Malestar en CEOE en los primeros meses de la presidencia de Garamendi
El 'sueldazo' que se ha impuesto y el debatir sólo con sus allegados de mayor confianza disgusta a los miembros de la patronal
9 febrero, 2019 00:00Antonio Garamendi es presidente de CEOE desde finales de noviembre. Llegó al cargo por aclamación y sin ningún rival, aunque tres meses después de su toma de posesión ha provocado que los empresarios de la gran patronal del país hayan encendido las alarmas. Varias fuentes de la organización explican que existe “malestar” y “mosqueo” por las primeras decisiones que ha tomado ejecutivo.
Estaba llamado a ser la figura que culminara el trabajo que inició su predecesor en el cargo, Juan Rosell. Por ahora, se considera que no ha dado ningún paso para completar la modernización iniciada. Cuestión que no tendría mayor importancia si no fuera por la agitación que existe en Diego de León, acusada por la falta de comunicación fluida que aseguran que el presidente mantiene con los miembros de la patronal.
El círculo de Garamendi
Se critica de forma abierta que se haya rodeado de una “guardia pretoriana”, tal y como indican los interlocutores consultados. Un grupo de fieles formado por el secretario general, José Alberto González-Ruiz; el presidente de la Comisión de Economía, Íñigo Fernández de Mesa, uno de los fichajes estrella de la nueva etapa; y la directora de Comunicación, Relaciones Institucionales y Sostenibilidad, Carmen Alsina.
Juan Rosell, a la izquierda, da el testigo en la presidencia de la CEOE a Antonio Garamendi
También se alerta de los últimos fichajes en la patronal. Garamendi ha incorporado además del exsecretario de Economía con el último Gobierno del PP, a la exdirectora de Turismo de la Comunidad de Madrid, Marta Blanco, nueva presidenta de CEOE Internacional, y al expresidente del Instituto Nacional de Estadística, Gregorio Izquierdo. Este viernes se hacía público que también se unía a la patronal la exsenadora del Partido Aragonés Regionalista (PAR), Rosa Santos. Había dejado pocos días antes su escaño en la Cámara Alta.
Evitar la politización de CEOE
Que todos ellos vengan de las filas de un mismo partido o de su entorno más inmediato se ha censurado. Los representantes de la patronal recuerdan que una de las obligaciones del presidente es la de evitar politizar la patronal. Afirman que debe eludir que se transforme en una correa de transmisión de las consignas de un determinado partido.
Se advierte de que esto choca con la obligación de ejercer de “voz de los empresarios” en el “sentido más amplio posible”. Es decir, con el debido respeto a todas las sensibilidades que conviven en la institución. Extremo que se habría puesto en tela de juicio en las últimas semanas.
En este sentido, también se le da un toque de atención a Garamendi por su excesiva exposición pública. Los empresarios mantienen que el presidente de la patronal debería mantener un perfil más bajo y evitar pronunciarse de forma tajante ante todos los conflictos en que se le demande su opinión. De nuevo, en pro de la neutralidad política que debería tener la organización.
El ‘sueldazo’ del presidente
Si estas quejas se considera que pueden ser reconducibles a medida que avancen los meses de mandato, hay otra decisión extremadamente polémica que deja poco margen de corrección. Se trata del sueldazo que el presidente se ha impuesto como recompensa a la actividad que realiza en la institución empresarial.
Garamendi cobrará a partir de 2019 unos 300.000 euros anuales de retribución base, a la que se añadirán otros 50.000 euros en concepto de bonus. Así lo anunció en el encuentro de enero de la junta directiva de la patronal. Recuperó la compensación económica que ya percibían Gerardo Díaz Ferrán y José María Cuevas durante sus mandatos. Rosell rechazó percibir dietas de la organización privada.
Ratificación final en febrero
La propuesta se aprobó por unanimidad, aunque días después los ejecutivos de CEOE recibieron por sorpresa el montante que pretende percibir al año el presidente. Los portavoces de la patronal señalan que las cifras que se han publicado hasta la fecha no son las definitivas, aunque reconocen que no variarán en exceso.
El presidente de CEOE, Antonio Garamendi (c), junto a los vicepresidentes de la patronal / CEOE
Los trámites burocráticos de la aceptación implican un voto a favor inicial de la junta, el visto bueno de la Comisión de Control Presupuestario y la ratificación final del máximo órgano directivo. Este último debate tendrá lugar en la reunión que se ha convocado a finales de mes en la calle Diego de León.
Coste "bruto"
Los mismos portavoces argumentan que los 350.000 euros que podría llegar a percibir el presidente no equivalen a su salario limpio. Defienden que se trata del “coste bruto” que asumirá la patronal. Garamendi, a su vez, ha justificado que se trata de una compensación económica asemejada al de la alta dirección.
Los más duros mantienen que el presidente se ha quedado sin argumentos para rechazar la revalorización del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) hasta los 900 euros al aplicarse una compensación económica que tildan de “desproporcionada”. Aunque, por ahora, no han elevado a público la petición de que se reduzca.
Margen de maniobra
Se aprobó por unanimidad contemplar el pago de dietas en esta legislatura, tal y como recuerdan los portavoces de CEOE. Otros miembros de la patronal abren la puerta a que se hagan públicas las quejas en la junta directiva de febrero, donde todos los empresarios que salieron elegidos en noviembre disponen de voz.
Las voces críticas destacan que se ha dejado a Garamendi cierto margen de maniobra al inicio del mandato. Con todo, recuerdan que el “mosqueo” empresarial existe y se le reclama que tome nota de este malestar para intentar recuperar la paz en la patronal.