Andrés Lima: "La política nacionalista no ayuda al intercambio teatral"
El actor y dramaturgo se sumerge de lleno en el mundo de la prostitución, en las Naves del Teatro Español
1 abril, 2021 00:00Andrés Lima (Madrid, 1961) es un reputado actor, director y dramaturgo español. Hasta tres premios Max ha obtenido en su carrera y su rol en el teatro es clave para entender el panorama escénico del país.
Ante una situación pandémica que ha paralizado la cultura, el madrileño ha podido salir adelante y estrenar y reestrenar algunas de sus más reputadas obras. Una de ellas es Prostitución, una creación fruto de la investigación de más de un año con todo tipo de colectivos, que aborda la temática que da nombre al título.
Verdad y ficción
En esta pieza de teatro-documento conviven las actrices Carmen Machi, Nathalie Poza y Carolina Yuste que, tras dialogar con diferentes colectivos, dan voz a muchas mujeres que se dedican a la llamada profesión más antigua del mundo. Ellas también son clave en ese viaje que aterriza en el Teatro Español de Madrid.
Lima repasa cómo ha sido trabajar con estas grandes intérpretes, cómo ha sido sumergirse en el mundo de la prostitución y los controvertidos debates que genera y qué papel puede jugar el teatro al respecto. Un teatro con el que sigue experimentando y que considera un camino viable para llegar a la verdad.
Presentación de 'Prostitución'
--Pregunta: ¿Cómo ha vivido el reestreno de 'Prostitución'?
--Respuesta: Tras el estreno que hicimos, que fue muy bonito, la gira y el impacto del Covid y Filomena, ha ido muy bien.
--¿Cree que la obra es más necesaria que nunca?
--El debate está más vivo que nunca y se nota mucho en el público. Hay muchas mujeres que vienen a ver el montaje y la acogida ha sido supercalurosa por parte del público y es un placer.
--Para quien no lo sepa, ¿cómo ha sido el proceso para desarrollar la obra?
--El proceso fue largo, se inició un año antes del estreno y es fruto de talleres, de investigación, de intercambios con gente y colectivos que sabían más que nosotros de este tema: colectivos feministas, grupos de apoyo a la prostitución, abolicionistas, antitrata, además de gente del teatro. Como hacemos siempre, un año de investigación en el que vamos haciendo una serie de laboratorios o talleres y nos acercamos al tema, nos quitamos capas de cebolla hasta llegar al montaje y obtener un acercamiento teatral. Hemos entrevistado a bastantes prostitutas de las cuales hemos extraído bastante parte del contenido de la obra, los textos son bastante basados en hechos reales. Asimismo, hemos hablado con algunas autoras como Amelia Tiganus, que es una reconocida luchadora contra la trata, hay testigos de prostitutas, textos de Verónica Serrada. Hay también un texto de Juan Cavestany, colaborador de toda la vida y que pone la guinda a la obra. Todo ello con una investigación de cómo servir el espectáculo, acercándonos al cabaret contemporáneo, a la tradición de la revista… Ha salido un montaje muy especial que nos está dando muchas alegrías, que es una mezcla de teatro, reportaje, cabaret y discurso. Sobre todo, una experiencia muy real.
--Y las actrices también están implicadas, ¿no?
--Ellas hacían las entrevistas a las prostitutas, estuvimos en sus locales y en las calles, y le da mucha verdad al espectáculo. Tratamos de poner todas las posturas en escena y que la gente se haga preguntas.
--Es teatral y expansivo, ¿multimedia?
--Sí, hay vídeos de las entrevistas con las prostitutas. De allí sacamos material de videorreacción que se ve en la obra, como una madame de Barcelona. Hemos cogido todos los elementos técnicos tanto teatrales como documentales que teníamos en nuestra mano y hemos hecho un espectáculo de todo ello.
--¿Las actrices las tenía en mente?
--Las actrices estaban desde antes, como solemos hacer generalmente. Desde la primera entrevista, que la hizo Carmen Machi, luego Nathalie Poza y así íbamos generando de lo que queríamos hablar. Y durante el año, cada dos meses hacemos una semana de trabajo y cada momento o taller tiene un foco determinado. Y esas piezas se ensamblan con la improvisación que hay de teatro. Las tres estaban desde el principio. Carolina Yuste llegó un poco más tarde porque yo no la conocía, pero tras la prueba vi que era una actriz extraordinaria y las tres eran parte fundamental de la investigación. Así, ellas, decíamos de broma, se subían a sus tacones y desde allí podían ver el mundo desde las perspectivas de las prostitutas.
-O sea, que la obra ofrece todas las posturas del debate. Ahora más que nunca parece que hay posturas enfrentadas entre abolicionismo, ley de la trata, regulación...
--Hay muchos puntos de vista. Yo al principio no sabía cuánto abarcaba este tema. Tenía el olfato o la idea de que, en este mundo tan dedicado al consumismo, el alquilar tu cuerpo era casi el epítome del capitalismo. Empezamos sin saber mucho el alcance que tenía y al meternos dentro descubrimos y vimos todo el campo inabarcable: la prostitución online, la masculina, la prostitución para la diversidad funcional… Hay muchos campos que no hemos llegado a tocar. Tuvimos que ir acotando y quisimos ponernos en el lugar de ellas y que fueran las protagonistas y empezaran a hablar. Sí es cierto que, dentro de la vertiente política del tema, la cuestión de la abolición o regularización ahora mismo es un debate muy fuerte, incluso desde el feminismo, y me interesaba que esos dos aspectos estuvieron en la obra: que hubiera la defensa de la abolición y de la regulación.
--Un tema polémico…
--Hay un montón de opiniones allí. El teatro no es un juzgado, nosotros lanzamos opiniones allí e intentamos comprender todas las vertientes y que el público sienta y pueda tener la experiencia de todos los puntos de vista o por lo menos de la esencia de lo que sucede en la calle, en los hoteles, en las familias… Pero en lo que sí está todo el mundo de acuerdo, sobre todo las mujeres, estén a favor o en contra de la abolición, es en que hay una cosa inadmisible: que en el siglo XXI España siga siendo un lugar de tránsito y de destino de la trata de personas, de mujeres y de niños, sobre todo. Eso es algo vergonzoso, que la esclavitud siga generando tanto dinero y que no hayan encontrado la manera de que esa vergüenza no exista. Además, está ligado con las leyes de inmigración y hay todo un subsuelo allí de corrupción y de mafias de la trata muy preocupantes.
--En cambio, todos los partidos hablan de feminismo y la ley de la trata no sale adelante.
--Me imagino que tiene muchas vertientes policiales, políticas, sociales… Y acabar con la mafia nunca ha sido fácil, ni aquí ni en ningún lado. Hay mucha gente enriqueciéndose, haciendo negocio del abuso de la gente. Es urgente y hay que hacerlo. Pero el debate de abolición y regulación va inmerso en este tema. Pero primero debe solucionarse el tema de la trata.
--En este sentido, ¿se podría decir que 'Prostitución' es teatro político desde lo social? ¿Cree que se ha perdido?
--Dentro del discurso teatral, hay un reflejo social y ese es un reflejo político a su vez. Cualquier obra de carácter teatral o artístico que hable de lo que lo rodea siempre habla de política. La política es la relación del ciudadano con la polis, con la sociedad, la manera en que nos organizamos, hacemos las leyes. El teatro político o que hable directamente de política no me interesa especialmente porque entramos en un tema de verdad o mentira. Me interesan las relaciones humanas y éstas pasan por lo político, también. Y cuando hablas de conceptos como la prostitución o el capitalismo hay evidentemente una responsabilidad política. Cualquier mirada crítica está bañada de la mirada política, es inevitable. Pero no creo que esté en desuso este tipo de teatro, hay varias obras que tienen muy en cuenta el entorno social, en qué tipo de sociedad se siembran los conflictos humanos, aunque sea una obra de teatro de amor. Desde un tiempo a esta parte, España lleva ya muchas horas de democracia, pero con un recuerdo muy vivo de lo que sucedió en el franquismo. Todas las nuevas generaciones tienen muy claro que el análisis del mundo en el que viven es importante, porque nota que incide directamente en nuestro comportamiento y en nuestra manera de vivir para intentar ser felices. Se está haciendo mucho teatro-documento, que dicen que nosotros hacemos ahora, que trata casos y prejuicios reales y donde hay una reflexión sociopolítica e histórica. No creo que caiga en desuso. Y con la pandemia, que el futuro se nos antoja más incierto, hay más preocupación por el presente y puede generar un arte que tenga muy presente el aquí y ahora.
--¿Cree que ese es el sentido del arte?
--No creo que el arte tenga ninguna obligación, pero si la tuviera tiende a explotar y a disparar esa realidad. Para contar el mundo en el que vives, para tratar de hablar de algo verdadero. La verdad está más allá de la realidad. En un proyecto, es el elemento artístico lo que te va hacer llegar o disparar esa realidad. Decía un pintor del que ahora no recuerdo el nombre que no le importaba que al mirar un cuadro este estuviera bien hecho, sino que fuera verdad, verdadero. Y eso un artista lo nota y el público lo percibe y eso se está dando. Siempre existirá un teatro más acomodaticio que no quiera entrar en determinados temas y no por eso es menos válido. El entretenimiento puede ser igual de punzante, crítico y conmovedor que cualquier obra clásica. Brecht decía que lo primero que tenía que ser el teatro es entretenido.
--¿Cómo valora la gestión de la pandemia en el teatro?
--Como todo, esto es un poco guirigay. Ha habido políticas muy diferentes en cada comunidad. En Madrid, por un lado, se ha querido favorecer mucho la producción y el teatro no ha salido mal parado. Pero el teatro en general, en España no ha salido mal parado. Con sus medidas de seguridad se ha demostrado que es un espacio seguro. Al principio, al cerrarse todo hubo un movimiento de protesta de todos los sectores del teatro para que los responsables del dinero público reaccionaran y les costó bastante. España no es un ejemplo de potenciar la cultura, ni antes ni después de la pandemia. Pero el teatro público se ha puesto las pilas para dar trabajo a gente y que las compañías o muchas de ellas no quebraran. Ahora se ha normalizado un poco más y, dentro del desastre que es todo, el teatro no se puede comparar con otros sectores como el de la música o la hostelería. Con el 75% de aforo, por el momento, vamos sobreviviendo.
--Bueno, en Cataluña ha estado más tiempo cerrado.
--Es verdad. Yo trabajo mucho en Cataluña y es verdad que habéis sufrido mucho. No sé, pero creo que se está llegando a posiciones más cabales, porque el cierre absoluto de los teatros y del entretenimiento es un despropósito. Es muy importante que con las medidas no se cierren los teatros para no destruir el tejido teatral si no hace falta. Luego ha habido posturas políticas no deseables. A nosotros nos ha pasado que algunos alcaldes cerraron teatros sin que hubiera una situación de contagios o de estado de alarma que lo propiciara.
--En Cataluña se reclamaba el 2% de inversión cultual en los presupuestos y todo también quedó muy estancado.
--Mucha gente se piensa que el teatro son cosas que hacen los teatreros, pero hay otros gremios detrás como técnicos, que son fundamentales. No son solo unos cuantos actores y directores, sino que hay mucha gente alrededor.
--Y usted que va casi una vez al año a Cataluña, ¿cómo ve esa falta de intercambio de obras entre Barcelona-Madrid?
--No creo que se haya perdido tanto. Es más, hubo una época en la que los directores catalanes dirigían teatros aquí en Madrid: Carme Portacelli, Mario Gas, Albert Boadella… y había intercambio. Pero la iniciativa privada tiene muy difícil el intercambio. En las compañías y productoras privadas es donde se genera realmente el trabajo, porque los teatros públicos es un porcentaje bastante limitado, aunque importante. En este sentido, las Administraciones son demasiado conservadoras. No hay nada mejor que el mestizaje y que un Centro Dramático Nacional (CDN) se pueda nutrir de un Teatre Nacional de Catalunya, o de Badajoz, o de Galicia o de Andalucía. Sería idóneo para que los espectáculos se puedan mover. En el CDN, Ramón Barea ha iniciado una protesta por la discriminación de los actores por no ser de Madrid, ya que no se pagan dietas y para tratar de que sea más justo y democrático. Lo cierto es que, durante un tiempo, los montajes catalanes eran referencia en Madrid y creo que la política nacionalista, a veces, tampoco ha ayudado al intercambio, sinceramente. Aunque dentro del teatro, Cataluña siempre ha sido muy abierta y hay muchísimos catalanes. Yo, más que Barcelona-Madrid, creo que debería abrirse a toda España. El teatro vive de las giras, sobre todo, y es muy importante para las compañías.
--Hace referencia a la política cultural y teatral, ¿cómo la definiría?
--Nunca ha habido una dirección política teatral clara, es decir, qué tipo de teatro se quiere potenciar para que lo público salga adelante, si un teatro más popular o más burgués, o que se fomente el didactismo o va a ser más filosófico. Sería convenirse sentarse a pensarlo. Es necesaria una política teatral donde lo público no solo sean las subvenciones, sino el apoyo a las infraestructuras para que los grupos puedan girar, que los circuitos estén abiertos para todo el mundo, que haya un sistema público que ayude a que los espectáculos y sus responsables viajen. Pero hay muchas cosas que no se ven porque es muy difícil hacer frente a los gastos que supone ir a hacer temporada fuera. En cada comunidad y en cada ayuntamiento harían falta un cierto apoyo al intercambio.
--Hablando de compañías, ¿Animalario sigue?
--Ya no nos llamamos Animalario desde hace tiempo pero, como dice Juan Mayorga, es un campo magnético. A pesar de haber disuelto la empresa, porque cada uno tenía las miras puestas en un sitio diferente al cabo de los años, seguimos siendo compañeros. Por ejemplo, yo trabajo con Willy Toledo y María Morales para mi próximo montaje, todo mi equipo artístico (Beatriz Sanjuan, Valentín Álvarez, Pedro Yagüe...) eran gente que trabajaba habitualmente en Animalario. Animalario era gente que tenía una manera de vivir el teatro y aunque no nos llamemos de esa manera y Alberto San Juan no esté en estos trabajos, está con Juan Mayorga en El chico de la última fila; Nathalie Poza, que es una de las fundadoras, está conmigo en Prostitución… De alguna forma, hay un campo magnético que nos atrae y nos sigue gustando, pero que nos da la libertad también de hacer cada uno cosas por nuestro lado. Pero sigue conservando ese espíritu de hacer un teatro que nos interesa, que nos corre por la sangre y que necesita de todo nuestro compromiso con hacer teatro.
--¿Se sienten como la Nouvelle Vague del teatro español?
--(Ríe) Yo no, por supuesto. Yo soy una persona que se levanta por las mañanas para intentar hacer teatro todos los días. Somos un grupo de amigos, como se ve, que hemos podido contar con gente muy talentosa estos años. Pero hay otro grupo de gente igual de talentosa, igual de amigos que no han tenido tanta suerte a lo mejor. Pero sí creo que hay cosas generacionales, que te toca vivir ciertas cosas de tu país, que tiene una serie de connotaciones que nos influyen sobre las cosas de las que nos interesa hablar. Pero, vamos, no me atrevería a llamarnos la Nouvelle Vague.
--¿Cree que lo que vivieron es lo que les inspira a juntarse y hacer este tipo de teatro y lograr un sello?
--Me imagino que uno se junta con gente con la que tiene ideas o, por los menos, inquietudes comunes y eso hace que uno se junte también en torno a una idea artística. Pero también es cierto que con Javier Gutiérrez, otro miembro de Animalario desde el principio, acabamos de estrenar un montaje que se llama De qué hablamos cuando hablamos de amor, sobre el cuento Principiantes, de Raymond Carver, donde no hay un sello de teatro-documento, pero sí intentamos hacer un teatro comprometido con el ser humano y el mundo que nos rodea.
--Y ahora vuelven muchos de ellos con 'Shock 2'...
--Sí, es la segunda parte de Shock 1, en la que nos centramos en la parte de los 70 y 80 con Margaret Thatcher, y esta segunda parte partimos de ese final y la guerra de Irak hasta prácticamente hoy basándonos en el libro de Naomi Klein. Y sí, todo el equipo anterior y parte de los actores son los de antes, más alguna incorporación, como Guillermo Toledo, se suman a este montaje. Siempre estará Animalario por ahí, pero es otro montaje.
--¿La pandemia, que también fue un momento crucial, animó a crear?
--Pues, mira, me llamó mucha gente de aquí y de fuera para ello, cosa que fue un movimiento europeo muy bonito, pero a mí no me salía escribir sobre la pandemia. En cambio, sí me salía hablar del impacto de la pandemia y reflexionar sobre el teatro. A mí no me surgió ninguna obra al respecto. Reflexionar sobre ello es necesario, pero me resulta extraño hablar de la peste cuando todo el mundo habla de la peste y necesitaba saber cómo me afectaba eso. Me plantearon un texto y no me acabó de enganchar. Soy partidario del humor y de la comedia y necesito distancia, prefiero no estar dentro.
--En este momento además surgió el teatro grabado, ¿cómo lo ve?
--El teatro grabado se llama así, pero no es teatro. La parte fundamental del teatro es que es en vivo y que es una experiencia en directo donde hay un contacto muy especial entre el espectador y el público. Todo lo demás es cine o televisión, pero todo lo que sea ayudar está bien, son amigos, no enemigos, pero no teatro.
--Y más allá de 'Shock 2', ¿qué otros proyectos tiene en camino?
--Está también pendiente de estreno Principiantes, como te dije, y alguno más para el año que viene.
--¿Y se le va a ver por Cataluña?
--En principio, sí. Tengo un proyecto entre manos con Focus. Nada menos que El paraíso perdido, de Milton, una reflexión sobre lo que significa ese libro, pero despegándonos con él. Y luego ya tengo mis planes particulares de seguir trabajando con putas, asesinos y toda clase de marginalidad (ríe). Creo que es interesante poner nuestros ojos donde no miramos normalmente para saber cómo somos y cómo nos organizamos, y esa es una función interesante del teatro.