¿Cuánto vale una expectativa? Ese es, en principio, el valor de las empresas en bolsa, lo que los inversores creen que valdrá en el futuro. Y esas expectativas llevan a situaciones tan extrañas como que prácticamente toda la banca europea cotiza por debajo de su valor en libros, es decir que si adquiriésemos un banco por lo que vale en bolsa y lo liquidásemos sacaríamos un 30% o 40% de rentabilidad, o que compañías con pocos o hasta ningún ingreso valen millonadas.
Hace un par de semanas salió a bolsa una compañía norteamericana especializada en la fabricación y venta de todoterrenos y pickups eléctricos. Una especie de Tesla especializada en vehículos industriales. Que Rivian cotice alto no es una sorpresa debido a las expectativas que genera el coche eléctrico, claro que valga más que el líder mundial, Volkswagen, sin haber vendido todavía ni un solo coche parece un disparate.
Cuando hay un exceso de liquidez, como ahora, la economía financiera se inventa nuevas maneras para valorar empresas. Normalmente se valoran en función de los beneficios futuros, o comparando con empresas similares algún parámetro (ventas o Ebitda). Así hablamos de valoración por múltiplos: dos veces ventas o cinco veces Ebitda son valoraciones frecuentes. Pero para empresas que nunca han ganado un euro o como en el caso de Rivian ni siquiera tienen ventas registradas, lo importante es la valoración que hace el último inversor. Si por algún motivo alguien ha comprado un 1% de una compañía por 1.000 millones, toda la compañía se valora por 100.000 millones. Es el juego de la sillita financiera, el riesgo para el que se queda. En bolsa sucede lo mismo, el precio lo fija la última transacción de compra venta.
Si vemos lo que valen en bolsa o en mercados no líquidos muchas empresas digitales estamos ante una burbuja gigantesca. La gran mayoría tienen que bajar de precio porque no van a romper las reglas del juego. Los “neobancos” se quedan con una parte, no muy rentable, del negocio bancario. Y los fabricantes de coches eléctricos no han descubierto la luna. Los coches eléctricos de cualquier fabricante “tradicional” serán igual o mejores que los de Tesla o Rivian. Como muestra la espectacular plataforma eléctrica del Grupo Volkswagen (MEB) de la que se derivarán más de 20 modelos de sus cuatro marcas principales. Coches mejores, y más baratos. Es insano que Tesla valga 10 veces más que todo el grupo Volkswagen, con un volumen casi 20 veces inferior, o que Rivian valga lo mismo, sin ventas registradas hasta la fecha. Estas valoraciones asumen que Tesla y Rivian harán cerrar a todos los demás fabricantes y eso no se va a producir, entre otras cosas porque sus coches son técnicamente peores y su red de distribución y mantenimiento está a años luz de la de los fabricantes “tradicionales”.
La locura financiera es tal que existen en bolsa vehículos especiales para absorber nuevas empresas. Los SPAC son "compañías de cheque en blanco", entidades que no tienen otro plan que participar en una fusión o adquisición de otra empresa para sacarla a bolsa por la puerta de atrás. Los SPAC realizan todos los trámites para salir a bolsa y luego absorben a una empresa que aspire a cotizar rápido. De locos.
De igual modo que la burbuja de internet pinchó, y que la burbuja financiera pinchó, la burbuja digital pinchará y se llevará por delante el ahorro de muchos incautos inversores porque los profesionales del dinero hace tiempo que salieron de estos valores tan “exuberantes”. Rockefeller vendía todas sus acciones cuando su limpiabotas le recomendaba invertir en bolsa. Ojo con los valores de moda, con el bitcoin y con los unicornios. Los pelotazos los han dado ya otros y el que entra ahora solo es carnaza para enriquecer aún más a los que ya son ricos.