Tras el puente del Primero de Mayo y del Dos de Mayo el consenso entre los dos grandes partidos se sumerge. PSOE y PP parecen incapaces de cohesionar la fortaleza-España ante el nuevo orden internacional, definido por el fin de la simetría informativa (ciudadanos-políticos) y el éxito de un modelo en el que la transparencia no se pide, se toma directamente de la red.
A Sánchez le cuesta encontrar puntos de acuerdo fuera de su libreto y Núñez Fejóo suena a vacío cuando habla de avanzar lejos de la crispación. El pacto en materia de política económica es la única salida real ante las consecuencias de la guerra, que tiñen el futuro de estanflación, subida de tipos de interés y fin de la compra de deuda pública por parte del BCE. Media Europa aplaudiría la pax hispana, ahora que Francia está dualizada ante las legislativas de junio e Italia sometida a los vaivenes del Enigma Draghi --título de la biografía escrita por Marco Cecchini-- ahora que Berlusconi y Salvini están siendo desbancados en los sondeos por el partido Hermanos de Italia de Giorgia Meloni, la derecha hegemónica.
Pegasus es el último escollo: Sánchez ha sido espiado, pero Feijóo señala que al presidente le viene bien esta "casualidad no menor” --resabio marianista-- para tapar el ruido de sus socios de ERC. Es decir, qui prodest? ¿A quién beneficia el dato? Sea como sea, el móvil encriptado del presidente de Gobierno fue seguido y vaciado por Pegasus en 2021, coincidiendo con los asaltos a la valla de Ceuta, los mismos días en los que el Gobierno decidía los indultos a los líderes del procés.
Pegasus, O voi che qui entrate, leyó Dante en la puerta del Infierno. Un total de 14 jefes de Estado han sido espiados, entre ellos Johnson y Macron. Mohamed VI de Marruecos también, pero dada la concomitancia entre Pegasus y Rabat, bien podía tratarse de lo que los expertos llaman la llave de judo: sí te espían, aprovecha el canal para colocar mensajes equívocos en la red del otro. Todo esto no es ninguna broma. Es la hora de protegerse y la mejor forma de hacerlo sería la entente bipartita que refuerce la imagen del aparato de Estado y genere la estabilidad, que pide el mundo económico. Pero, ni modo: Sánchez presenta unas formas manifiestamente mejorables y Feijóo le rebate con argumentos falaces.
El lunes, Dos de Mayo, a Feijóo le resultó imposible desmarcarse de Ayuso, en el baño de masas de la Casa de Correos de Madrid. En su discurso, la presidenta de la Comunidad habló de España, no de Madrid, y le hizo sombra a su jefe sin necesidad de recitar esta vez el Oigo, patria, tu aflicción. Como es bien conocido, Ayuso habló de visigodos, de Napoleón y del “PP pandillero”, un corta y pega tendencioso de MAR sobre la conocida letra de Sabina.
Dicen que las últimas bocanadas de la legislatura se verán en la comisión de secretos oficiales, por boca de la directora del CNI, Paz Esteban, especializada en integridad territorial, terrorismo y narcotráfico. El Ejecutivo no mendigará el voto de los soberanistas en el Congreso. Si no hay pacto bipartidista, Sánchez se enrocará hasta después de las municipales de 2023 por respeto al calendario y por temor a un batacazo. Solo estamos entrando en la larga noche de una economía de guerra, cuyos efectos pueden tardar años en disiparse.