El Grup Koiné está formado por los autores y promotores del tristemente célebre Manifiesto Koiné, presentado en marzo de 2016 en la UB. El Grupo está en Twitter desde hace medio año, así que aquellos que pudieran pensar que lo del Manifiesto fue un acto puntual, van errados. El Grup Koiné es un grupo de presión muy activo. Que también esté en Twitter es una muestra de que, desde 2016, quiere hacerse oír en cuántos más espacios, mejor.
Respecto a los miembros, la propia cuenta de Twitter explica que el grupo está formado por “por profesores, traductores, correctores, escritores y editores, todos ellos vinculados con el catalán”. Cuenta con algunos miembros célebres como Joaquim Arenas, Angels Folch o Josep M. Virgili i Ortiga, todos ellos vinculados al desarrollo de la inmersión lingüística. Como grupo organizado dentro del activismo lingüístico nacionalista, el Grup Koiné forma parte de la red de asociaciones defensoras del catalán y, como la mayoría de ellas, es de línea dura.
Encontrarse con ellos en Twitter es una oportunidad de descubrir los puntos esenciales de su doctrinario. Hay un sintagma que se repite sin cesar y que actúa como justificante de toda acción que proponen: la sustitución lingüística.
La sustitución lingüística es el puntal del ideario Koiné y la premisa de todo su pensamiento. Responde a la idea de que como catalanohablantes están siendo víctimas de un planificado proceso de sustitución lingüística por parte de los poderes del Estado. Este Otro enemigo conspira para acabar con el catalán y sustituir esta lengua por el español. Aniquilada la lengua, afirman, se llegará a la cancelación de la identidad catalana porque la lengua “es el alma de la nación catalana”. La lectura de las comunicaciones públicas del Grupo Koiné muestra, en vivo y en directo, a unos individuos obsesionados, con una mentalidad de pueblo asediado, que se sienten compelidos a dedicar todas sus energías a defenderse del malvado Otro que busca finiquitar su identidad catalana.
Para los miembros del Grupo Koine no hay ninguna diferencia entre el conocimiento, uso y valor del catalán en la democracia que en la dictadura. El catalán es una lengua siempre víctima.
A pesar de que la base de su pensamiento es que son víctimas de un proceso de sustitución lingüística, no ofrecen datos que demuestren estas supuestas prácticas encaminadas a sustituir el catalán por el castellano. No hay pruebas de que lo se denuncia si exceptuamos algún artículo de Libertad Digital o de El Mundo, o algún exabrupto por parte de algún dirigente de Vox o del PP. Nada tangible; todo ello es una ensoñación.
El que todo ello sea una ensoñación, no obstante, no debería llevarnos a abandonar la cuestión demasiado pronto. Si nos detenemos un momento y profundizamos en el sintagma sustitución lingüística, constatamos que este término nos conduce a interesantes reflexiones. La primera pregunta que nos hacemos es: en realidad, ¿quién intenta sustituir a quién?
Observemos este anuncio. Es parte integrante de la campaña de 2018 El català, lengua comuna, lanzada por la Plataforma per la Llengua, asociación hermana del Grup Koiné, con la que comparte todo el ideario. En el anuncio nos encontramos con que, efectivamente, hay un intento de sustitución lingüística pero no en la dirección que el Grup Koiné lamenta en sus escritos.
Este es el anuncio:
Claramente, los Koiné y el universo de las asociaciones de defensa del catalán copadas por hardliners no buscan la convivencia de lenguas sino el establecimiento del catalán como la lengua única de Cataluña. Una campaña que sí buscara la convivencia de lenguas llevaría a cabo un mensaje en esta línea:
Amb els meus pares parlava sempre en castellà. Amb la meva filla també parlo en castellà i a vegades juguem i cantem en català. Amb la meva parella parlem gairebé sempre en català. I ara, a casa dels meus pares, hi ha una barreja de llengües constant quan hi som tots encara que jo, amb ells, segueixo parlant en castellà.
Los Koiné y la red de defensores del catalán están enamorados de la lengua única. Es un ideal que jamás llegarán a cumplir ya que Cataluña es bilingüe desde hace siglos y no tiene visos de que ello cambie. Los Koiné no quieren reconocer que su sintagma predilecto, la sustitución lingüística, es una ensoñación y que una Cataluña monolingüe es, simplemente, un ideal. No quieren reconocerlo e insisten en tratar lo primero como una realidad presente y lo segundo como una realidad alcanzable. Toda esta ficción les sitúa, inevitablemente, en una perenne frustración, en un eterno enfado y en un creciente extremismo. Y allá siguen y seguirán: no les queda más que su intransigencia y radicalismo.