Cien días después de que Kiko Rivera se sentara en el Deluxe para hablar de la llamada “herencia envenenada” ha vuelto a Telecinco, con menos rabia pero el mismo rencor por Isabel Pantoja, su madre.
El DJ confiesa que está “destrozado por dentro”, pero no se arrepiente de nada. “Yo no quiero que esto se solucione. Quiero que me explique y una vez que me explique veré si hay alguna oportunidad”, sentencia.
Sin solución
Mantiene que, a día de hoy, la relación con la cantante “no tiene solución”. Desde que el día 2 de agosto él descubriera los trajes de Paquirri en una habitación de Cantora y el modelo reclamara explicaciones, no ha habido ninguna.
“Yo no la voy a llamar”, mantiene el joven. Tiene claro que es su madre quien “ha hecho las cosas mal”. “Aunque mi madre haya hecho las cosas muy mal, y esté jodido, sigue siendo mi madre", subraya. Eso sí, "hay cosas que no se pueden borrar”, prosigue.
Sin arrepentimiento
Paquirrín no se arrepiente de nada de lo que ha dicho. Sostiene que lo único que dijo fue “dibujar la personalidad que es”.
Lo único que lamenta de acudir a los platós a decir lo “mala madre” que es la Pantoja es en lo que ha derivado, “en cosas que me han hecho mucho daño”, señala. Entre ellas, las revelaciones de que Francisco Rivera no quiso nunca a la tonadillera.
"Doble personalidad"
A modo de justificar a la Pantoja confiesa que él cree que “mi madre tiene doble personalidad. Es una persona cuando estamos todos en el salón y otra cuando está en su cuarto”. Eso sí, no sabe cómo es allí dentro.
Pero ni una excusa le vale ya a Kiko, quien habla de la jurado de Got Talent como una persona “déspota y prepotente”, incluso alejada de las cámaras. "No se que tiene que a veces mira y trata a la gente por encima del hombro, incluso a mi prima Anabel", sorprende.
Reconciliación (casi) imposible
La entrevista ha estado llena de confesiones y confesiones terribles, como el racismo de su madre con Isa P., por eso Kiko duda que todo vuelva a la normalidad. “Puede ser que con el tiempo las cosas se calmen un poco, pero no creo que se vaya a arreglar”, del mismo modo en que duda que en lo llame, pese al ultimátum que le ha lanzado antes de ponerle una demanda.
Pero si, finalmente, las aguas volvieran a su cauce, “la relación con mi madre ya no va a volver a ser la misma que era”, concluye.