Los colegios: ¿foco de contagio o espacio necesario para los menores?
El cierre de escuelas puede tener un notable impacto en el desarrollo social y psicológico de los niños
27 octubre, 2020 00:00Las escuelas serán lo último que cerrará. Así lo ha anunciado el director de Centros Públicos del Departamento de Educación catalán, Josep Gonzàlez-Cambray, en una entrevista en Catalunya Ràdio. “El cierre de la escuela no está sobre la mesa”, ha declarado el ingeniero, quien considera que los centros educativos no son un “foco importante” de Covid-19.
De hecho, los datos muestran que más de la mitad de los brotes de coronavirus tienen lugar en el ámbito familiar. Las escuelas representan el segundo espacio donde más contagios se detectan --a finales de la semana pasada se habían contabilizado 197 brotes dentro del sistema educativo--, pero están lejos de los entornos sociales y familiares, donde se han comunicado 797 brotes. No obstante, el número de infecciones dentro de los colegios no para de crecer: este lunes había 5.736 casos activos, que han derivado en más de 70.000 personas en cuarentena. Con esos datos en la mano, ¿se puede mantener la afirmación de que las escuelas e institutos son un lugar seguro?
Enseñanzas de la primera ola
Los colegios fueron lo primero que cerró el pasado marzo por considerarse uno de los espacios con más riesgo de contagio. Sin embargo, esta visión ha cambiado en los últimos meses. “Las primeras evidencias parecían indicar que los niños eran una especie de supercontagiadores asintomáticos, pero la mayor parte de los estudios posteriores han demostrado que los menores no contagian más que un adulto”, subraya el especialista en medicina preventiva y portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria, José Jonay Ojeda.
Por otro lado, los países europeos que reiniciaron la actividad escolar en verano, demostraron que las escuelas no actuaban como un foco específico, sino como un reflejo de lo que pasaba en la comunidad donde se encontraban. “Si el colegio estaba en un barrio con mucha transmisión comunitaria, los casos entre los alumnos eran mayores. No obstante, si el número de positivos de la zona no era muy elevado, el surgimiento de niños contagiados en los centros era más extraño”, explica el experto.
Los contagios se dan fuera
La teoría de que los niños no se contagian dentro de la escuela coge cada vez más peso. En esta línea, el epidemiólogo Salvador Peiró aduce que “el coronavirus no está en el colegio esperando a los menores”, y puntualiza que, si aparece, es porque algún miembro de la clase se ha contagiado en su casa o en la calle. Ojeda coincide con él y emplaza a la responsabilidad en los hábitos extraescolares de las familias.
Los casos detectados en universidades parecen confirmar esta visión. Peiró hace hincapié en que los brotes surgidos en los colegios mayores no tenían su inicio en el aula, sino en fiestas o reuniones que los alumnos habían realizado en su tiempo libre. “Los profesores y padres de niños, sin embargo, parece que se están comportando con más tranquilidad en lo referente a sus contactos sociales”, señala el experto.
Una buena adaptación
“Los niños han dado una lección a los adultos”, remarca la psicóloga infantil María Jesús Campos, que recuerda que ellos fueron “los primeros a quienes se les obligó a meterse en casa y los últimos en salir”. Campos alaba la capacidad de los más pequeños de pasar cinco o seis horas entre mascarillas y geles sin protestar, mientras que critica la “picaresca” de muchos adultos, que tratan de sortear o directamente incumplir las normas.
“Los niños están muy contentos de poder volver al colegio”, señala la responsable de Políticas Educativas de CCOO Cataluña, Tere Esperabé quien, no obstante, alerta de que “todavía quedan muchas cosas por hacer”. “Nosotros apostamos por la presencialidad porque es la única manera de garantizar el derecho a la educación de todos los niños, pero muchas de las peticiones que hicimos al Govern todavía no han llegado”, critica la docente. Entre estas cuestiones destacan la bajada de las ratios, el incremento de los profesores y el personal de limpieza, el reparto de mascarillas, la realización de PCR a todos los trabajadores y un plan para gestionar las horas puntas en el transporte público. “Hay cero diálogo con la Generalitat”, se queja Esperabé, quien adelanta que, sin colaboración, los profesores no pueden trabajar en las mejores condiciones para los alumnos.
Impacto psicológico
El cierre de los colegios por el empeoramiento de la situación epidemiológica tendría un impacto muy grave en los apartados psicológico, emocional y social en los menores, alerta Campos. “En las escuelas no solo se aprende matemáticas y lengua, son centros de socialización para los niños”, explica la especialista, quien pone en valor este tipo de aprendizaje para el correcto desarrollo de los pequeños. “Cerrando los centros educativos les rompemos a los niños y adolescentes una parte vital de su día a día. Esto afecta tanto a su desarrollo motor como al social e intelectual”, puntualiza.
La desigualdad a la que deberán enfrentarse algunas familias si se opta por un nuevo confinamiento es otra de las cuestiones por las que el sistema educativo debe continuar su labor presencialmente, en opinión de Campos y Esperabé. “Los padres no son maestros y asumir ese rol es muy complicado en algunos entornos familiares, especialmente en los que tienen niños con dificultades en el aprendizaje”, concreta la psicóloga. A las ya conocidas desigualdades materiales --no en todas las casas hay los suficientes aparatos electrónicos para seguir las clases online correctamente-- se suman las desigualdades sociales. “Hay muchos padres que no hablan correctamente el idioma en el que sus hijos están escolarizados o que ni siquiera tienen el nivel educativo suficiente para poder explicar los contenidos”, lamenta Campos.
Pensar estrategias previas
Así pues, psicólogos, profesionales de la salud y docentes coinciden en que hay que hacer todos los esfuerzos posibles para retrasar --o, idealmente, evitar-- el cierre de los centros educativos. En opinión de Peiró, “tendría que haber un flujo de transmisión muy claro en los colegios e institutos para cerrarlos, pues aportan muchos beneficios a los alumnos”. Ahora mismo, tal riesgo “no existe”, en sus palabras.
¿Pero qué más queda por restringir? Ojeda señala el trabajo presencial como uno de los frentes que deberían atacarse antes de poner la mano sobre los centros educativos. “El tema del teletrabajo se ha tratado muy poco durante la segunda ola y es algo que condiciona sobremanera el contacto social”, lamenta. En su opinión, exigir a las empresas que todo aquel que pueda trabajar desde casa no salga de su domicilio sería una forma eficaz de reducir la transmisión. “Estamos en contacto con mucha gente a lo largo del día y no nos damos cuenta: en el transporte público, en el bar donde pides el café para llevar, en el ascensor de la oficina…”, subraya. No obstante, Ojeda alerta de que las ayudas sociales no deben olvidarse. “Favorecer que un trabajador con síntomas de Covid-19 pueda quedarse en casa sin miedo a no cobrar o perder el trabajo es primordial para el cumplimiento de las cuarentenas”, asevera.
Lo que está por llegar
En los próximos meses tendrá lugar otro gran debate en el entorno escolar: la ventilación. Pese a que este concepto ha ido ganando peso como una de las maneras más eficaces de prevenir contagios dentro de las aulas, la bajada de las temperaturas va a condicionar su puesta en marcha. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) publicó hace unos días un informe que detallaba las estrategias a implementar para garantizar una buena ventilación en los colegios. “En el caso de que la actividad tenga que ser interior, es preferible en aulas con ventilación natural, especialmente ventilación cruzada, con ventanas y puertas abiertas en lados opuestos”, reza el manual. De no poder cumplir este requisito, los expertos recomiendan “equipos extractores o impulsores individuales”.
“Ahora mismo no tenemos ningún tipo de indicaciones sobre cómo se va a solucionar el tema de la ventilación”, asevera Esperabé, quien hace hincapié en que, con el avance del otoño, mantener las ventanas abiertas no será una opción, al menos durante todo el día. “Lo que vemos son contradicciones constantes dentro del Govern. Crean preocupación entre padres y docentes que podría evitarse”, afea la portavoz de CCOO, quien reclama que “todos hemos de ir a una ante este momento tan difícil” y poner por delante a aquellos más vulnerables, como los niños.