‘Autorretrato ante el caballete’ de Sofonisba Anguissola, ejecutado hacia 1556-1557. MUSEO-CASTILLO DE ŁAŃCUT (POLONIA)

‘Autorretrato ante el caballete’ de Sofonisba Anguissola, ejecutado hacia 1556-1557. MUSEO-CASTILLO DE ŁAŃCUT (POLONIA)

Artes

El arte en femenino

Las pintoras Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana y la escultora La Roldana desmintieron con sus trabajos artísticos el estrecho ideal femenino cortesano

10 noviembre, 2021 00:10

Son pocas las mujeres artistas del Siglo de Oro y, desde luego, se ha escrito poco sobre ellas. En este artículo quiero hacerme eco de la exposición extraordinaria, presentada en el Museo del Prado, en torno a dos pintoras: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. La primera, la más conocida (1535-1625) era de familia nobiliaria. Llegó a España en 1559 y vivió como dama de corte de la reina Isabel de Valois hasta la muerte de esta. Después estuvo al servicio de sus hijas, Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela, hasta 1573, año en que regresó a Italia. Murió en Palermo, en 1625, con la vista mermada, considerablemente, y rondando los noventa años. Hoy, entre otros cuadros del Prado se sabe, con certeza, la abundancia de retratos de Felipe II, Isabel de Valois y Ana de Austria que fueron pintados por Sofonisba.

Lavinia Fontana (1532-1614) se dedicó a géneros como bodegones, flores, miniaturas y pequeños retratos aunque pintó un cuadro especialmente sobresaliente como el de la Virgen del Silencio que está en el Monasterio de El Escorial y data de 1589. El trabajo de ambas pintoras se desarrolló en plena “querella de las mujeres”, abierta por Christine de Pizan, que defendió la capacidad de las mujeres y de la necesidad de su función para acabar con la desigualdad ante los varones. Con toda la ambigüedad que caracteriza a Baltasar de Castiglione en este contexto, en su valoración de las mujeres, éste no dejó de subrayar, el ideal femenino cortesano: “dulzura en el gesto, nobleza sin afectación, gracia natural, buenas costumbres, prudencia, discreción, honestidad, sin mostrar nunca soberbia, envidia, maledicencia o banalidad”.

Autorretrato de Lavinia Fontana (1850) 

Autorretrato de Lavinia Fontana (1850) 

Así se mantuvo hasta 1568, año de la muerte de Isabel. El papel de las reinas, en el ejercicio cultural, protegiendo especialmente a las mujeres, es un hecho incontrovertible. Ahí están desde la Reina Católica hasta Ana de Austria, la esposa de Luis XIII de Francia, repudiada por éste, para constatar este rol de las reinas, que ha destacado bien Mª Ángeles Pérez Samper. Sofonisba enseñó a pintar a la reina e hizo múltiples retratos de ella. Asimismo, retrató muchas veces a mujeres de la corte como la hermana de Felipe II, Juana de Austria, o la última esposa del rey, Ana de Austria. 

Sofonisba Anguissola pintó este retrato de la reina Ana de Austria en 1573. MUSEO NACIONAL DEL PRADO

Sofonisba Anguissola pintó este retrato de la reina Ana de Austria en 1573. MUSEO NACIONAL DEL PRADO

Lavinia se casó con un rico comerciante que le aseguró una posición social estable, al margen de los encargos. Tuvo once hijos. Sofonisba fue una gran pintora pero ejerció de gran dama antes que pintora. Lavinia, en cambio, fue una profesional de la pintura, que a través de ella, logró un cierto reconocimiento social. Ciertamente, Sofonisba y Lavinia no fueron las únicas pintoras de su época. Las hubo flamencas como Caterina Von Hemessen o Clara Peeters (a la que dedicó una exposición El Prado en 2016), italianas como la hija de Tintoretto, la clarisa Lucrina Fetti o Artemisia Gentileschi. A lo largo del siglo XVII, Italia cederá el liderazgo de mejores artistas, mujeres, a Holanda, Francia o Inglaterra. Destacó, especialmente, Judith Leyster, la mujer de Franz Hals. 

Retrato familiar / LAVINIA FONTANA

Retrato familiar / LAVINIA FONTANA

Luisa Roldán fue la primera escultora española. Su padre, el escultor Pedro Roldán, marcaría su vida. Solo pudo liberarse de su influencia cuando se le nombró escultor de Cámara, al servicio de Carlos II y Felipe V. Su progenitor se opuso a su matrimonio que, al final, pudo celebrarse tras no pocas peripecias. Tuvo siete hijos. Muchas imágenes de la Semana Santa sevillana o gaditana se le atribuyen hoy a ella, aunque durante mucho tiempo, se le adjudicaron a los varones de su entorno (su padre o su marido). Se ha reiterado su perfil psicológico ciclotímico que le haría conjugar en una misma figura escultórica rasgos de serenidad y desgarro emocional.