De la OMS a Mondrian
El arte es un bien para el ciudadano; así lo señala la Organización Mundial de la Salud, y por ello habría que recuperar la exposición en el Reina Sofía
17 mayo, 2020 00:00Ha publicado esta semana la Organización Mundial de la Salud (OMS) un informe que sostiene que el arte y la cultura benefician la salud y que llama a los Gobiernos y autoridades a que modulen sus políticas para mejorar la colaboración entre los sectores sanitario y artístico.
En la rueda de prensa en que se presentó el informe (puede consultarse en internet), Piroska Östlin, directora regional de la OMS para Europa, explica que para realizarlo han estado analizando 900 publicaciones científicas de todo el mundo. Entre las conclusiones sacadas la señora Östlin señala, por ejemplo, que los niños a los que los padres les leen historias antes de dormir tienen un tiempo de sueño más largo y mejor concentración en la escuela; que la práctica del teatro es beneficiosa en la adolescencia (que en efecto se puede considerar una enfermedad, aunque esto no lo diga la OMS); que escuchar música ayuda a controlar el nivel de glucosa en la sangre; que tocar música mejora el sistema inmunitario y la gestión del estrés; que bailar proporciona beneficios de diversos tipos en todo el cuerpo y la mente; que la práctica de la pintura y la escultura ayudan a paliar los estados depresivos.
Yo ya había observado, además, otro efecto positivo del arte: que potencia el amor con nuestros semejantes, por lo menos en los museos dominicales la gente se quiere más. No sé si será por el temor que inspiran las realizaciones artísticas ajenas o por el gusto de cultivarse al visitarlas, el caso es que las parejas se toman de la mano, los padres acarician la cocorota de los niños, etc.
Visitantes nacionales
El caso es que este informe de la OMS me ha hecho pensar en los museos, ahora vacíos, vacíos y sin amor. ¿Volverán, cuando pase algún tiempo, a llenarse como antaño?
Son instituciones que deben de estar pasándolo mal, pues el grueso de su financiación proviene de los visitantes extranjeros, de los turistas, que este año no se van a retratar en taquilla.
Dentro de unos días, o unas semanas, cuando vuelvan a abrir sus puertas, solo recibirán visitantes nacionales. En condiciones normales, en condiciones pre-pandemia, en los grandes centros éste es un contingente proporcionalmente no muy alto, pero aún así numeroso.
Pero una buena parte de él tiene derecho a entrada gratis o a un coste muy rebajado. Sea por ser jubilados, o estudiantes, o escolares, o tullidos, por día festivo, etc. Así los españoles aportan al presupuesto de los centros españoles una financiación relativamente modesta.
¿Por qué nos lo dejan tan barato? Bueno, en primer lugar, el arte de los museos es el tesoro del pueblo, el patrimonio nacional del que el ciudadano puede sentirse orgulloso, legítimamente o no. Sus fondos se remontan a décadas o siglos atrás, lo que contribuye a los sentimientos de valor y continuidad.
Pasan las generaciones, cambian la manera de vestir, desplazarse y vivir, las costumbres, los valores, los planes de estudio y la educación, pero el lienzo prestigioso se expone a tu mirada relativamente igual que a la de tu tatarabuelo. Es algo que compartís. A través de ese espejo lo puedes saludar.
El rechazo de Dalí
El otro motivo es la obligación formativa, didáctica, que debe tener el Estado, sobre todo tratándose de un Estado democrático, que se propone pone las cultura al alcance de toda la ciudadanía, facilitando su refinamiento.
En este sentido es una lástima que haya quedado aplazada la exposición de Mondrian en el Reina Sofía, que esperaba yo con máxima excitación y que a lo mejor hubiera sido un éxito de público al estilo de la de Dalí, y como ésta una fuente de ingresos potente para el museo.
Digo “aplazada” pero ignoro si podrá programarse otra vez más adelante, cuando este coronavirus se haya extinguido. Y también digo que es una lástima porque Mondrian es tan evidente que a muchos ciudadanos que desprecian, “no comprenden” o temen el arte abstracto les abriría los ojos. Estructura y color. Círculo y cuadrado. Geometría, orden, rigor y alegría. Me gustan los artistas cuya estética no quiere representar su pathos. Como en el arte óptico, o como Mondrian.
Y ya que he mencionado a Dalí, recuerdo que éste detestaba a Mondrian, que se llamaba de nombre de pila Piet (Pedro), pero él lo llamaba “Niet”, o sea, “no” en ruso, (idioma natal de su amada esposa). Y, asegurando que hasta el sonido de su nombre era antipático y deprimente como su pintura, lo repetía varias veces: “¿Mondrian? Piet, Piet, Piet, Piet, ‘niet’, porque ‘niet’ en ruso es ‘nada’. Se le opone Dalí, Dalí, Dalí, Dalí, ‘da’: es ‘sí’.”
Esto fue en Chaos and creation, en 1960, que algunos sostienen que fue el primer videoarte de la historia. El caso es que ahora, de la expo de Mondrian en Madrid, “niet”. Y el teatro-museo de Figueras, también cerrado por el coronavirus, también niet, niet, niet, niet.