Pasados los cincuenta… ¡todo es verdad y fragilidad!
- Daniela Krien, un fenómeno literario en Alemania, expone en ‘El fuego’ la crudeza de una relación de pareja con una crítica social demoledora no apta para ‘progresistas’
Un manual político ilustra. Un ensayo provoca la reflexión y lleva a preguntas que no sabemos contestar, con la visión particular de quien lo escribe. Pero, ¿qué papel puede tener hoy la literatura, denostada porque hemos decidido que ya no tendrá efectos prácticos y que las emociones que transmite es mejor guardarlas en un cajón? La literatura es para los valientes, para los que desean vivir con intensidad. Y quien puede hoy exigir ese adjetivo es Daniela Krien, (Neu Kalib, en la orilla norte del río Elba, en la que fue Alemania del Este, 1975), con una obra, El fuego, (Vegueta) que deja al lector pendiente de una historia que evidencia una máxima: pasados los cincuenta años, todo es verdad, pero también todo es frágil, a medida que se es capaz de interiorizar lo que somos y de respetar a quienes tenemos más cerca.
Krien pone de manifiesto la necesidad de la literatura para entender una determinada sociedad. En su caso es la alemana, que ha experimentado una transformación que, desde España, no se ha conocido en toda su dimensión. Ella es hija de la Alemania del Este, la que se reunifica, aunque es más bien una integración sin contemplaciones en la Alemania Federal, en el sistema capitalista que Estados Unidos quiso exhibir como contraposición al modelo comunista de la Unión Soviética. Esa Alemania del Este se apresuró y quiso hacer los deberes, pero las palabras nunca se olvidan: el ‘economato’ no era, precisamente, lo mismo que un supermercado. Otros escritores, como el gran Günter Grass, tuvieron claro que la ‘reunificación’ en 1990 fue, cuanto menos, precipitada. Y la protagonista, Rahel, sigue pronunciando, muchos años después, el mismo vocablo, ‘economato’, frente a la angustiada mirada de su hija Selma.
Pero es la Alemania actual la que señala Krien, con una historia familiar, la de una pareja que ya ha pasado de los cincuenta años, con hijos y nietos, que es capaz de mirarse mutuamente para, desde el respeto, la admiración y el cariño, asumir que el amor ha tomado otros ropajes, que la pasión quedó atrás, que redescubrir el sexo será una tarea árdua y que lo importante es el equilibrio que se ha alcanzado.
Se trata de El fuego, una novela que trastoca al lector, y que publicó Krien en alemán en 2021. Ha sido la editorial Vegueta, atenta a las novedades de la Europa de lengua alemana, la que ha traducido la obra, a cargo de Isabel García Adánez. Se trata de un fenómeno literario, después del éxito de la escritora con anteriores obras, como Algún día nos lo contaremos todo (2011) o El amor en caso de emergencia (2019).
La relación de amor de una pareja procedente de la Alemania del Este, que pasa un verano en una granja cerca de Dresde, --con una conexión total con la naturaleza y los animales-- da pie a una crítica despiadada de la sociedad contemporánea. ¿Hubo valores que podían haber sido rescatados? ¿El valor de la honestidad, del trabajo disciplinado? Rahel es psiquiatra, Peter es profesor universitario de literatura, superado por la moda de lo políticamente correcto. Alemán, cumpliendo con todos los tópicos del hombre germánico ordenado, meticuloso, silencioso y prudente, Peter ejerce de contrapunto de una Rahel impetuosa, que quiere conocer su pasado y desea recuperar la pasión.
Pero los dos dejan claro al lector lo que se juega la actual sociedad: “En tiempos de abundancia, la gente sale floja”, señala en un determinado pasaje Rahel.
Eso es. Niños que comen debajo de la mesa, sin que la madre quiera reprenderlos, porque podrían sufrir un trastorno alimenticio; dudas sobre qué hacer, si estudiar, ya de mayor, ilustración en otra ciudad distante, rompiendo con la actual pareja, con un amante de por medio; reproches continuos a la madre por querer más a su hermano, el varón; un hijo militar que cree en el país, aunque su padre ya no sepa qué país es… Incapacidad para comunicar lo que se piensa, pensar al máximo lo que se dirá, para no incurrir en errores fatales…Todo deja al lector con una sensación extraña, pero con la convicción de que está leyendo ‘verdad’, de que la literatura puede explicarnos mejor que un ensayo político o sociológico lo que sucede en nuestro alrededor.
Hay una cierta animadversión a la literatura de ideas, a la narrativa que quiere dar un paso más, que indaga en los excesos o en las carencias de unos seres humanos confundidos, que buscan, pero no saben qué quieren encontrar. Pero esa literatura es útil, conmueve y sana. Eso lo plasma Daniela Krien con otra historia de fondo que el potencial lector deberá valorar.
Y una que se constata y que a todos los europeos debería preocupar es por qué se olvidó a tantos conciudadanos –ahora lo somos, dentro de la Unión Europea—bajo el telón de acero. Alemanes del Este, europeos del este, a los que, sencillamente, en un determinado momento, se les conminó a ‘integrarse’ en Occidente con un único objetivo: ganar dinero, adaptarse.
Los múltiples niveles que ofrece El fuego, que la editora de Vegueta, Eva Moll, ofrece ahora al lector en español, contentarán a distintos públicos. Pero el principal, tal vez, sea esa relación entre Rahel y Peter. Se relacionan como dos seres civilizados. Y se cuentan cosas que golpean al lector. Y sí, hay una Europa, hay europeos, que se relacionan de ese modo. Y saben mostrar sus sentimientos. No frivolizan y no se escandalizan. Una lección más de Krien. ¿Literatura? Sí, de la buena.