José Luis Bonet, presidente de Freixenet y de la Cámara de Comercio de España, advirtió esta semana de que “la economía catalana está empeorando poco a poco”. La causa del deterioro --dijo-- radica en las tensiones de todo orden provocadas por los partidos y los políticos separatistas.

Hace algo más de un año, Cataluña encabezaba con holgura el crecimiento del país. En octubre, tras el fallido golpe de Estado, pasó al furgón de cola.

Luego sobrevino la timorata aplicación del artículo 155, al estilo cachazudo de Mariano Rajoy, y la situación tornó a normalizarse. Ahora, tras los últimos dislates de Quim Torra y sus secuaces, vuelve a encontrarse en una situación comprometida.

José Luis Bonet no habla a humo de pajas. En efecto, los datos y los indicadores de dominio común empiezan a ser alarmantes. Veamos unos pocos ejemplos, ninguno de ellos de cariz satisfactorio.

Tal como asevera este ilustre empresario, hace poco más de un año, en agosto de 2017, Cataluña lideraba el alza del producto nacional bruto con un 3,8%, frente al 3,5% que arrojaba el resto de España.

En agosto último, ambas magnitudes ya se han dado la vuelta. España avanza al ritmo del 2,9%, mientras Cataluña lo hace al 2,5%. La previsión para el cierre del año apunta a que España terminará con un progreso del PIB del orden del 2,7%, frente al 2% de Cataluña. La diferencia es de nada menos que un 35%.

Durante el primer semestre, el flujo de inversión extranjera menguó en esta comunidad un 41%. Pasó de 1.679 a 992 millones de euros, según acreditan las estadísticas del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. En el mismo periodo, Madrid logró una ascensión impresionante del 43%.

Así mismo languidece un sector de capital importancia como es el turismo. En julio y agosto, los meses de mayor afluencia foránea, las cuatro provincias del Principado han perdido casi 300.000 visitantes de otros países. La llegada de nacionales también se desmorona. Cae un 38%, equivalente a 755.000 personas menos. El derrumbe se ha hecho especialmente visible en la costa de Tarragona.

Otro dato inquietante es la fuga de depósitos bancarios. Se volatilizaron a raíz del motín del uno de octubre y ya no han regresado. El valor de los fondos esfumados se cifra en casi 30.000 millones. La diáspora se traduce en que Cataluña ha pasado de representar un 16% de los recursos líquidos totales de España, a un 13%. Dicho en román paladino, de cada seis euros que almacenaban las cuentas bancarias catalanas, uno se ha largado con viento fresco.

Por último, dos magnitudes negativas más. Una es la creación de nuevas empresas. Se ha desplomado casi un 10%. La otra, los concursos de acreedores o quiebras empresariales, que Crónica Global facilita a sus lectores semanalmente. Se han disparado en el intervalo enero-septiembre de 472 a 612, es decir, un 30% más.

Mientras la economía autonómica se cuartea a marchas forzadas y los indicadores económicos se debilitan o se tiñen de rojo, he aquí que el racista Quim Torra sigue día tras día con su pertinaz campaña de agitación y propaganda.

El magín de este siniestro personaje no alberga otra idea que no sea la independencia de Cataluña. A tal fin está consagrada en exclusiva su agenda diaria, y de ahí no le sacan. Sólo tiene tiempo para viajar a Waterloo, donde el forajido Puigdemont le dicta como a un títere los siguientes pasos que ha de dar.

Cataluña, cuna del seny, parece haber entrado en una sinrazón absoluta, dirigida por una banda de orates a cual más desquiciado y sectario.

El otro día compareció ante los medios la consejera de Empresa, Àngels Chacón. Quería dar a la luz un informe sobre la fuga de empresas. El trabajo está manipulado de la cruz a la raya por su departamento. Como era previsible, la lumbrera de Chacón quitó todo el hierro al asunto. Dijo que la estampida se “limita” a 2.500 sociedades y que los efectos de tamaña evasión han sido “nulos”.

Antes se pilla al mentiroso que al cojo. Según los registros mercantiles el éxodo supera las 5.200 compañías, sólo desde octubre de 2017.

Chacón añadió, como si fuera una nimiedad, que esas 2.500 empresas facturan ¡100.000 millones de euros! No está de más recordar que el PIB catalán suma 220.000 millones. Este año 2018, por primera vez en toda la historia, la Comunidad de Madrid podría superar a Cataluña.

En cuarenta años de autogobierno y centrifugación de competencias, la Generalitat ha gestionado el territorio con más autarquía que muchos Estados. Pero las perspectivas económicas se vislumbran más oscuras que nunca. Este es el aciago balance de la larga sucesión de Gobiernos nacionalistas y secesionistas.