Pep Cruz: “A los partidos no les interesa remover el 23F, porque de alguna forma estaban implicados"
El actor pone un pie una vez más la novela de Javier Cercas sobre el golpe de Estado y regresa al cine con 'Tros'
7 marzo, 2022 00:00Pep Cruz (Girona, 1948) lleva años en el mundo de la interpretación y sigue ávido de nuevos proyectos. Su nuevo reto es el audiovisual al que, reconoce, no prestó mucha atención en los últimos años, prueba de ello es su participación en la película Tros, nominada a los premios Gaudí.
El cine y la televisión por eso no lo van a apartar del teatro. De hecho, se encuentra en el Teatro de la Abadía de Madrid representando 23-F: Anatomía de un instante, la adaptación que Álex Rigola ha hecho de la novela homónima de Javier Cercas. Crónica Directo se acerca a hablar con el actor sobre este montaje teatral que resuena en la actualidad política nacional e internacional, sacudida por la crisis del PP y, especialmente por la invasión de Ucrania.
--Pregunta: ¿Cómo definiría '23-F: Anatomía de un instante'?
--Respuesta: Estaba haciendo con Álex Rigola Un país sin descubrir de cuyos confines no regresa ningún viajero y cuando se acababa la producción el mismo Rigola me dijo que quería hacer esto. Se comentó que era una obra coral, no tanto de personajes sino juglares que cuentan una historia. Leí la novela de Cercas y pensé que en este país se ha hablado muy pocas veces a fondo del 23F y dije que sí. Y él tuvo la habilidad de saber reducir 350 páginas en 24 explicando la misma historia.
--¿Cómo definiría la obra?
--La obra tiene mucho ritmo. Hay cierta ironía desde el principio porque ves que es una fiesta de pijamas llena de globos. Explica todo lo que pasaron esos días. Y mucha gente nos dice que se ha enterado de cosas de las que no tenían ni idea. Esto hace que tenga atractivo para las jóvenes que no hayan escuchado nunca hablar de eso y para los que sí sabíamos nos revela cosas interesantes.
--¿Tiene algo de trabajo documental con el análisis de fotografías de la época en directo?
--¡Quizás analizamos 100 fotografías! (ríe). A veces explicamos los hechos sobre una fotografía, mostrando donde se sentaba cada cual, cogen a Gutiérrez Mellado, lo intentan tirar al suelo, él se coge a la baranda… Todo eso se explica sobre fotos y hace que sea más ameno.
--No deja de empalmar proyectos basados o inspirados en personajes o hechos reales. ‘Heisenberg’, ‘Un país sin descubrir…’, ahora este. ¿Siente algún placer por este tipo de teatro documental?
--¡No, que va! De hecho, es la primera vez que hago una cosa así, creo. A mi, las primeras veces me gustan mucho, en todo. Disfruto mucho. Le cuentas las cosas a la gente mirándole a los ojos, no podemos decir a la cara porque aún van con mascarilla. A ellos les llega, ves que sucede eso, tienes una reacción inmediata. Es muy placentero para un actor ver la reacción de la gente y decirles cara a cara lo que sucede y ver el impacto que les generan esas palabras. Hay momentos que se produce un silencio que oirías volar una mosca cuando se hacen revelaciones que sorprenden a la gente.
--Es curioso que aún haya momentos reveladores de unos hechos que pasaron hace más de 30 años. ¿No se ha hablado lo suficiente, más allá de que recordamos cada 23F lo sucedido?
--Te lo digo de una manera que lo entenderás en seguida. Si esto hubiera pasado en Estados Unidos, al cabo de 40 años habrían hecho 30 películas al respecto. Aquí se han hecho un par, para la televisión y pasando un poco de puntillas. Yo creo que es porque no les interesa ni a los partidos políticos ni a las fuerzas vivas del país: ejército, iglesia, etc. No les interesa remover mucho el tema porque, de alguna manera, todos estaban un poco implicados. Hablando con estudiantes te dicen que nunca llegan a esta lección, porque generalmente están tan al final del libro que no llegan a estudiarlo. Y al final la gente sólo sabe una cosa: un guardia civil gritando “Quieto todo el mundo. Se sienten, coño”. Esto no es el golpe de estado del 23F, cuando de hecho ese día hubo más, de hecho, hubo dos.
--¿Y con el estallido de la guerra de Rusia cobra más significado hacer la obra?
--Sí. Y te diré por qué. Tras reflexionar sobre el protagonista del 23F llegué a la conclusión de que es el poder. El poder mueve todos los hilos, todos los tipos de poder que intervinieron. Y en el conflicto entre Rusia y Ucrania el motor, el impulso es la necesidad de Putin de reafirmar su poder delante de su pueblo, de China y de todo el mundo. Y porque no llega a la Luna que sino llegaría allí y a Marte. Esta Rusia que fue humillada después de la caída de la Unión Soviética. Vio como se le acercaba su enemigo ancestral, que es Occidente, y le apretaba el cuello conquistando a todos los países satélites, mientras ellos tenían un ejército oxidado al que le ha puesto orden, economía, tiene petróleo, tiene trigo tienen de todo. Ahora han dicho: se acabó todo esto. Ahora, quiere ensanchar el collar y empieza por Ucrania, pero el problema es que eso después pasará en Hungría, Eslovaquia, República Checa, los polacos ya pueden meter sus barbas a remojar… Porque seguramente Putin lo que quiere es recuperar la seguridad que representa tener un collar de naciones y estados que, como mínimo, son neutrales. Es cierto que la OTAN los ha querido absorber y que ellos mismos han llamado a su puerta para protegerse. Eso ha tenido un efecto rebote muy negativo porque Rusia se siente amenazada y quiere recuperar una seguridad frente al enemigo ancestral desde que surgió el partido comunista de Rusia, que es Occidente y el capitalismo y mucho más el neoliberal.
--Aunque la ambición de poder viene del bando neoliberal y de la izquierda, a veces.
--El problema es que la OTAN lanza la piedra y esconde el brazo. Nadie es consciente de que estos países exsoviéticos entran en la órbita de la OTAN y de que a Rusia no le hace gracia. Desde Occidente se ha actuado con una cierta prepotencia de que estos ya están oxidados y pensaban que sólo debían procurar que no les explotara ninguna bomba nuclear. Y no es así. Rusia es una potencia mundial, con una gran riqueza y que siempre han tenido dictadores, no sé por qué. Estaban los zares, luego los soviéticos se convirtieron también en dictadores, llegó la democracia pero duró cuatro días y viene esta dictadura camuflada…
--Volviendo al país. ¿Recordar el 23-F también se hace necesario ante la aparición de algunos partidos de extrema derecha?
--Se ha producido un paralelismo brutal cuando estrenábamos en Madrid. Todo el montaje del 23F se hizo para echar a Adolfo Suárez porque no le interesaba a ningún partido político. Y coincide con que echan fuera a Pablo Casado de su propio partido. Ahí radica el peligro del deterioro del PP, que es el único que puede frenar a la extrema derecha. Todos, los más demócratas y antipeperos del mundo nos conviene que exista un PP saneado, coherente, racional, civilizado y europeo. ¿Qué ha pasado? Que con la presión de Vox han ido tirando tan a la derecha que ya no sabes quien es más de extrema derecha, si el PP o Vox. Eso es muy importante porque si les preguntas a un votante de Vox si sabe que si gobiernan los suyos se puede llegar a anular la ley del aborto, el divorcio, las leyes de protección a la mujer te responden que eso no pasará. Y tanto que sí y ya no estaremos a tiempo. El peligro está en facilitar la llegada de la extrema derecha al gobierno, que es mucho más dura que la italiana y la francesa porque viene del falangismo y no la parte socialista de ese movimiento, que también la tenía, sino la del nacional catolicismo.
--Es como otro golpe de estado dentro de un partido, ¿no?
--Sí, sí. Y por haber denunciado un gesto que, podría ser todavía no se sabe, tiene aspectos de que pueda ser delictivo. Por haber denunciado una posible una posible corrupción dentro del partido ¡el partido lo castiga! Debe ser un partido tan acostumbrado a aceptar la corrupción como una cosa natural que, si alguno de los suyos lo denuncia, se enfadan. Es muy notable este compartimiento, es muy fuerte.
--Viendo como una obra como 23F resuena en la actualidad, ¿cree que es parte de la función del teatro hablar desde el pasado para arrojar luz al presente?
--Esto siempre lo ha hecho el teatro. Lo hacían los griegos que se metían con sus dioses que eran las representaciones de sus gobernantes, o al revés. O Molière cuando se metía con los médicos o los sabios o su monarquía. También los ingleses, mira cómo Shakespeare retrató a la monarquía inglesa en la que todos eran unos asesinos. El teatro y la cultura en general es lo que pone freno al poder, para que no sea un poder absoluto. Por eso hay tanto conflicto entre el mundo de la cultura y el poder y por eso estamos tan mal vistos por las fuerzas vivas de la sociedad, las que no son elegidas por el pueblo. Este es un trabajo fundamental del teatro, además de entretener y divertir y lo quiereas. Debe haber una parte del teatro que se dedique de alguna manera a fiscalizar el comportamiento de nuestros gobernantes.
--Pero tras la pandemia parece que los gobernantes se preocupan más por la cultura, ¿no?
--Yo creo que estamos en un momento de crisis. No sólo en España, que es un reflejo de lo que pasa en Europa. Hay una crisis de valores en Occidente. La religión es la que crea la ética que después usarán los gobernantes, pasó en Grecia, Roma… Cuando cae en barrena la religión católica como pasó ahora, debemos sacar la ética de la declaración universal de los derechos humanos, que debería ser la biblia de los derechos actuales. Pero pobres derechos humanos, yo creo que han sido un poco dejados de lado y como no te dicen que si no los cumples irás al infierno, la gente se lo toma de manera más elástica (sonríe).
--En este sentido, una obra como esta que defiende la democracia, tan cuestionada, tiene sentido hacerla, intuyo.
--Sí. No conocemos ningún otro sistema que sea mejor. Se han probado otros en el pasado basados en el totalitarismo y han demostrado que llenan las cárceles y en algunas repúblicas llenan los paredones de gente fusilada pero la sociedad no mejora con eso. Pasa el poder a manos de los oligarcas que se mueven a sus anchas y hacen lo que les viene en gana. En la democracia, como mínimo, podemos quejarnos cada cuatro años y variar el panorama. Eso es muy importante, aunque la gente no se preocupa por la políticacuando las cosas van bien y no se pasa hambre. Cuando empiezan a pasar hambre es cuando se preguntan qué pasa aquí con el dinero.
--Nos hemos malacostumbrado.
--Nos hemos bienacostumbrado y nos olvidamos de formular esta pregunta: ¿quién se queda el dinero?
--Y volviendo a la obra y a sus palbras. ¿Hay una falta de memoria?
--Lo primero que pedía Vox al PP para pactar un gobierno en Castilla y León era anular las leyes de memoria histórica. La memoria hace daño a veces, ¿sabes? Es por eso que hay que prefieren vivir el presente, olvidar el pasado e ignorar el futuro. Esta es la realidad. Tempus fugit.
--Su pasado es de sobras conocido, su trayectoria actoral lo avala. ¿Cuál es su presente y su futuro?
--Mi presente es comerme un bacalao (bromea). Si te refieres al trabajo estoy con 23F en Madrid y el estreno de Tros, de Pau Calpe, basada en la novela de Rafael Vallbona. Y estoy muy contento con ello que hicimos con gente de les Terres de Lleida y estoy muy ilusionado con este proyecto.
--Háblenos de 'Tros', entonces. Porque se habla de la España vaciada en la película y en los medios, ¿pero cree que se habla suficiente a nivel catalán?
--No, y ya está vaciada. El film habla de eso porque el personaje de mi hijo no quiere cuidar el tros. Y se trata este tema de los pueblos del Pirineo que se vacía mucho. Y esto sólo tiene una solución, que cuando uno compre un tomate se gaste dos céntimos para este agricultor de aquí. Hablo de la horticultura, la ganadería… No puede ser que todo suba menos el precio del grano. ¿Quién se queda el dinero? Volvemos al mismo tema, seguro que no se lo queda el payés. La única solución para que no se vacíe Cataluña, España es que el agricultor esté mejor remunerado, la gente se querrá volver a quedar allí entonces. Aquí es donde el Estado tiene que intervenir y regular precios. No puede ser que uno se gane bien la vida y otro no. El payés es el gran olvidado porque no son tantos para hacer presión, son pocos y cada vez menos.
--'Tros', además, ha supuesto su regreso a la gran pantalla. ¿Qué le ha convencido a saltar de nuevo al cine?
--Estoy tratando de dar un giro a mi carrera y dedicar más esfuerzos para hacer más cosas de audiovisual, de las que nunca me preocupé mucho. Es cierto que hice mucha tele en Cataluña, pero fuera nunca me preocupé mucho y ahora estoy intentado hacer trabajos para películas y me están saliendo. Hice un pequeño papel en Las leyes de la frontera, estuve en la serie de Netflix El día de mañana, ahora Tros, ya tengo un rodaje previsto para este otoño. ¿Por qué? Sencillamente, no es tan cansado y está más bien pagado. Y tiene más difusión y eso hace que tengas más trabajo y cuanto más tienes te pagan mejor y así. Así que en los años que me quedan de trabajo quiero ver si puedo conseguir entra más en el audiovisual.
--Además está muy en auge.
--Sí, las plataformas han multiplicado por 50 la producción. Se han hecho más películas y series que por su calidad pueden competir con el valor de las películas. El futuro de los actores siempre ha sido combinar audiovisual y teatro. Teatro seguiré haciendo, evidentemente, y si me salen cosas de audiovisual viviré mejor, para qué te voy a engañar.
--No teme que las plataformas por eso acaben con el ritual de las salas.
--No. Siempre se han retroalimentado el uno del otro. Si una persona se ha hecho famosa por una serie y luego hace teatro irá mucha gente a verla live.
--No para, ¿qué le motivó en su día y qué le sigue motivando ahora?
--Aún me queda mucho por aprender. Esto sólo se aprende haciendo y trabajar con gente buena que siempre te abre puertas que tú no habías visto. El mundo de la interpretación es muy complicado, tiene muchos matices y caminos para llegar y cuántos más camines y más los trabajes, más buen actor serás al final.