Mapa de Pedro Teixeira del Reino de Andalucía (1634)

Mapa de Pedro Teixeira del Reino de Andalucía (1634)

Ensayo

Las Andalucías de Manuel Peña

Comares publica ‘Andalucía, pasado y presente’, una historia del Sur basada en relatos y personajes periféricos y alejada de los dogmas sobre la identidad

30 abril, 2021 00:10

Cuando se habla del pasado de Andalucía –como casi de cualquier otro territorio– hay que aceptar que uno se balancea a veces sobre el caos. Una de las dificultades a las que enfrentarnos, en este caso concreto, es la acumulación de mitos y tópicos, muchos de ellos untados, al decir de Ortega y Gasset, por esa “propensión de los andaluces a representarse y ser mimos de sí mismos”. De todo lo que realmente fue quedan, no obstante, las huellas, las piedras y los mapas, pero también una condición inquietante de cruce de caminos, de espacio de batallas, de vieja tierra cansada de cosechas. Porque Andalucía es, exactamente, el resultado de muchas convulsiones juntas. 

Lo sabe (y dice) bien el historiador Manuel Peña Díaz, quien ha echado la vista atrás a ese pedazo de tierra con un libro, Andalucía, pasado y presente. Una mirada heterodoxa, que es una expedición de siglos, un traveling en verde y blanco, una ventana desde la que asomarse a las invisibles clases populares y a las actividades fuera de norma. En el fondo, el volumen –publicado por la editorial Comares– es la materialización de un proyecto intelectual que apuesta por ir disolviendo la rutina de los lugares comunes en favor de una lógica contrastada que no se impone, sino que se arma con todo aquello que está debajo de la evidencia.

El historiador Manuel Peña Díaz

El historiador Manuel Peña Díaz

No es extraño, por tanto, que Peña Díaz tenga predilección por los individuos y los acontecimientos singulares que explican fenómenos de gran calado, son síntomas de corrientes subterráneas o dan cuenta (todavía) de una construcción. “El lector podrá apreciar mi interés por señalar los mestizajes, intercambios, préstamos culturales y resistencias sociales como algunas de las ideas clave que mejor pueden ayudar a entender el pasado de nuestra comunidad, nunca desde el dogma ni desde la esencia, en todo caso desde la diversidad y la heterodoxia y siempre con un enfoque crítico ante cualquier forma de nacionalismo”, reconoce el autor en la introducción.   

Así, el historiador analiza, como si se tratase de un patchwork ‒un acertado símil utilizado en el prólogo del libro por Carlos Martínez Shaw, aludiendo a esos tapices hechos a retazos que sólo a su finalización cobran sentido‒, seres, hechos y lugares con vocación desmitificadora, arañando qué hay de real tras la máscara o, más bien, qué desvela ésta de su realidad. Ese argumento por acumulación viene dado por la fórmula elegida para construir el libro: dar nueva vida a textos publicados en obras colectivas y medios de comunicación –Crónica Global, entre ellos–, además de los enfoques que firmó en Andalucía en la Historia, revista que dirigió entre 2007 y 2020.    

Andalucía, pasado y presentePartidario de elaborar una historia desde abajo y otorgarle al azar su papel en el devenir de los acontecimientos, Peña Díaz combate con intensidad (otra vez) el fervor sospechoso de aquellos que se creen pueblos elegidos. De ahí su predilección por los relatos de ida y vuelta, como la repoblación catalana de Andalucía –en la Baja Edad Media y en el último tercio del siglo XVIII, principalmente– y la emigración andaluza a Cataluña de la segunda mitad del siglo XX. “En definitiva, sin los catalanes la historia de Andalucía nunca estará completa, sin los andaluces la historia de Cataluña es sencillamente incomprensible”, señala el también autor de Una historia no oficial de Cataluña (Crónica Global, 2019), con el que tantas similitudes tiene este título.  

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Cartel de propaganda institucional del referéndum de autonomía de 28 de febrero de 1980 / AGA

Otras veces pone el foco más en la gente que en los muñidores de tanto desastre. Ocurre así al examinar qué valoración se tenía sobre la alfabetización de las mujeres ante la proliferación de las representaciones de Santa Ana enseñando a leer a la Virgen en los siglos XVI y XVII o cómo, también en esas mismas fechas, la pobreza y el hambre, los elevados tributos, las ventas de cargos públicos o las enajenaciones de tierras de los municipios avivaron conflictos y explosiones populares. En palabras del franciscano y arbitrista Martínez de Mata, los españoles andaban entonces como “peces en poca agua”, dado que soportaban “intolerables cargas con tan pocas fuerzas”.

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Viajeros en la estación sevillana de Plaza de Armas con destino a Barcelona en el tren El catalán / ICAS/SAHP

Recorre, por esta misma vía, la tradicional desconfianza de la autoridad hacia las tabernas, consideradas como “una fuente de ociosidad, pendencias y contagio” porque el consumo excesivo de vino derivaba en las críticas desinhibidas hacia el poder. Al mismo tiempo descubre la permanente adaptación de la tauromaquia a los gustos de la afición y de los participantes (poderes civiles y eclesiásticos, empresarios, ganaderos y toreros) hasta alcanzar su edad de oro en las últimas décadas del XIX y primeras del siglo XX, con su expansión a Francia y muchos países americanos, para posteriormente quedar arrinconado al registrarse un cambio radical en las preferencias del público.   

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Por las páginas de Andalucía, pasado y presente pasan personajes olvidados que merecían mejor suerte, como Manuel María de Soto, masón y republicano, gran orador en el Andévalo onubense a comienzos del siglo XX, y otros más célebres como Isidoro de Sevilla, el conde duque de Olivares, el monarca Carlos III, Fernando Giner de los Ríos y el historiador Antonio Domínguez Ortiz, de quien se reivindica “su lección erudita y rebelde”. De Blas Infante –considerado padre de la patria andaluza–, Peña Díaz valora, sobre todo, su creencia de que “en la conciencia de la responsabilidad colectiva estaba el futuro de la sociedad andaluza, y española en general”. 

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De la suma de estas cincuenta piezas sale, a modo de cierre, una historia plural y breve de Andalucía, alejada de cualquier definición esencial e identitaria. Todo lo contrario: hay una clara apuesta por aproximarse a un territorio mestizo y en permanente transformación. “No se trata de plantear una historia comparada sino recuperar la historia en movimiento”, afirma Peña Díaz, quien suele pensar y lanzar ideas a una velocidad que no acepta nostalgias. Por eso mismo, concluye: “En definitiva, el desafío ha sido explicar la historia plural de Andalucía y combatir su manipulación y desmemoria”.