El País ha vuelto a sus orígenes. Ha vuelto a aquellos momentos en los que desde el diario se le decía al Gobierno socialista de turno cómo, por qué, cuándo y con qué objetivo se debía hacer tal y cual cosa. Y, lo más importante, cuándo no hacerla.
Esta relación entre el medio de comunicación y el PSOE se rompió en la época de Zapatero. No sentó nada bien que el presidente apadrinara la idea de fundar el diario Público o abriera las puertas de La Sexta a empresas alejadas del Grupo Prisa. No le sentó bien a la dirección del diario y tuvieron que sudar la camiseta ZP y su secretario de Estado de Comunicación, Miguel Barroso, hoy miembro del consejo de administración de El País.
Barroso, desde su diario, se ha puesto estupendo y ha reclamado su puesto de guardián de las esencias socialistas en la designación de Miguel Ángel Oliver como presidente de la Agencia Efe calificando como dictadura la decisión del presidente Sánchez. O sea, ahora Barroso hace lo mismo que le hicieron a él en su momento, decir desde un medio de comunicación cómo deben hacerse las cosas.
El País cree que debe ser el que decide a quién nombra el Gobierno y a quién no. Oliver es un periodista y su paso por la secretaría de Estado no le quitó un ápice eso mismo: ser periodista. Se le criticó mucho y en algunas cosas sin razón, pero recuerden que se llegó a decir que quería poner en marcha una oficina para censurar a los medios. La patraña, esotérica, no se aguantaba, pero duró semanas. El problema quizá radica en que Oliver no está controlado por El País y su todopoderoso Barroso. Ese es el problema.
También conviene reseñar que El País comete un error de bulto. De principiante. O es mala fe o es inconsistencia profesional. Acusan a Oliver de ser un nombramiento político por ser secretario de Estado de Comunicación. Y olvidan que la expresidenta de la agencia Gabriela Cañas fue directora general de la Secretaría de Estado de Comunicación desde 2006 a 2008. El error es mayúsculo. Ciertamente Cañas no coincidió con Barroso, que puso pies en polvorosa de la Secretaría de Estado en septiembre de 2005. Un año y medio después de su nombramiento dejó la política por la empresa privada, aunque jamás dejó la política y siempre estuvo en la sala de máquinas del PSOE.
Pedro Sánchez llegó a la secretaría general del PSOE en 2016 y sus relaciones con El País nunca fueron las mejores. En el diario no solo se añoraba a Felipe González, sino, sobre todo, a Alfredo Pérez Rubalcaba. En esa época, en los cenáculos socialistas se referían al periódico como “Comando Rubalcaba”. Las relaciones parece que se han retomado. El editorial del martes de esta semana, Amnistía necesaria, así lo corrobora porque el periódico solo ha hablado de amnistía cuando el presidente la ha planteado.
Sin embargo, no controlar la presidencia de Efe no ha gustado a quienes quieren ser los nuevos Napoleones de la política. Control de un medio de comunicación privado e influencia decisiva en los medios públicos. Que se lo digan a José Manuel Pérez Tornero, que por enfrentarse a ese poder acabó dimitiendo de presidente de TVE y tuvo que soportar acusaciones –todo un caso de lawfare publicadas en El País– que lo desprestigiaban personal y profesionalmente. Ahora tiene que soportar estas críticas Oliver que no abandonó su cargo para usar la puerta giratoria en una multinacional, sino que, ¡fíjense!, volvió a su empresa a trabajar. De periodista, of course. Por cierto, igual que José Antonio Vera, que de presidente de Efe volvió de nuevo a La Razón, también de periodista.