¿Barcelona limpia de narcopisos? Ni de lejos. Los apartamentos de la heroína y la cocaína se han reubicado en el barrio fronterizo del Besós, junto a Sant Adrià (Barcelona), tras el limpiado policial que hicieron los Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana del casco antiguo el pasado 29 de noviembre.
En rueda de prensa, la cúpula de la Guardia Urbana y la concejal de Ciutat Vella, Gala Pin, anunciaron el pasado 10 de diciembre que la ciudad había reducido de 70 a 20 el número de narcopisos desde agosto de 2017. Lo que ocultó --o no vio importante explicar-- la concejal Pin es que los supermercados de la droga no se han desvanecido, sino que se han movido a otras zonas de la ciudad. La que presenta una mayor afluencia en estos momentos es el barrio del Besós. En otras palabras: Gala Pin se sacudió la crisis de los narcopisos en el Raval y el Gótico para pasársela a otro compañero de coalición: Josep Maria Montaner, concejal del distrito de Sant Martí.
"Ocho jeringuillas en un día"
Lo explica el presidente de la Asociación de Vecinos Besòs, Francisco Abad. El activista informa de que trasladó este nuevo problema a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en una reunión vecinal el pasado 10 de diciembre. Poco o nada ha cambiado desde entonces. "Tenemos más yonquis que nunca que vienen a pincharse. Tenemos adictos que hacen rondas compartiendo jeringuilla. Encontramos hasta ocho jeringuillas en un día. Yo mismo he notificado hasta seis narcopisos a la Guardia Urbana", indica Abad. Según el vecino, el problema ya existía, pero se agudizó tras la macrooperación contra la droga en el Raval y otros barrios de Ciutat Vella de finales de octubre. "Simplemente cambiaron de barrio y vinieron aquí. Tenemos uno que reparte droga con la excusa de la comida a domicilio. Toda la escalera huele a fritanga, pues no tiene salida de humos y, mucho menos, licencia", lamenta.
Vista del CAP Besòs, donde se han desplazado muchos de los yonquis del Raval / CG
Su compañero Ramon Tur, responsable de vocalía Salud y Seguridad de la Asociación de Vecinos Maresme, corrobora la versión. "Es evidente que ha habido un efecto desplazamiento de los pisos de la droga. Un problema que antes era minoritario, pero que ahora se ha agigantado, pues se concentran en torno al centro de atención primaria (CAP) Besòs y da mucho respeto pasar por determinadas zonas", relata. "Hay un problema de jeringuillas, pero también de criminalidad derivada del consumo de drogas: hurtos, robos, etc", añade. El propio Tur trasladará el problema a la Guardia Urbana y a los Mossos d'Esquadra el próximo 8 de enero, en una reunión, y el día 10 de enero, en una mesa con responsables del distrito.
Reubicación de efectivos
Desde los sindicatos de la Guardia Urbana confirman que desde la macrooperación del 29 de octubre y del refuerzo policial de Mossos d'Esquadra pactado entre Colau y el consejero de Interior, Miquel Buch, hay barrios que están notando una merma de efectivos notable. "En lugar de ampliar plantilla como se debería haber hecho, la alcaldesa de Barcelona ha enviado a efectivos de otros distritos al casco antiguo de la ciudad. Ello, claro, provoca que en las zonas de origen haya menos patrullas. Es todo un montaje para evitar acumular más horas extra", explica Eugenio Zambrano, secretario de Administración Pública del CSIF. "Al no querer revisar los presupuestos y las partidas para seguridad, Barcelona en Comú (BComú) ha comprometido la seguridad en unas partes de la ciudad para evitar el colapso en otras", ha remachado el efectivo.
Cabe recordar que el Departamento catalán de Interior y el Ayuntamiento de Barcelona pactaron un refuerzo de la seguridad en la almendra central de Barcelona, la más azotada por el problema de los narcopisos y el incivismo. La operativa arrancó el pasado 1 de noviembre. Antes, no obstante, Mossos d'Esquadra y Guardia Urbana asestaron un mazazo a los clanes de la droga dominicanos en Ciutat Vella el pasado 29 de octubre, que acabó con 55 detenidos y 18 personas en prisión provisional. Ello movió los supermercados de la droga a los barrios colindantes, como Poble-Sec o el Eixample, pero la presión policial siguió. Por este motivo, la droga se ha desplazado ahora al Besòs, la zona eternamente olvidada de Barcelona.