Anne Hathaway, en 'La idea de tenerte'

Anne Hathaway, en 'La idea de tenerte'

Artes

Entre la última novedad de Anne Hathaway y el placer de la repetición

En el arte o en la literatura o el cine surge la duda: la curiosidad por lo nuevo o la apuesta por lo de siempre, por aquello que ha logrado producir la felicidad

19 mayo, 2024 10:25

“Hay quienes buscan siempre extraordinario y rompedor; me parece muy bien, pero yo prefiero la repetición”.

Eso me ha dicho mi viejo maestro de aritmética en el colegio, el profesor Carlos Vigil Maleza, hoy octogenario, al que sigo visitando con alguna frecuencia.

Yo le había comentado entre risas un artículo que acababa de leer en el diario, donde la periodista aprobaba un comentario quejoso, en las redes sociales, que habían subscrito docenas de miles de personas.

Se quejaba la periodista, y se quejaban los ochenta mil tuiteros, de que había ido a ver la última película protagonizada por la actriz Anne Hathaway y al día siguiente ya no se acordaba de cómo se titulaba: ¿Tenías que ser tú?, ¿Todo para ti ?, ¿Enamorándome de ti ? ¿Has sido tú ? ¿Siempre has sido tú ?, ¿Todos los ojos para ti…? Y así hasta 18 títulos parecidos, pero ninguno acierta, pues la película se titula La idea de tenerte (The Idea of You, en el inglés original)

--Desde luego, don Carlos –le dije a mi ya anciano profesor--, ¿no le parece muy equivocado ir al cine a ver una película romántica y comercial, y luego lamentar que sea igual que otras cien y tan prescindible que ni del título se acuerdan?

La actriz Anne Hathaway

La actriz Anne Hathaway WIKIPEDIA

Vigil me respondió:

--Esos ochenta mil descontentos andan por la vida muy desorientados. Desde luego ir al cine a ver una película de Hollywood con la esperanza de que te sorprenda es pecar de ingenuidad. En cualquier caso, que se consuelen los ochenta mil descontentos, no perdieron el tiempo, pues, aunque no fueran conscientes de ello, si se tomaron la molestia de ir al cine, con lo bien que se está en casa, y sabiendo que según sentencia de Dalí “sólo una vez cada siete años vale la pena ir al cine, pues tengo comprobado que las obras maestras aparecen sólo cada siete años”, no fue para ser sorprendidos con una gran novedad llena de originalidad y creatividad, sino para ver a toda pantalla a Anne Hathaway, que sale en todas las escenas (¡sí, yo también he visto La idea de tenerte!). Ése, por cierto, es un placer pequeño, pero garantizado y sin que conlleve riesgo de ninguna clase.

Fue entonces cuando dijo:

--Hay quienes buscan siempre lo extraordinario y rompedor; me parece muy bien, pero yo prefiero la repetición.

--Pero hombre, profesor –le respondí--, usted que en el colegio nos hablaba tanto de James Joyce y del cubismo...

--Desde luego que sé bien que los principios del siglo XX en Europa –replicó-- vieron la explosión de creatividad vanguardista y la ruptura con el pasado artístico más fabulosa nunca vista hasta entonces, y reverencio, como cualquiera, las novedades tremendas que encarnaron Malevich y Duchamp.

“Espero tranquilamente” añadió, “la publicación de la próxima novela de Vila-Matas, espero el próximo poemario de Valentí Puig, y leería hasta la lista de la compra de Joseph Roth, no tanto con la curiosidad de lo que tengan que contar sino con el placer previo de saber que volveré a oír la misma voz, una voz que me gusta”.

“Es parecido lo que le pasa a los fans de las novelas policiales de Simenon, que son nada menos que trescientas, todas parecidas, y se las leen todas. De manera semejante se activa un mecanismo del placer de la repetición en quienes siguen las series de las plataformas, o de las cadenas televisivas, aunque a menudo sean repetitivas”.

“El sentido de la vida, y si no el sentido por lo menos su gracia, y si no la gracia por lo menos el alivio, el consuelo, es la repetición. Como sabes, después de almorzar me paso las tardes un poco adormecido. Cosas de la edad. Me duermo delante del televisor, conectado a la cadena 13, donde pasan película tras película de vaqueros, que son todas iguales. Qué agradable es dormirse a mitad de una película y despertarse un par de horas después y ver a unos tipos con sombrero y pistola que siguen persiguiéndose a caballo, sólo que ya en otra película…”

“Con lo poco que me gusta salir de noche, ¿a cuántos conciertos de piano habré asistido, estimulado por saber que en el programa figuraba Pasos en la nieve?”

“He asistido siempre a los funerales, y a las bodas de mis hijos, de mis nietos, de mis sobrinos y mis sobrinos-nietos, no porque sean rituales entretenidos, sino precisamente porque son siempre iguales. Hay que ir, ¿entiendes? Aunque el novio no te guste o con el difunto últimamente estuvieras distanciado. Recuérdalo”.

--Hombre, don Carlos –respondí--, ¿no le parece que una boda es exactamente lo contrario de un funeral?

--Para nada: ambos son sólo la forma, la apariencia, que toma la repetición, que es casi tan fundamental como la corriente sanguínea, una promesa de continuidad… que desgraciadamente la vida no cumple. Es una insistencia, ¿comprendes? Una plegaria… Si yendo de paseo veo una iglesia abierta, y dispongo de unos minutos, entro, me quedo unos minutos, para mirar la arquitectura de lo sublime y las imágenes que cuentan la misma historia desde hace dos mil años. Si se celebra la misa, me quedo hasta que llega la lectura del Evangelio, cuyos episodios me sé de memoria, frase a frase. Eso sí, antes del sermón me voy, porque me desagradan los mensajes melifluos y amorosos de los oficiantes. Mi querencia por la repetición no llega a quedarme al sermón.

--¿Entonces, profesor, debería yo ver esa película de Anne Hathaway?

No me respondió. Se había quedado ensimismado. Según me ha dicho alguna vez, le gusta que le visite pero mi voz le da sopor. Qué le vamos a hacer. El profesor había cerrado los ojos y parecía estar durmiéndose, así que me levanté para irme. Entonces oí que murmuraba, que tarareaba algo. Aunque desafina, reconocí Les trois cloches, la canción de Les Compagnons de la chanson que Piaf mejoró: “Une cloche sonne, sonne, / Elle chante dans le vent. / Obsédante, monotone…”