A la espera de la declaración de guerra de la Gran Bretaña, El Objetivo de Ana Pastor en La Sexta se encasquilla en el hashtag #objetivoPisoGratis del director general de Tráfico, Gregorio Serrano. El ministro Zoido está en el punto de mira. El piso existe, es de la Guardia Civil y se iba a reformar por 50.000 euros. Si desde la Administración del Estado a los consejos comarcales sacaran al mercado sus viviendas vacías habría hasta para que los desahuciados del síndrome los pisos nunca bajan de precio tuvieran segunda residencia.
La fiscalía investiga a los proveedores del Servei d'Intel.ligència y la Hisenda propia de la república catalana; el Tribunal Constitucional suspende los presupuestos del referéndum; el canciller Dastis se abre a que Escocia se quede en la Unión Europea tras el Brexit; y Boris Johnson, ministro británico de Exteriores, ahí es nada el cocomocho rubio, toca tambores de guerra por Gibraltar. Y que el temazo de El Objetivo sea una trapacería para trincar un piso en Madrid del manda de los radares no puede tener más sentido que el de bucólico preludio del fin del mundo. Material informativo de relleno a la espera de la última hora.
El impacto del meteorito Procés es inminente y la hipótesis de un perejil con los ingleses daría para otro Salvados en el Peñón o un Al Rojo Vivo en las Malvinas. Pero la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, a quien se imputa la política de comunicación del Gobierno, para, templa y manda en los medios. Se acumulan indicios sobre grandes catástrofes y en televisión no dicen nada. Sólo lo del piso del de los radares. Se siente por Zoido, pero que no se queje porque cuando su antecesor se hablaba de las cloacas del Estado y ahora de cuánto cuesta reformar un baño. No es lo mismo.
El día del anuncio de los 4.200 millones para trenes, la vicepresidenta fue al programa de Cuní y estuvo bien. Se notó en que sacó de quicio a Pilar Rahola, quien a la hora de comentar la entrevista a toro pasado puso a la regenta de Rajoy a caer de un burro en su línea de natural y espontánea indignación no exenta de denuestos, rayos y centellas. Intensa que es y que las cámaras la adoran. Visto el éxito de Restaurante Indiscreto, Top Chef, Pesadilla en la cocina y el arguiñanismo en general, en TV3 le deberían proponer un programa tipo Les paelles de la Rahola, un día con Trapero, al otro con Laporta. ¿Qué? Está a huevo.