tenido el valor, el coraje, de rodear una consejería y a un destacamento de la Guardia Civil, encerrándoles dentro e impidiendo salir del edificio a la comitiva judicial.
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Entre los rasgos característicos de buena parte de los dirigentes secesionistas de Cataluña se encuentra la hispanofobia. ¿Cómo ve Puigdemont a España? Dicen en el libro que nunca ha entendido a Barcelona ni su cosmopolitismo...
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Barcelona es donde se habla más castellano de Cataluña, y eso es algo que no le gusta. Le parece una ciudad demasiado grande, demasiado abierta, hostil. El nacionalismo catalán siempre ha luchado contra ese cosmopolitismo barcelonés, siempre lo ha querido erradicar. Desean catalanizar algo que, para ellos, no es suficientemente catalán. A su modo de ver, Barcelona es más una ciudad de España que de la Cataluña que imaginan y tratan de crear.
La hispanofobia es, de hecho, una característica muy propia de los españoles cuando gobierna quien no les gusta. A veces, Puigdemont reconoce cosas buenas de España, aunque la desconoce, no sabe muy bien lo que es. Pujol, en cambio, sí la conocía muy bien, la recorrió de arriba abajo. Pero Puigdemont viene de esa generación de independentistas para los cuales es algo apreciable ignorar todo de España, desconocerla y vivir de espaldas al país como si no fuera suyo.
- Su intento de "internacionalizar" el procés ha sido un fracaso, visto el descrédito y la falta de apoyos del independentismo en el extranjero. Pero Puigdemont ha puesto en evidencia la falta de unidad judicial de la UE, ya que no ha sido posible extraditarle por algunos de los cargos que se le imputan…
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Ahí, por una parte, ha operado la leyenda negra que tiene España; y, por otra, el error del juez Pablo Llarena de no haber aceptado su extradición sólo por malversación, y no por rebelión, cuando lo detuvieron en Alemania.
España es un Estado fuerte de puertas adentro, pero de puertas hacia fuera es débil. La justicia belga se chotea de España. Y no es algo nuevo, porque Bélgica tampoco extraditó en su día a terroristas de ETA, al confundir terrorismo con disidencia.
Muchos jueces en Europa deben creer que entregar a Puigdemont a las autoridades españolas es poco menos que la antesala de un crimen y que le van a hacer mil maldades. Cuando, en realidad, puede que las cárceles españolas sean más habitables que las belgas u otras. España tiene el lastre de esa leyenda negra, de imagen tan extendida de que es un país cruel y vengativo.
- ¿Fue Puigdemont activo en la busca del apoyo de Rusia al procés o, más bien, fue cosa de personas de su entorno, como Víctor Terradellas? El día antes de la DUI, recibió en la Generalitat a dos emisarios rusos: Nikolai Sadovnikov y Sergei Motin…
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Yo creo que Puigdemont pensó que había que aprovecharlo todo, cualquier atisbo de apoyo. En 2014, Vladímir Putin hizo unas declaraciones quejándose de las supuestas injerencias de Europa en Rusia, y planteó qué se pensaría en Europa si él se metiera en el asunto de la secesión de Cataluña. Sobre esa pista actúan personajes como Víctor Terradellas o Francesc de Dalmases, que podemos considerar dos iluminados, pero que tenían un peso en Convergència (CDC).
A esto se sumaba esa locura de permitir que al Palau de la Generalitat entrara todo el mundo. Y si llegaban dos emisarios rusos, se les recibía en audiencia, y se hablaba con ellos de locuras como ese ofrecimiento de los 10.000 soldados rusos para proteger la independencia.
Puigdemont recibió a dos personajes siniestros de ese mundo, sin una función orgánica dentro del Kremlin, pero, en Cataluña, el independentismo interpretaba que eran dos enviados suyos. Y ese fue uno de los pocos apoyos que tuvieron a nivel internacional, junto al del senador norteamericano Dana Rohrabacher.
- ¿La amnistía ha resucitado a Puigdemont cuando estaba en su peor momento?
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Su partido, Junts, sólo tiene siete diputados en el Congreso. Sus resultados electorales han sido malos, pero, por aritmética parlamentaria, se convierten en una pieza nuclear en la gobernación de España. Es una paradoja, porque quien más detesta al país, al final, es el árbitro de su situación.
El PSOE le da y le cede mucho a Junts, se reúne con Puigdemont en el extranjero… pero, de momento, no ha conseguido ser amnistiado. Y quien mete la pata es quien redacta esa ley de amnistía. Entre esas eminencias se encuentran su abogado, Gonzalo Boye, u otros como Jaume Asens, que han hecho una ley que, según juristas bastante reputados, es un auténtico churro.
- Pero la causa de Tsunami Democràtic sí ha caído, a pesar de las sospechas de que algunos de los principales dirigentes independentistas estaban detrás...
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Se puede creer que la acusación por terrorismo de Tsunami Democràtic es exagerada, pero, al final, quien falla es un juez. Y se cae ese sumario en el que estaba implicado Puigdemont, y otras personas como los empresarios Xavier Vendrell u Oriol Soler, que no han tenido consecuencias penales, aunque formaban parte del llamado Estado mayor del procés, que sería el culpable de lo que ocurrió.
No deja de ser curioso que personajes como los exconsellers de Cultura, el fugado Lluís Puig, o de Interior, Joaquim Forn, que estuvieron en el cargo de julio a octubre de 2017, que apenas decidieron nada y que se dejaron llevar, fueron llamados a comparecer luego ante el Tribunal Supremo y les cayeron entre 9 y 13 años de cárcel. En cambio, algunos de los que estaban en el Estado mayor, como David Madí, Artur Mas o el propio Vendrell, decidían por dónde iba la política catalana y se han ido de rositas.
- ¿Puigdemont se implicó en Tsunami?
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En eso estaba implicado casi todo el mundo. Muchos medios anunciaron ese movimiento del Tsunami Democràtic, que al final se presentó tomando al asalto el aeropuerto de El Prat. ¿Con violencia? Pues algo de violencia hay que ejercer para tomarlo. ¿Que eso es terrorismo? Hay Códigos Penales de otros países que entienden que sí.
Lo que ocurre es que los independentistas catalanes tienen un rasgo muy característico, y es que se creen que la ley no les afecta, que están por encima de la ley, y que pueden convocar referéndums y hacer cosas por las bravas. No sé si viene de la época del pujolismo, pero algunos están convencidos de que son intocables. Y, claro, cuando les tocan es un drama. Se creen que se pueden subir a un coche de la Guardia Civil y ya está, aquí paz y después gloria. No les encaja que puedan ser sometidos a un juicio o que puedan ser acusados de haber cometido una ilegalidad.
- Y ahora parece que el procés se haya trasladado a Madrid. ¿El PSOE y el Gobierno han asumido el relato del independentismo, con sus cesiones?
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En el acuerdo que firmaron en Bruselas Santos Cerdán y Jordi Turull, como dirigentes del PSOE y de Junts, se asume el relato del independentismo. Se dice que los catalanes quieren votar en un referéndum, que existe una demanda mayoritaria, que se niega el "derecho a decidir"… Pero eso es algo funcional, es un documento del que seguramente el PSOE renegará dentro de unos años.
El PSOE de Pedro Sánchez asume el relato del procés como podría asumir el contrario, es un Partido Socialista, por decirlo pacíficamente, pragmático, práctico, no se detiene en cuestiones morales. Se trata de formar mayorías y gobernar. Y acepta una ley de amnistía a regañadientes.
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¿Qué buscaba Puigdemont con su regreso y posterior fuga de Barcelona el pasado 8 de agosto? ¿Reventar la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat, humillar a ERC por facilitarla? En el libro describen ese final sin detención como algo muy propio de la política catalana, un "éxito coral" en el que nadie se hace daño...
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¿A quién beneficia que Puigdemont venga y luego desaparezca otra vez? Beneficia a todas las partes, porque su detención le hubiera causado un estropicio mayúsculo a los Mossos d’Esquadra. Seguramente, el mosso que le hubiera puesto las esposas ya no podría vivir más en Cataluña, porque se le tildaría de traidor.
Con su detención, tampoco se habría producido, seguramente, la investidura de Salvador Illa. Y el apoyo de Junts al Gobierno hubiera quedado tocado y en entredicho. Es decir, sólo le hubiera convenido a la oposición, al PP, pero a nadie más.
- Hablan también en el libro de la complicidad de cierta oligarquía catalana, que coqueteó con el procés. ¿Ahora les molesta Puigdemont?
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Ahí hay dos cosas. El papel inicial de parte de la burguesía, del empresariado organizado catalán, que vio con buenos ojos el proceso porque creía que era un órdago que no iría a más. Creyeron que, si salía bien, obtendrían una mejor financiación y más poder y, si salía mal, se quedaría en agua de borrajas. No calibraron que iba en serio. Y en cierto modo lo subvencionan, lo pagan.
Y luego resulta que 7.000 empresas se fueron de Cataluña, y sus dos principales bancos se llevaron sus sedes sociales fuera de la autonomía. En aquel momento de gran tensión, mucha gente les pedía sacar el dinero del banco por miedo a perderlo con la independencia; y les ofrecieron hacer cuentas espejo en otras partes de España.
Del 1-O en adelante es, de hecho, la vez que más cerca hemos estado de un conflicto civil desde la guerra. Haber conducido a este país a esa tensión que hubo es la principal responsabilidad de Puigdemont.
- - Y, sin embargo, continúa siendo un referente del independentismo, e influyendo en el Gobierno...
- Los autores intelectuales del procés siguen en activo: Puigdemont y Junqueras, incluso Artur Mas a su modo… En ningún otro país gente que ha fracasado en un proyecto de esa envergadura podría seguir. En el trabajo, tampoco. Menos en política y menos en Cataluña.