Una escena de 'Ferrari'

Una escena de 'Ferrari'

Cine & Teatro

'Ferrari', mucho más que una historia sobre los coches de carreras

El cineasta norteamericano Michael Mann lleva a la pantalla la biografía del creador del sello automovilístico italiano, un personaje seductor, obsesivo y sin muchos escrúpulos capaz de sacrificarlo todo por la meta del triunfo

7 febrero, 2024 19:00

El guionista de la película lleva quince años muerto. La explicación no es paranormal: el director Michael Mann (Chicago, 1943) ha estado batallando desde hace tres décadas por llevar a la pantalla la vida de Enzo Ferrari. El proyecto se empezó a gestar en 1993 y se ha ido posponiendo por diversos motivos. Se llegaron a barajar para el papel a Robert De Niro y Christian Bale, finalmente ha sido Adam Driver el elegido para interpretar al creador de la famosa marca del logo del cavallino rampante.

Un guión con historia

El guion póstumo es obra del británico Troy Kennedy-Martin, que en los inicios de su trayectoria escribió dos largometrajes estupendos: Un trabajo en Italia (en la que también salían coches, además del gran Noël Coward) y la comedia bélica Los violentos de Kelly; después se dedicó sobre todo a la televisión. Ferrari se basa en la biografía Enzo Ferrari: The Man, The Car, The Races and The Machine, publicada en 1991 por el periodista americano especializado en automovilismo Brock Yates. 

En realidad, la película utiliza solo una pequeña parte, porque se centra en unos pocos meses de 1957. En puertas del llamado milagro económico italiano, Enzo Ferrari, antiguo piloto de carreras con un desempeño muy discreto, dirige -con su esposa como férrea colaboradora en la gestión económica- la fábrica de coches que lleva su nombre. Manufacturan bólidos de competición y vehículos de lujo personalizados (en una escena le entregan uno al rey de Jordania, con los pedales adaptados para que llegue a ellos sin problemas, ya que el hombre era más bien canijo).

'Ferrari'

'Ferrari'

Las cosas no van bien, hay números rojos en el horizonte. No es extraño, ya que el modelo de negocio es económicamente inviable. Enzo dice en una escena: “Jaguar participa en carreras para vender coches, yo vendo coches para poder participar en carreras”. Hay que decidir si se va a seguir con la alta costura automovilística o se va a apostar por el más lucrativo prêt-à-porter. Se necesitan inversores y victorias en los circuitos para el lucimiento de sus motores, pero los coches fallan, los pilotos no siempre están a la altura y parece que su competidor Maserati les va a ganar la partida. 

La película muestra algunas pruebas en el circuito de Módena, donde está la fábrica, y dedica su último tramo a la edición de 1957 de la legendaria prueba de resistencia llamada Mille Migia, que se desarrollaba entre Brescia y Roma, por carreteras locales -y atravesando el centro de varias ciudades- a lo largo de cuatro días. Estas escenas están filmadas de un modo vibrante y espectacular, como cabe esperar de Michael Mann, pero no son el centro de la propuesta. Ferrari no es exactamente una cinta sobre competiciones y sobre esos coches rojos que simbolizan velocidad, lujo y glamour. El espectador que atraído por el título espere una sucesión de emocionantes carreras se llevará un chasco y se aburrirá hasta que llega la palpitante media hora final. 

'Ferrari'

'Ferrari'

La verdadera historia no son los coches

Ferrari en realidad es otra cosa. El retrato de un tipo seductor, obsesivo y sin muchos escrúpulos, capaz de sacrificarlo todo -incluidas las vidas de sus pilotos- por la meta del triunfo y la velocidad máxima. Es también el retrato de un hombre doliente, que ha perdido hace poco a su hijo y heredero, fallecido de una distrofia degenerativa con solo veinticuatro años. Y el retrato de un individuo cuyo matrimonio se hunde y cuya esposa se pasea por la casa con una pistola, que llega a disparar. En paralelo, Ferrari tiene instalados en una villa campestre a su amante y su hijo ilegítimo de nueve años, al que no puede dar su apellido. 

Estamos por tanto ante un melodrama familiar trufado con algunas espectaculares carreras. Y si ya hemos apuntado que estas están magníficamente filmadas, en el terreno del retrato íntimo del personaje Michael Mann se desenvuelve con razonable solvencia, aunque tal vez le falte algo de brío y de profundidad. La situación de Enzo (un Adam Driver convincente y bien caracterizado) es paradójica. Con su esposa (Penélope Cruz en un registro de mamma trágica que recuerda a Anna Magnani) vive una existencia turbulenta, que pasa de la pistola a un arrebatado desahogo carnal sobre una mesa.

Penélope Cruz en 'Ferrari'

Penélope Cruz en 'Ferrari'

En cambio, con su amante (Shailene Woodley) lleva una vida plácida y casera, sin altibajos emocionales ni arrebatos pasionales. Hay un tercer personaje femenino relevante: la menuda pero temible madre de Enzo (Daniela Piperno), que se pasea por la casa vestida de negro (además de al marido, ha perdido a su hijo predilecto en la guerra), con unos andares y una mirada propios de un personaje secundario de una tragedia de Shakespeare. 

La muerte es una presencia constante y opresiva en la película. Cada mañana Enzo Ferrari acude al cementerio para conversar con su hijo fallecido en el mausoleo familiar y llevarle flores. Sin embargo, este hombre doliente no pone el menor reparo en arriesgar la vida de sus pilotos, jóvenes apuestos sacrificados en el altar de la velocidad. Enzo los alecciona a tomar riesgos hablándoles de “nuestra pasión mortal”. Este desapego por la vida no es un toque dramático peliculero sino que corresponde a la realidad de las competiciones automovilísticas en aquellos años en que las medidas de seguridad brillaban por su ausencia y los accidentes mortales eran un riesgo laboral asumido como cotidiano. 

Michael Mann en el rodaje de 'Ferrari'

Michael Mann en el rodaje de 'Ferrari'

Cameos de lujo

Entre los pilotos de Ferrari están el británico Peter Collins (Jack O’Connell) y el veterano italiano Piero Taruffi, al que apodaban el zorro plateado (Patrick Dempsey, brillante elección, porque además de ser actor, pilota coches de carreas en la vida real). También hay una joven promesa: el aristócrata español criado en Londres Alfonso de Portago, marqués de Portago (interpretado por al brasileño Gabriel Leone).

Todos ellos participaron en la edición de la Mille Miglie de 1957 que cierra la película y que fue la última, debido al accidente en el que murieron once personas, entre ellas nueve espectadores. Para evitar spoilers diremos que esa carrera fue agridulce para Ferrari: uno de sus pilotos la ganó, pero al mismo tiempo se le acusó del accidente por falta de seguridad en sus vehículos, hasta que se demostró que la causa no había sido un fallo mecánico, sino un objeto en la carretera que provocó el reventón de una rueda. 

'Ferrari'

'Ferrari'

Michael Mann y su esperada vuelta a la pantalla

Michael Mann llevaba ocho años sin hacer cine (su largometraje anterior es el olvidable Blackhat; Amenaza en la red), tiempo durante el cual solo había rodado el espídico episodio piloto de la serie Tokyo Vice. Su regreso a las salas ha provocado expectación, pero quien espere encontrarse con el tono de sus thrillers urbanos, nocturnos y atmosféricos -Heat, El dilema, Colateral- se llevará una desilusión. Y quien se espere una película de carreras tipo Rush o Lemans 66 (de la que Mann es productor ejecutivo) también. 

El cineasta ya había firmado otro biopic de tema deportivo, Ali, sobre Cassius Clay (interpretado por Will Smith, que tal vez en ese rodaje le encontró el gusto a ir por ahí dando guantazos). Sin embargo, el retrato del boxeador tenía un planteamiento muy diferente a Ferrari, que es esencialmente la historia de un hombre en crisis enfrentado a la necesidad de reinventarse. Más que con Ali, el personaje de Ferrari tiene acaso similitudes con los protagonistas de los thrillers de Mann.

'Ferrari'

'Ferrari'

Todos ellos son hombres meticulosos y obsesionados con su trabajo, sean ladrones, periodistas, asesinos a sueldo o dueños de una escudería. La pasión de Enzo Ferrari fue la que celebró Marinetti en su Manifiesto Futurista de 1909 como una de las maravillas del siglo XX: “Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad”.