Emmanuel Macron
El mal menor
En Francia, como en el resto de Europa, se supone que el fútbol es el deporte rey, pero yo siempre he tenido la impresión de que los favoritos del pueblo llano son la manifestación y la huelga. En Francia no se permite la indiferencia: siempre hay que estar a favor o en contra de algo. Lo he comprobado cada vez que he hablado con un representante del país vecino sobre cualquier tema y he visto que siempre tenía una opinión formada al respecto y que solía concluir su arenga con las frases Je suis pour o Je suis contre (mientras yo me preguntaba ya no si estaba a favor o en contra de lo que fuese, sino si me importaba un rábano el tema en cuestión).
En estos momentos, el francés medio il est contre, como puede comprobar el presidente Macron con sus intentos de retrasar dos años la edad de la jubilación y la resistencia que está encontrando al respecto por parte de sus queridos súbditos (Francia es una monarquía que aparenta ser una república). Hace unos días ardió el ayuntamiento de Burdeos a manos de manifestantes enfurecidos y ha habido que retrasar la visita del rey Carlos de Inglaterra para evitar que se vea atrapado en medio de alguna tangana en el centro de París entre los que se resisten a jubilarse a los 64 y los policías que intentan disolverlos a porrazos.
Da la impresión de que hemos vuelto a los tiempos de los célebres gilets jaunes (chalecos amarillos), que tampoco se cortaban un pelo a la hora de protestar y romper todo lo que encontraban por delante. Permítanme que lance una pregunta que a algunos les puede parecer reaccionaria: ¿ese retraso de dos años en la jubilación del français moyen justifica la desaforada respuesta de los últimos tiempos? Considérenme, si gustan, un pequeño burgués con la vida solucionada (y no el pelagatos que vive de lo que escribe), pero me inclino a pensar que no. Entre otras cosas, porque en España nos jubilamos (los que se jubilan, no yo) a los 65 años y no detecto especial preocupación por la posibilidad de que el retiro llegue a los 67. ¿Dónde acaba, en el caso francés, la justa defensa de un viejo derecho y empieza la vagancia y, en última instancia, una cierta insolidaridad hacia los retraités del futuro, para los que puede que no haya ni un euro si no alargamos un poco la vida laboral de los actuales currantes?
El retraso de la edad de jubilación es, evidentemente, una medida impopular. ¿La quiere aplicar Macron por pura maldad y por cierto sadismo hacia sus sufridos súbditos? Me cuesta bastante creerlo. Más bien pienso que el hombre ha sacado sus cuentas y ha visto que no habrá ni un duro para los jubilados del futuro si los del presente no arriman el hombro un par de años más. Ese problema también nos puede afectar a los españoles, aunque como aquí todo lo tenemos que hacer a lo bestia, ya ha salido Aznar diciendo que debemos retrasar la edad del retiro a los 70 años (que eso sí que es para cabrearse y montar en cólera). No soy el presidente del club de fans de Macron, pero su propuesta no me parece tan descabellada ni tan ofensiva. Y tal como está el panorama político francés –con gaullistas y sociatas hundidos y la oposición formada por las huestes de Marine Le Pen y Jean-Luc Melenchon, a cuál más demagógica y lamentable-, creo que el señor Macron interpreta muy dignamente el papel del mal menor.