Eloy Tizón

Eloy Tizón CARMEN LAFUENTE (PÁGINAS DE ESPUMA)

Letras

Eloy Tizón: "La literatura es un objeto de salvación"

El escritor madrileño, todo un referente de la narrativa breve en español, publica Plegaria para pirómanos (Páginas de Espuma), una colección de relatos donde reflexiona sobre las formas de contar y reivindica la necesidad de no ceñirse a la ortodoxia de las fórmulas genéricas

14 septiembre, 2023 13:28

Su primer libro de relatos, Velocidad de los jardines, es un clásico. La historia reciente del relato en castellano no puede narrarse sin este libro que Eloy Tizón publicó en 1992 y que se ha convertido en un referente para las generaciones siguientes. Si bien es autor también de tres novelas, Tizón siempre ha militado del lado del relato y es precisamente con el género corto que se ha consagrado, como antes que él hicieron autores como Juan Eduardo Zúñiga o Cristina Fernández Cubas, a quien considera sus maestros.

Más de veinte años después y tras publicar en 2013 Técnicas de iluminación, Tizón nos presenta Plegaria para pirómanos (Páginas de Espuma), un libro donde los relatos están entrelazados a través del personaje de Erizo, que reencontramos en los cuentos y que funciona como hilo narrativo. A través de estos cuentos, Tizón narra distintas vidas; nos presenta la existencia desde perspectivas y lugares distintos, proponiéndonos, como se alude del propio título, una reflexión piadosa sobre la culpa. 

-Han pasado varios años desde su último libro de relatos. ¿Cuál ha sido el proceso de escritura de Plegaria para pirómanos? ¿Los relatos se escribieron desde el inicio pensando en un libro?

-Yo empecé a escribir los tres primeros relatos de manera independiente, sin prestar atención al hecho de que pudieran o no tener algo en común. Sin embargo, a medida que fui escribiendo me fui dando cuenta de que había una voz, un tono e, incluso, un ritmo que se repetían. De ahí que surgiera la idea de hacer un libro de cuentos entendido como obra circular, es decir, un libro en el que todos los cuentos tuvieran relación a través del personaje de Erizo. A veces es el narrador, otras, es el protagonista, también es un  personaje secundario. Cuando tuve esta idea sentí que podía tener un libro entre manos y trabajé de una manera más disciplinada y más consciente de que lo que quería hacer. 

Eloy Tizón

Eloy Tizón ISABEL WAGEMANN

-Todos sus libros de relatos se definen por poseer una unidad interna. No son meros recopilatorios. Sin embargo, en Plegaria para pirómanos, en parte gracias al personaje de Erizo, existe una gran continuidad entre un cuento y otro. ¿Se trata de un libro de relatos que quiere ser novela?

-Tengo que confesar que, cuando ya tenía escritos los primeros relatos sobre Erizo, yo mismo pregunté dudando si lo que tenía entre manos era un libro de cuentos o una posible novela fragmentaria. Y durante varios meses no supe ni tan siquiera yo cuál era la respuesta a esta pregunta, puesto que el proyecto hubiera podido decantarse hacia un lado o hacia el otro. Lo que hice, entonces, es dejar que fuera el propio libro que me diera las pistas y las respuestas. Ahora que ya está terminado y publicado puedo decir con toda seguridad que, a pesar de la unidad que tiene, si bien hay algún cuento que se escapa de esa órbita trazada por Erizo, me parecería muy engañoso hablar de novela para referirme a Plegaria para incendiarios. Es cierto que, con respecto a los otros libros de relatos que he escrito antes, este es el más unitario. No es algo nuevo, puesto que en literatura encontramos muchos ejemplos de libros de relatos que tienen una unidad que los acerca a la novela,  pero sí es algo nuevo para mí. Escribirlo supuso una especie de desafío. 

-Usted es autor de tres novelas. Sin embargo, hace años que no escribe una nueva. ¿Ha dejado atrás la novelística?

-A mí la novela me gusta. Solo tengo admiración hacia este género literario. Sin embargo, y no sé muy bien el porqué, mi evolución como escritor ha estado marcada por los relatos y, de hecho, han sido estos los que, con el transcurso de los años, han ido adquiriendo más peso. Supongo que se debe a que desde siempre me ha fascinado el cuento, el relato y, con el pasar el tiempo, lo que me fascina cada vez más no es el relato suelto, sino la posibilidad de pensar los relatos como libro. Esto es algo que me gusta mucho, que me da trabajo, pero es un reto que me excita. Por el momento, no tengo ninguna intención de escribir novela y ni tan siquiera sé si volveré a sentir la necesidad o el deseo de escribirla. 

'Velocidad de los jardines'

'Velocidad de los jardines' PÁGINAS DE ESPUMA

-El también escritor Daniel Monedero señala que en Plegaria para pirómanos logra captar una vida entera. Y, en efecto, lo hace, pero narrando vidas distintas unidas por la figura de Erizo.

-Efectivamente. Una cuestión que me resultaba muy atractiva de abordar es el hecho de que, a lo largo de una vida, todos vivimos vidas distintas. En una vida puede haber varias vidas. Si tomamos dos fragmentos separados en el tiempo de la biografía de cualquiera y no prestamos atención a la transición que lleva de uno a otro asistiremos a dos vidas distintas. Puede sonar exagerado, pero dos momentos vitales pueden ser completamente distintos aun perteneciendo a la biografía de una misma persona. Lo que he hecho en Plegaria para pirómanos es una especie de novela en la que he eliminado las transiciones, de ahí el sentido de los relatos. Me gusta esta especie de incoherencia que define la vida de alguien que, en un relato, es fotógrafo; en otro, tiene hijos y en otro es aprendiz de escritor. Estas presuntas incoherencias son propias de la biografía de cualquiera de nosotros, sobre todo en nuestro tiempo. Podemos leer el libro como una serie de relatos en torno al mismo personaje en diferentes biografías o en torno a diferentes personajes que se llaman en la misma manera y que comparten una biografía similar. Ahí queda la ambigüedad.

-Retoma algunas de las cuestiones centrales de su literatura: el tiempo y la inverosimilitud de narrarlo de forma lineal. 

-El tiempo es uno de los grandes temas de la literatura y, en mi caso, ha estado en el primer plano desde La velocidad de los jardines. Para mí, el tiempo es un enigma irresoluble que intento abordar desde mis posibilidades. Y aquí hago un intento de reflexionar sobre cómo se puede abordar el tiempo desde la narrativa. El hecho de coger un personaje en distintas épocas me da la posibilidad de hacer esta reflexión y ver cómo funciona el tiempo tanto en la biografía del personaje como en la propia narración. 

'Plegaria para pirómanos'

'Plegaria para pirómanos' PÁGINAS DE ESPUMA

-Los relatos están llenos de digresiones. ¿Una forma de defender la idea del cuento como algo abierto y no como una estructura cerrada?

-Yo me rebelo un poco contra esa idea del cuento como artefacto cerrado, perfecto, en el que todo encaja. En mi opinión, y esto es algo que he intentado demostrar a través de mis libros, es posible pensar otro modelo de cuento; es decir, pensar un cuento mucho más digresivo, con una arquitectura más relajada e, incluso, desdibujada. Para mí la digresión es un arma de libertad para enfrentarnos contra la dictadura de las estructuras demasiado rígidas. Me divierten estos desvíos que a veces coge la narración del relato. Quizás haya momentos en los que el lector piense que se me olvida lo que estoy contando o que me voy por las ramas, pero, en cada relato, intento arreglármelas para regresar al punto de partida, dejando algún hilo suelo, pero haciendo que los relatos no sean una suma de divagaciones. 

¿Nos hemos tomado demasiado en serio esa idea de Chejov de que, en un cuento, si aparece un clavo es porque el clavo debe servir para algo?

-Yo creo que sí. A mí me gusta que en lo relatos haya clavos que no sirvan para nada. Creo que los clavos que no sirven son liberadores para un género que –no sé por qué– tiende mucho al corsé y a las camisas de fuerza, al decálogo, al hecho de que todo tiene que ser de determinada manera. Me parece que el relato es un género mucho más flexible de lo que nos han enseñado. 

-De hecho, ha sido muchas veces un espacio para la experimentación. 

-Claro, precisamente por su dimensión más reducida. El cuento no es una novela concentrada. Siempre reivindico la capacidad que tiene el género corto de reinventarse, de hacer saltar las costurar, de ser un espacio para probar y experimentar con cosas nuevas… Todo esto está en el ADN del cuento y creo que es muy triste olvidarse de todo ello. 

'Técnicas de iluminación'

'Técnicas de iluminación' PÁGINAS DE ESPUMA

-En los relatos de este libro la reflexión sobre literatura, sobre el proceso de escritura, está presente que en obras anteriores suyas. 

-En casi todo los libros hay diseminadas toda una serie de referencias y reflexiones, pero es cierto que en este libro, empezando por el primer cuento, que es claramente metanarrativo, las reflexiones sobre literatura están más presentes. Para mí es una necesidad no limitarme a narrar y el reflexionar sobre el propio hecho de narrar y sus implicaciones. Creo que reflexiones de este tipo dan profundidad al relato.

- “Al final no tienes nada, absolutamente nada (…) lo que tienes es el cuento”. Con esta frase concluye el relato 'Mi vida entre caníbales'. ¿La escritura es lo único que queda?

-Esta es la fe que yo tengo. Esta frase refleja mi fe absoluta en la literatura. Todos en la vida pasamos por cataclismos, por momentos en los que parece que el mundo se hunde. Y, al final, aunque despojado de muchas cosas, a lo que te puedes aferrar es a esto, a una historia, a un relato. Esto es lo que me hace tener fe en la literatura. No es un mero objeto de entretenimiento, sino un objeto de salvación. Aunque pueda sonar algo fuerte esta afirmación, creo que es esencial seguir apostando por la literatura, a pesar de todo.

'Parpadeos'

'Parpadeos' ANAGRAMA

-¿A pesar de que, muchas veces, la literatura se convierte en espectáculo, en negocio; incluso, en negocio engañoso, como nos cuenta en el primer relato?

-Hay mucha ironía en este relato en el que aparece una escritora de éxito que tiene un agente detrás que le escribe los libros. No es una escritora, en realidad, es una marca. Desgraciadamente, esto es algo que vemos: escritores que son meras máscaras. Frente a esta escritora-marca, en el relato encontramos al escritor de culto, que no deja de ser también un cliché. Me refiero a un escritor leído por muy pocos y adorado por un círculo de adictos. Ambos representan dos formas de vivir de la literatura con la que no termino de simpatizar: obviamente, no simpatizo con el escritor-marca, pero tampoco del todo con ese escritor de culto tan venerado y para tan pocos lectores. De hecho, el lector de mi relato no termina de saber si ese desconocido autor es tan buen como nos dice el narrador.

-Lo que se pone en evidencia en el relato es que, en ambos casos, la atención está puesta en el autor y no en su obra. En otras palabras: se mitifica el autor, por su éxito o su carácter de culto, independientemente de su obra. 

-Sin duda. Pero tenemos que tener en cuenta que no leemos nunca de manera inocente. Es cierto que lo primero es la obra, el texto, pero no podemos obviar la mitología que rodea a muchos escritores. Pensemos en Pessoa, en Borges, Kafka, en Lispector… Para aquellos que somos apasionados en la literatura esta mitología no solo es interesante, sino que condiciona en parte nuestra lectura. Leemos a Borges desde su ceguera como leemos a tantos otros desde las vidas y las vicisitudes que han tenido. 

'Herido leve'

'Herido leve' PÁGINAS DE ESPUMA

-El primer relato lo dedica a su editor, Juan Casamayor.

-No es nada casual que sea justo este primer relato. La dedicatoria no es solo una forma de continuar con el juego metaliterario, sino también es un reconocimiento sincero a un editor que, en mi opinión, ha sido y es fundamental en la revitalización y en la defensa de un género que hace apenas dos décadas estaba menos considerado con respecto a ahora. Páginas de Espuma ha jugado, en este sentido, un papel importantísimo, obviamente, junto a otras editoriales. Pienso, por ejemplo, en Candaya que también ha defendido el cuento como un género literario tan digno como cualquier otro.

-¿Desde que publicara su primer libro de relatos cree que ha cambiado la percepción sobre el género? ¿Se ha dejado de preguntar a los autores de cuento cuándo se pasarán a la novela?

-Yo diría que las cosas han cambiado mucho. Hace unos años, lo primero que se preguntaba a un autor de relatos era, efectivamente, cuándo daría el salto a la novela. Ahora preguntas como esta o del tipo ¿por qué no vuelves a la novela? se oyen menos. Parece que se ha asumido que el relato no es la preparación de nada, sino que tiene un fin en sí mismo y es un objeto con una belleza propia. El autor de relatos no necesita la validación a través de ningún otro género.

Cuando empecé a publicar había menos consciencia de lo que significa y del valor que tiene un libro de relatos. Se ponía en foco en las antologías, había escritores que, entre novela y novela, publicaban algún relato por encargo, pero se echaban en falta libros de relatos. Hoy ya no es así: en los talleres de escritura, por ejemplo, los alumnos tienen muy claro que los libros de relatos no son una adición de textos reunidos por el azar, sino que exigen un trabajo riguroso a la hora de dotarlo de unidad, ordenar los relatos o crear un concepto. Los nuevos escritores tienen estas cuestiones muy presentes y esto es gracias a la labor realizada entre todos –editores, autores, periodistas culturales…– a la hora de hacer cierta pedagogía sobre qué es el cuento, qué importancia tiene y qué significa un libro de relatos. 

'Seda salvaje'

'Seda salvaje' ANAGRAMA

-Se acaba de reeditar El Columpio, la novela de Cristina Fernández Cubas, una autora que, como usted, ha escrito novelas, pero siempre ha militado en el relato. ¿Podríamos leer esta militancia, que usted comparte, como un posicionamiento delante no solo del género corto, sino de la literatura en general?

-Efectivamente, es como tú dices. Me gusta mucho que cites a Cristina Fernández Cubas porque, cuando empezaba, era uno de mis referentes. Es una autora con muchísima personalidad. Tiene novelas, pero es un icono del cuento en castellano. Cuando se empieza a escribir es importante tener referentes de este tipo en términos literarios y  éticos. La ética del escritor va más allá de sus libros, porque tiene que ver sobre cómo funciona su figura y cómo se proyecta a nivel social. Para los autores más jóvenes de relatos referentes como Cristina Fernández Cubas son esenciales porque demuestran que escribir relatos no es una rareza, como tampoco lo son los libros de relatos. No debemos pensarlos como libros de tiradas minúsculas e inencontrables. Tienen que circular con normalidad dentro del sistema literario. 

-Cristina Fernández Cubas ha trabajado mucho el género fantástico, rompiendo así con el dogma realista, algo que usted también cuestiona.  

-Cristina es una maestra de lo fantástico. En gran parte de la tradición latinoamericana lo fantástico está plenamente integrado a la historia del cuento. Yo bebo de esto, si bien mis cuentos no son fantásticos. Diría que lo que hago es bordear la posibilidad de lo fantástico. Mi sabotaje al realismo se realiza más bien desde la poesía: en mis relatos la narración no es ceñida ni escueta, sino que está torpedeada por efusiones líricas y por determinadas epifanías. Esto es lo que impide que mis cuentos puedan definirse como realistas o costumbristas. Se puede escapar de ese corsé realista de maneras distintas: mediante la fantasía y la imaginación o mediante un trabajo más interno del lenguaje para que el cuento no se convierta en una mera transposición de lo que vemos a nuestro alrededor. 

Eloy Tizon

Eloy Tizon ISABEL WAGEMANN

-Su sabotaje al dogma realista se realiza, en gran medida, a través de una ruptura con la referencialidad de las palabras.

-La literatura en su totalidad la podemos ver como una gran metáfora compuesta, a su vez, por otras metáforas. Es imprescindible no olvidar la dimensión metafórica del lenguaje, el hecho de que el lenguaje tiene el enorme potencial de crear mundos. Yo intento trabajar mucho esta dimensión del idioma. Abre ventanas.

-¿Leemos demasiado literalmente?

-Mis historias no se pueden tomar al pie de la letra, pero, más allá de mi caso, creo que siempre hay que leer con imaginación poética. Dicho esto, sí vivimos en un momento de excesiva literalidad. En literatura hay una infiltración de la mirada periodística que, en ocasiones, ofrece resultados interesantes, pero que, en otras ocasiones estrecha el campo de vista. La literatura puede ser testimonio, como lo ha sido muchas veces, pero también puede ser sueño, locura, epifanía, imaginación… Mis relatos son una reivindicación de toda esta literatura que me emociona como lector y que no quiero que se olvide.