Los unicornios son mitos, leyendas que sirven para hacer volar la imaginación, igual que el cine y algunos de sus directores. Este miércoles estos seres fantásticos, extraordinarios han sido los principales protagonistas del festival de Málaga.
Juan González y Fernando Martínez, más conocidos como Burnin' Percebes han sido uno de los responsables en traer a la sección oficial algo de originalidad. Su humor surrealista, chanante y con estética low cost ha llegado a la pantalla grande con El fantástico caso del Golem. La bizarrada con Bruna Cusí y Brays Efe como maestros de ceremonia que, si bien ha sido lo más original a nivel formal que se ha presentado en competición peca del formato sketch y se vuelve redundante a pesar de sus 95 minutos de duración.
Los Unicornios es también el título de la incursión en la ficción de Àlex Lora i Cercós en la ficción tras su experiencia en el documental. Para hacerlo, cuenta con una de las actrices con más talento de su generación, Greta Fernández que, por mucho que lo niegue, da vida a una joven odiosa incapaz de decidir que quiere en su vida laboral, sentimental ni en la vida en general.
El realizador es un poco más piadoso a la hora de hablar de este retrato generacional. Culpa al capitalismo imperante que fuerza a los jóvenes a ser los más cool, ser libres, diferentes y a la vez los condena a una esclavitud para ser lo que se espera de ellos. Una trampa en la que caen muchos hombres, “pero cuando todo eso lo hace una mujer se la ve como un monstruo”, lamenta.
El espectador no lo ve muy diferente. El personaje de Fernández es indeciso, irreverente que irrita hasta sus propios padres. ¿Pero acaso ellos no han tenido la culpa de haberla compartido en eso?, se preguntan actriz y realizador.
Menos arriesgada es la otra cinta en competición. Una nueva historia de crecimiento creada y rodada al otro lado de charco que si no fuera por el trópico urbano propio de Panamá tampoco sería más que una nueva película sobre el despertar romántico y sexual de dos adolescentes.
Claro que De caperucita a loba, que ha hecho que se desplegara la alfombra roja en el Teatro Cervantes para recibir a José Mota, Berto Romero y David Guapo, tampoco ha sido nada del otro mundo. Claro que ha llenado de caras conocidas la noche malagueña.
Chus Gutiérrez filma una cinta que trata de reírse de las recomendaciones para el amor que lanzan ciertos libros para mujeres, pero que en el fondo no deja de ser un relato más sobre una mujer que pasa de hombre a hombre en busca del amor. Todo muy Sexo en Nueva York con toque castizo que en 2023 no causa el mismo efecto. Si no que se lo pregunten a Sarah Jessica Parker que se dio de bruces con la secuela de la mítica serie.
La mujer que sí ha despuntado en el festival a pesar de su fugaz estancia en Málaga ha sido Natalia de Molina. La actriz protagoniza un auténtico tour de forcé un Asedio en el que no sólo la policía no sale bien retratada, sino tampoco una sociedad en el que la xenofobia y la precariedad imperan, como subraya la misma protagonista a Crónica Directo.
También destaca Honeymoon que, si bien apuesta por una trama regular de una familia destrozada por la muerte de su hijo, no deja de cambiar de género a medida que los personajes tratan de encontrar el dinero para repatriar el cuerpo de su hijo. Una vez más, la precariedad como telón de fondo.
Pese a todo, la película más interesante de la jornada ha llegado desde Argentina. Vera Fogwill y Diego Martínez son los hacedores de poner en imágenes la obra teatral de la primera que, en pantalla grande y protagonizada por dos estrellas internacionales como Cecilia Roth y Maricel Álvarez cobra una fuerza extraordinaria. Sus Conversaciones del odio retratan sin edulcorantes ni flores el rencor, el malestar y las envidias a los que se siente abocada no sólo la mujer sino toda la sociedad y el daño que esto supone en nuestras relaciones cotidianas.
Y como de unicornios ha ido el día, destacar el pequeño homenaje que ha tenido el festival de Málaga a una leyenda, un mito, un grande del cine español, Carlos Saura, fallecido el pasado enero a los 91 años. La proyección de Las paredes hablan, última cinta del realizador aragonés, no ha hecho más que subrayar dos hechos: por un lado, el error garrafal de la Academia de Hollywood de no mencionarlo en su in memoriam de la ceremonia de los Oscar; por otro, que el cine español, cada tanto, sí da unicornios, seres extraordinarios que nos hacen soñar.