Algo pasa con Kanye
El documental 'Las sombras de Kanye' es el retrato desolador de un chaval negro al que se le fue la olla, un rapero que ha ganado enormes sumas de dinero con sus discos
6 febrero, 2024 20:43Hace tiempo que no se sabe muy bien si el rapero norteamericano Kanye West (Atlanta, Georgia, 1977) es un provocador excéntrico o un chiflado de nivel cinco, aunque da la impresión de que la segunda opción es la más verosímil. No hay más que ver las fotos que cuelga en Instagram de su actual pareja, Bianca Censori, para intuir que la galleta no le acaba de funcionar del todo: ¿quién cuelga fotos de su mujer con una camiseta que pone WET (Mojada), un micro tanga que apenas le cubre el chirri y, atención, una alfombra en la cabeza que le oculta el rostro? (por parte de ella, hace falta ser un felpudo humano para prestarse al espectáculo; por lo menos, la anterior pareja del rapero, la actriz Julia Fox, iba siempre medio en bolas por propia decisión). De todos modos, esas fotos son un detalle menor en la existencia errática y disparatada del cantante, que lleva años empalmando las salidas de pata de banco, los comentarios racistas y antisemitas, la negación del holocausto y su admiración por Adolf Hitler y las amenazas de presentarse a presidente de los Estados Unidos.
Mobeen Azhar es un hombre que sirve para un barrido y para un fregado: ha rodado para la BBC documentales sobre feminismo o los talibanes (que le pegaron un tiro, por cierto), y ahora nos presenta su búsqueda de Kanye, con el que solo llega a hablar treinta segundos por teléfono antes de que el cantante le cuelgue. Por el camino, nos recuerda la extraña evolución ideológica de un tipo que empezó su carrera musical como un referente para la comunidad negra de su país y que, poco a poco, se fue alejando del objetivo original para convertirse en un antisemita radical fan de Donald Trump (da gusto verle abrazándolo en una visita a la Casa Blanca), un amigo del alma del supremacista blanco Nick Fuentes (cuya obsesión es que los judíos quieren reemplazar a los caucásicos en Estados Unidos), un diseñador de onerosas y horrendas zapatillas de su marca Yeezy (en colaboración con Adidas, que prescindió de sus servicios tras sus andanadas anti judías), un predicador delirante obcecado con prohibir el aborto (lo único que tiene cierta lógica en su discurso, si tenemos en cuenta que su padre quiso deshacerse de él y no lo logró por la oposición de su esposa gestante, Donda, a la que Ye idolatra) y un eterno candidato a la Casa Blanca capaz de nombrar como jefe de su campaña a un homeless medio chiflado que vive en su coche, en el aparcamiento de una iglesia de Los Ángeles a la que acude Ye a predicar y a trazar sus planes de dominación mundial…
The trouble with Kanye ofrece numerosos ejemplos de que, como asegura el señor Azhar, Ye es un loco peligroso que cree estar cuerdo y por eso no se toma la medicación para esa esquizofrenia que lo tiene permanentemente instalado en un mundo de grandes subidas y profundas bajadas. Es más divertido tomárselo a broma, o lo fue hasta que la chaladura se hizo cada día más evidente: un día dice que América está en manos de cuatro banqueros judíos miserables, luego se deja ver con una camiseta usada por los supremacistas blancos que reza White lives matter, después asegura que Hitler hizo muchas cosas bien y que se ha exagerado mucho con lo del holocausto, durante una breve etapa se une a los Israelitas Negros, una secta de majaretas que aseguran que ellos son los auténticos judíos y que los que ahora se definen como tales son unos impostores….Y así sucesivamente.
Kanye West ha ganado tanto dinero con sus discos y sus actuaciones en directo que no le importa perderlo con sus chaladuras. En su etapa de predicador de misa dominical, pegaba unas chapas religiosas entre canción y canción que acabaron agotando la paciencia del público, que no había acudido precisamente a un mitin (su última gira se interrumpió después de un sentido monólogo de quince minutos y ya no se reemprendió). En la iglesia de Los Ángeles donde dormita su jefe de campaña, el hombre tiene a unas señoras que cosen sus diseños, aunque no se sabe para qué, dado que ninguna empresa quiere tener el más mínimo trato con él. Y, mientras tanto, con su estado mayor (que no llegamos a ver, pero nos lo imaginamos), prepara el asalto definitivo a la Casa Blanca para salvar a América de sí misma.
Las sombras de Kanye no tiene nada que ver con cualquier documental musical al uso. Es el retrato desolador de un chaval negro al que se le fue la olla, se creyó importantísimo y empezó a desbarrar mientras traicionaba a cualquiera que hubiese confiado en él como modelo social para los jóvenes negros de Estados Unidos. Hubiese estado bien escuchar su propia versión de los hechos, pero no pudo ser porque el tipo es prácticamente inaccesible. Ha perdido millones de dólares y fans a patadas, pero todo parece darle igual. Como los Blues Brothers, está en una misión de Dios.