Albert Dalmau, el más buscado en la fiesta del Hotel Claris
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Noche fresca, de finales de septiembre. Se acaba la temporada de terrazas de los hoteles, la que se inauguró antes del verano. Y todos quieren celebrar que comienza un nuevo curso en una de las terrazas con más glamour de Barcelona, la del Hotel Claris. Concejales, sociedad civil, por supuesto el presidente del grupo hotelero del Claris, Jordi Clos, presidente, a su vez, de Turisme de Barcelona. Y un objeto de deseo: Albert Dalmau, consejero de Presidencia de la Generalitat, que hace solo dos meses era el gran hombre fuerte en el Ayuntamiento de Barcelona, mano derecha del alcalde Jaume Collboni.
Todos querían saludar a Collboni, e intercambiar unas palabras, pero las miradas se fijaban en Dalmau, el hacedor en el Govern de Salvador Illa. Dalmau, tranquilo, iba explicando las peculiaridades de una administración, la autonómica, que lleva más de diez años a una velocidad más bien escasa.
Con voluntad pedagógica, el consejero de Presidència señalaba que la organización que se ha encontrado es muy distinta a la del Ayuntamiento, donde todo está perfilado y la maquinaria funciona a buen ritmo. Dalmau quiere que la Generalitat haga lo propio, y no duda en bajar al terreno y reclamar a quien corresponda por qué se bloquean ciertos asuntos o decisiones.
En particular, el Govern lucha en las últimas semanas para combatir una próxima sequía. Y Dalmau se ha puesto a ello para conectar el Ebro, en las comarcas del sur de Catalunya, con las cuencas internas. Tiene claro que es el consejero de Presidència, pero si es necesario será “jefe de operaciones”.