Rafael Villaseca y Jordi Cazorla, presidente y consejero delegado de acelsa, respectivamente

Rafael Villaseca y Jordi Cazorla, presidente y consejero delegado de acelsa, respectivamente Òscar Gil - CG

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Los fondos inyectarán 166 millones de euros a Celsa un año después de hacerse con su control

El grupo siderúrgico aprobará en junta extraordinaria la primera ampliación de capital desde la salida de los Rubiralta, con el fin de mejorar el resultado operativo

25 septiembre, 2024 13:33

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Los fondos que asumieron el control de Celsa hace algo más de un año están a punto de hacer efectivo su compromiso de invertir en el grupo siderúrgico para asegurar su continuidad. La compañía ha convocado una junta extraordinaria de accionistas para finales del próximo octubre con el fin de aprobar una ampliación de capital de 166 millones de euros, que serán destinados a inversiones que permitan la mejora del resultado operativo.

La siderúrgica enmarca esta operación en el plan de creación de valor que lleva a cabo, con el apoyo de la consultora Bain & Company, que incluye mejoras e inversiones en todas las áreas del grupo y prevé notables retornos de cada una de las actuaciones.

La ampliación se ejecutará en dos fases. De forma inmediata se destinarán 81 millones de euros a las mejoras en España, a través de la sociedad Barna Steel. Posteriormente, llegarán los 85 millones restantes, cuyo destino serán las filiales de Celsa en Polonia, Noruega y Reino Unido, una de las más importantes de la empresa. 

La operación tiene lugar poco más de un año después de que los actuales accionistas de la siderúrgica, en su mayoría fondos y entidades financieras que constituían el grueso de los acreedores, comenzaran a tomar los mandos tras la decisión de los juzgados de lo Mercantil de Barcelona de aprobar el plan de reestructuración que presentaron en su día.

El interior de la planta de Celsa en Castellbisbal (Barcelona) / CELSA

El interior de la planta de Celsa en Castellbisbal (Barcelona) / CELSA

Esta circunstancia motivó la salida del capital de la familia Rubiralta, históricos accionistas del grupo, que mantenían una lucha encarnizada por el control de Celsa con sus acreedores. En los últimos años, ambas partes mantuvieron negociaciones para tratar de llegar a un acuerdo que no fue posible, ni siquiera con la aprobación de un rescate por parte del Gobierno, en el contexto de la pandemia.

En este proceso, los fondos manifestaron de forma reiterada su intención de invertir en Celsa, aunque siempre condicionado a que se produjera un cambio en la gestión, al que los Rubiralta siempre se opusieron.