Esta semana falleció Ramon Bagó Agulló, a los 84 años. Compaginó las facetas de empresario y político convergente, pero no de forma sucesiva, sino a la vez y durante un dilatado periodo. A lo largo de su carrera, acaparó enchufes públicos a destajo, mientras desde su grupo empresarial anudaba pingües trasiegos con los organismos y entes de los que era jerarca. Esa mescolanza chirriante le ocasionará algún que otro problema, pero sobre todo le proporciona una considerable fortuna.
Inicia su trayectoria política en 1979 como alcalde de Calella, su pueblo natal. Continúa en el puesto hasta 1991. Al propio tiempo, entre 1980 y 1984 ejerce de director general de Turismo de la Generalitat, a las órdenes del conseller Francesc Sanuy.
Tiempo atrás, escuché de Sanuy unas consideraciones cáusticas acerca de Bagó. Explicaba cómo se gestó el fichaje de ese personaje en los términos siguientes. “Cuando yo llego a Turismo, nombro a todos los mandos entre gente de indiscutible profesionalidad. Pero un día me llaman para pedirme que al menos designe a alguien del partido. Y me recomiendan encendidamente a Ramon Bagó. No tengo más remedio que contratarlo. Luego observo que utiliza su posición para hacer toda clase de enjuagues obscenos con empresas de su propiedad”. Ahorro al lector los epítetos de grueso calibre que Sanuy propina a la conducta de su subordinado.
Acaparó enchufes públicos a destajo, mientras desde su grupo empresarial anudaba pingües trasiegos con los organismos y entes de los que era jerarca, amasando una considerable fortuna
Entre otros muchos sitiales, el político-negociante disfruta de la jefatura máxima del Consorcio Hospitalario de Cataluña entre 1983 y 1991. Su sed insaciable de acomodos le lleva asimismo a figurar en los órganos de gobierno de la Diputación de Barcelona.
Antes de que todo ello ocurra, en 1975 participa en la creación de su obra magna, la cooperativa Serveis Mancomunats d'Hostaleria i Similars (Serhs). En ella va de la mano de sus socios Josep Janer y Cristóbal Villegas. En 1987, Serhs se transforma en sociedad. Desde el primer momento se le nombra para ocupar la presidencia. En ella se ha mantenido hasta su fallecimiento.
El revoltijo público-privado articulado por nuestro personaje estalla en 2012. A la sazón, la oficina antifraude de Cataluña abre unas pesquisas sobre lo que da en llamarse el caso Bagó. Se tiene conocimiento de que varios hospitales catalanes encomiendan servicios a las empresas de Grupo Serhs. Casualmente, Bagó lidera Serhs y, a la vez, es alto directivo de los centros sanitarios a los que Serhs cursa suministros. Es decir, Bagó se sienta tan campante a ambos lados de la mesa de las transacciones.
Dos años después, la fiscalía archiva el caso. Aprecia la existencia de numerosas irregularidades. Pero confiesa que sus indagaciones no han logrado reunir pruebas suficientes. Eso sí, el fiscal afea “la flagrante incompatibilidad de los cargos que ostentó Bagó y el uso de contactos políticos para favorecer sus intereses”.
Bagó se sentó tan campante a ambos lados de la mesa de las transacciones de los hospitales catalanes
A lo largo de los últimos lustros, Serhs ha recibido multitud de adjudicaciones, por valor de decenas de millones de euros. El número de aquellas es incontable. Y los beneficios obtenidos, opíparos.
Entre otros menesteres, Serhs tiene o ha tenido a su cargo los comedores de las cárceles catalanas, del departamento de Trabajo y del hospital de Badalona; la explotación del alojamiento y el restaurante de la estación de montaña del valle de Núria; la cocina y cafetería de las residencias de mayores en Badalona y Mataró; la restauración de la Corporación de Salud del Maresme.
Gracias a sus múltiples actividades, Serhs es hoy un potente conglomerado compuesto por setenta empresas. Cuenta con unos fondos propios de 70 millones y gira cerca de 400 millones anuales. La acumulación de tan formidable patrimonio no se explicaría sin los estrechos lazos que Bagó cultiva durante casi cuarenta años con el poder convergente.
De ahí que forme parte por derecho propio del selecto ramillete de hombres de negocios que rodearon a Jordi Pujol Soley y amasaron caudalosas riquezas al calor de las concesiones oficiales.