La próxima semana tendrán lugar las elecciones estadounidenses. Como siempre, generan una amplia expectación por tratarse de la primera potencia, tan es así que muchos piensan que deberíamos votar todos. En esta ocasión el interés es mayor al presentarse un candidato para muchos inesperado, como es el caso de Donald Trump.
Personalmente, ninguno de los dos candidatos coinciden con mis planteamientos ideológicos, cosa que si ocurría con Bernie Sanders, que concurrió a las primarias demócratas y que fue tumbado, con prácticas no muy democráticas, por el establishment del partido.
Mi voto iría para Trump por representar en estos momentos una bofetada a esos poderes fácticos del mundo empresarial y financiero que condicionan nuestras vidas desde la sombra
Siendo pues los que son, y en caso de poder votar, mi voto iría para el magnate republicano, por representar en estos momentos una bofetada a esos poderes fácticos del mundo empresarial y financiero que condicionan nuestras vidas desde la sombra.
Hillary Clinton, más allá de sus discursos y promesas etéreas, es el continuismo de una política llena de ilusiones y pocas realidades como la de Barack Obama, y lo que es peor, amiga de los poderes financieros de Wall Street, que son los que nos han llevado a la crisis económica actual. Nada en la candidata demócrata hace pensar que vaya a cambiar alguna cosa de la situación de impunidad en la que se mueven estos poderes. De hecho, aún tendrán más poder por ser ellos quienes le financian su campaña. Hillary es la sonrisa del régimen que sirve para engañar al pueblo con falsas promesas de cambio, para que en el fondo todo siga igual.
Hillary es la sonrisa del régimen que sirve para engañar al pueblo con falsas promesas de cambio, para que en el fondo todo siga igual
Trump, por el contrario, pone en solfa a estos poderes, más por interés propio desde luego, pero como mínimo les dice a la cara lo que piensa y es contrario a los tratados de libre comercio que sólo servirán para que campen a sus anchas las multinacionales, provocando más miseria en la clase obrera y en los más desfavorecidos. Por todo ello, el establishment se ha conjurado contra él. Es lo que le ocurre a quien va contra estos poderes. En España tenemos ejemplos recientes.
Por esta razón entre otras, mi voto y mi deseo es que Donald Trump gane las elecciones del próximo 8 de noviembre. Y también, por qué no decirlo, por ver las caras que le quedarían a todos los pijoprogres que pululan por Europa y a tertulianos y opinadores al servicio del poder que pueblan los medios de comunicación. Si me reí tras el Brexit, una victoria de Trump haría que mis carcajadas se oyeran hasta en la Casa Blanca. Trump for president.