Daniel Gascón: "En los bares de los pueblos también hay 'leche' de soja"
El autor de ‘La muerte del hispster’ señala que las plataformas políticas para representar la España vacía pueden corren el riesgo de caer en el “victimismo”
24 noviembre, 2021 00:10Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) ha tomado distancia, con el humor como bandera, pero sin ninguna pretensión de ofender y con la idea de tener en cuenta los muchos ángulos de la realidad política y social. Responsable de la edición española de la revista Letras Libres, Gascón es autor de La muerte del hipster, continuación de Un hipster en la España vacía (los dos en Random House). La obra aborda todas las cuestiones que forman parte del debate cultural, político y social en España, con un acento burlón, pero solo hasta cierto límite, el necesario para cuestionar los grandes retos, incluido el independentismo catalán, que Gascón desmenuza hasta que pierde todo su sentido, porque habrá diferencias allí donde uno quiera encontrarlas, en el pueblo de al lado, o en el vecindario colindante. En una conversación con Letra Global, Gascón juega con su experiencia en el mundo rural --vivió en distintos pueblos de Teruel y de Castilla-La Mancha: “En los bares de los pueblos también hay ‘leche’ de soja”, asegura, dejando claro que todos lo llamamos así, pero que, en realidad, no es leche, sino “bebida” de soja.
El pueblo escogido es uno imaginario en la provincia de Teruel, La Cañada. El personaje, el mismo del anterior libro, Enrique Notivol, es alcalde y ha recibido la llamada para formar parte de un programa piloto del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. El diálogo plasmado en el libro es sintomático:
--¿La Cañada?
--Es el sitio ideal.
--Bueno, si tú lo dices.
--Un referente de la transición ecológica, un lugar comprometido con la inclusividad y la sostenibilidad…
--Eso sí.
--Perfectamente integrado en las ideas de resiliencia, que muchos no las pillan.
--Resiliencia, sí, es el pan nuestro de cada día, como quien dice.
Daniel Gascón incide en esa “postmodernidad”, de los que señalan el campo como solución, y habla de todos los conceptos aprendidos con celeridad en los últimos años, pero con todas las contradicciones y prejuicios urbanos. Su obra actúa como un gran fresco de la actualidad política, con la que se conecta a través de la ironía y el humor. Una de sus frases lo clarifica: “La racionalidad en la política es irracional, y tal vez en todos los ámbitos de la vida”.
¿Por qué? “Es una especie de cálculo, de que el racionalismo falla de vez en cuando. Es el margen de error que tenemos, y me parece que contar la política con mucha libertad, no buscando el análisis, sino con una mirada enfocada a descuadrar las cosas, era necesario y oportuno”, asegura.
Y esa mirada solo la puede protagonizar un hispter, alguien muy urbano, que ha adquirido todas las lecciones del urbanismo táctico, o que tiene como bandera la inclusividad, sin entender muy bien en qué consiste. Su intención es la de distanciarse del análisis político al uso, pero también entrar de lleno en la reflexión sobre la España vacía. “Quería explicar las dos cosas, cómo se ve el campo desde la ciudad y cómo se explica el mismo campo su propia realidad. Y he podido contarlo como si fuera una novela de aventuras, como una vuelta a la infancia”, señala Gascón.
En la España actual, sin embargo, no existen grandes distancias entre esos dos mundos, a pesar de las reivindicaciones argumentadas de esas plataformas cívicas que optan ahora para tener representación política y que hacen referencia a infraestructuras u oportunidades económicas. “Exagero con las distancias culturales, claro, porque hay que saber una cosa, --dice irónico Gascón—y es que en los bares de los pueblos también hay leche de soja”. ¿Cuál es el problema de fondo, entonces? “Es cierto y esa es la preocupación, que las ciudades pequeñas y medias, o las cabezas de comarca, pierden población y algunas de las ideas que se han propagado, como el retorno a los pueblos gracias al teletrabajo, no están tan claras, porque las empresas, al final, optan por el trabajo presencial”.
Una larga tradición literaria
Gascón recupera una tradición, desde Surcos, de 1951, dirigida por José Antonio Nieves Conde, que –desde un ideario falangista—denuncia el trasvase en masa de población de los pueblos a las grandes ciudades, hasta Camí de Sirga de Jesús Moncada, o Imán, de Ramón J. Sender o las canciones y los reportajes de Labordeta. “Hay una tradición vinculada a todo eso, que son los orígenes de mucha gente. No soy nostálgico, para nada, porque entiendo que esas migraciones se produjeron para mejorar, como hicieron mis abuelos cuando dejaron Aragón”.
Pero surge la reflexión. Si esas plataformas cívicas de la España vacía tienen éxito, el Congreso de los Diputados podría quedar pervertido. Teruel existe logró un diputado. Ahora, si todas esas iniciativas trabajan con inteligencia electoral, el movimiento podría conseguir hasta 20-21 escaños. ¿Qué puede suponer? “El Senado no hace la función que le corresponde y el Congreso se convertiría en una caja de resonancia cada vez más territorial, que no es tampoco su papel. Lo que pasa es que la política que han realizado los nacionalismos periféricos ha tenido éxito y esos movimientos cívicos lo han visto. Eso corre en paralelo al error de los grandes partidos, que han descuidado muchas cosas”. El peligro, señala, es que esos movimientos caigan en el "victimismo", sin lograr respuestas y proyectos concretos.
La gran paradoja es que Vox, que pretendía lograr esos apoyos rurales, no se ve como el instrumento más idóneo para esa España vacía. “Vox no sabemos hacia dónde va, porque hay una parte central, importante, que actúa como un partido nacionalista español, centrado en Madrid, que quiere un estado pequeño, con impuestos bajos. Y no sabemos si girará hacia un partido chovinista social. El caso es que no es visto como un instrumento para esos pueblos y ciudades despobladas”.
El humor en el proceso independentista
Gascón escribió uno de los libros que con mayor severidad atendió el proceso independentista. Lo tituló El Golpe posmoderno (Debate), con la intención de dejar claro que los partidos independentistas habían puesto en solfa todo el orden constitucional, pero creando una gran dificultad en el poder judicial para poder encajar el delito cometido. Ahora, sin embargo, aborda la cuestión a través de una gran distancia marcada por el humor. Es el amor de los dos ancianos el que consigue que el pueblo de al lado, Las Masías de la Rambla, no se independice. Ese capítulo contiene imágenes hilarantes. ¿No pudo ser esa la mejor manera de atender el conflicto, el de ridiculizar el proceso? Gascón se lo piensa dos veces antes de contestar y mira al interlocutor con cara de que hay un momento para todo. “Lo que ocurrió fue grave, aunque ahora parezca como que no sucedió. Es normal que se viviera todo de forma muy intensa. Pero es cierto que ahora el humor es necesario, y sirve mucho cuando uno se ríe de sí mismo. Quería utilizar una aproximación cervantina, la de ridiculizar primero a los de tu bando. Las cosas se enfrían con humor, que permite reírte de los desacuerdos, para poder, precisamente, facilitar los acuerdos”.
Ante la desesperanza, humor y una espera prudente. Gascón busca con su hipster un acercamiento de posiciones en todos los ámbitos. “Creo que hay cierta fatiga sobre la actual polarización en la política española”, señala, con una máxima: “Hay que tolerar la disidencia”.