El BCE ralentiza la moderación hipotecaria al ser incapaz de contener la inflación
El mercado empieza a descontar una nueva subida de los tipos de interés, lo que también está tensionando las primas de riesgo en la eurozona
27 septiembre, 2023 23:30Noticias relacionadas
La presión hipotecaria se va a prolongar más de lo previsto para los tenedores de este tipo de préstamos. Las previsiones de una fuerte desaceleración en el encarecimiento de las cuotas en la recta final de año están siendo objeto de revisión debido a las múltiples dudas que han surgido en el seno del Banco Central Europeo (BCE) sobre si ha llegado el final de las subidas de tipos de interés o aún deberá prolongarlas.
Esta circunstancia ha llevado hasta los mercados una tensión que se ha traducido en un repunte del euríbor con el que ya no se contaba. Tras el moderado descenso que experimentó en agosto, que puso fin a una racha de 19 meses consecutivos al alza con una subida acumulada de 4,65 puntos, en septiembre la flecha volverá a situarse hacia arriba y devolverá al referente de la mayoría de los préstamos hipotecarios a los máximos desde finales de 2008 que alcanzó en julio, con una media en torno al 4,15%.
Acelerón energético
Después de la subida de 25 puntos básicos acordada por el consejo de gobierno del BCE a comienzos de mes, la mayoría de las voces autorizadas del organismo emisor apuntaba al fin del ciclo alcista, que ha dejado el precio oficial del dinero en la zona euro en el 4,5% en algo más de 12 meses.
Sin embargo, los síntomas de moderación que había mostrado el comportamiento de los precios se ha detenido, en gran parte por el efecto que ha tenido en los precios energéticos el recorte de producción de petróleo por parte de algunos de los principales exportadores, entre ellos Arabia Saudí y Rusia.
Bonos en máximos
Desde entonces, las dudas se han instalado en el BCE, donde ya no se descarta una nueva revisión alcista, dado que el organismo que preside Christine Lagarde vuelve a ver demasiado lejos el objetivo de regresar al escenario del 2% de inflación que tiene como objetivo y que ya sitúa bien entrado 2025.
Las dudas se han trasladado a los mercados. En los de renta fija, el rendimiento de los bonos de referencia ha repuntado en las últimas semanas. En el caso del bono español a diez años, se encuentra en zona de máximos desde finales de 2014, cerca del 4%; el bund alemán va incluso más allá y se ha situado alrededor del 2,65%, su cota más elevada desde los inicios de la crisis financiera de primeros de siglo.
Una de las derivadas de este movimiento ha sido el efecto tensión que se ha trasladado a las primas de riesgo. La española se aproxima a los 110 puntos básicos tras alejarse un poco más de la de Portugal, hasta el entorno de los 35 puntos básicos de diferencia.
No obstante, el proceso de desaceleración del coste de los préstamos seguirá adelante en los últimos meses del año, dado que fue precisamente en esta recta final de 2022 cuando se produjo el acelerón más notable en el repunte del euríbor.
Incertidumbres
El efecto de los movimientos que se están registrando en los mercados durante estos días repercutirá en el ritmo del citado freno, que será más tendido de lo esperado.
El último representante del BCE en pronunciarse al respecto ha sido el miembro del consejo de gobierno Frank Elderson, que este miércoles llamaba la atención sobre la existencia de múltiples incertidumbres que hacen imposible, por ahora, determinar cuándo se acabarán las revisiones del precio oficial del dinero.
A vueltas con la subyacente
No obstante, Elderson se ha mostrado confiado en que las actuaciones del organismo emisor contribuyan a moderar el comportamiento de los precios a medio plazo.
En el seno de la zona euro inquieta el comportamiento de la inflación subyacente, que excluye del cálculo los elementos más volátiles como la energía y los alimentos frescos, y que se mantiene en cotas muy elevadas.
En España, este fenómeno es aún más acusado, hasta el punto de que la subida de la inflación subyacente multiplica por más de dos la evolución del IPC. Una circunstancia que se refleja especialmente en el precio de los alimentos, que acumula cerca de dos años de incrementos constantes por encima del 10%.