Hace cinco años de los tristes 6 y 7 de septiembre, jornadas en las que el independentismo impulsó en el Parlament un fracasado intento de golpe de Estado contra la España entonces gobernada por el Partido Popular de Mariano Rajoy. Ese pulso fue la mecha que prendió el nacimiento de la extrema derecha de Santiago Abascal (Vox) y derivó en la huida de Carles Puigdemont en un maletero hacia Bélgica…

Hoy, cinco años después, y a las puertas del quinto aniversario del referéndum ilegal del 1-O, el independentismo está desnortado y dividido, hasta el punto de que la crisis entre los socios de Govern está tensionando el Ejecutivo hasta la casi ruptura. Cabe recordar que el president Pere Aragonès y ERC al completo se ausentaron en la última Diada precisamente por las discrepancias en el seno del secesionismo.

Hablando de la última Diada, apenas reunió a 150.000 manifestantes, por más que la ANC, convocante de la marcha, multiplicase esa cifra por cinco. El 11 de septiembre de 1977 tampoco hubo un millón de personas en el paseo de Gràcia, sino 220.000, que siguen siendo muchas, aunque entonces se pretendía responder al supuesto millón de españoles que Arriba decía que había defendido a Francisco Franco, puesto por la gracia de Dios y España, como decía el antiguo régimen del 18 de julio…

En otro orden de cosas, las encuestas dicen que los separatistas suman un 40% de los apoyos, lejos del 52% que dicen los indepes. Es mucho, sí, pero no tanto, porque el suflé se ha deshinchado al ver que ningún Estado democrático ha reconocido los postulados secesionistas…

El efecto inmediato a ese pulso, como he comentado, ha sido el nacimiento del nacionalismo español con la encarnación en el partido Vox. Este nacionalismo es el mismo que ha pasado en Italia, Suecia, Polonia y Hungría por motivos diferentes.

El 8 de octubre del 2017 y a finales de ese mismo mes cientos de miles de catalanes contrarios a la independencia se manifestaron pese a que la víspera TV3 decía que esas dos concentraciones habían sido convocadas Vox…

Pero en todas las ciudades españolas y catalanas la gente había puesto en los balcones la bandera nacional. De eso hace cinco años…