Parece la Toscana, pero está en Cataluña, el precioso rincón de Girona que muchos desconocen: "Pueblos llenos de encanto medieval"

Las comparaciones son odiosas, pero todo el mundo sabe que acaba cayendo en ellas cuando viaja. Los hay que piensan que "como en España, en ningún lado" y luego está la gente viajada que empieza a relacionar partes del mundo con su tierra.

Así, es más que habitual escuchar que alguien habla de la Pisa catalana, la Venecia catalana y, obviamente, no falta la Toscana catalana. Esta región de Italia, tan icónica, tiene hasta una película con su nombre, Bajo es sol de la Toscana. ¿Pero y si les dijéramos que esta película podría pasar también en Cataluña?

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La comunidad autónoma tiene región que, por sus paisajes y sus bellos municipios, es comparada con esta región italiana. Se encuentra en la provincia de Girona, en una zona tan turística como exclusiva como la Costa Brava. Y, a pesar de todo, destaca por su historia y por sus pequeños municipios.

Los comentarios en plataformas de viajes y redes sociales subrayan que la zona está repleta de "pueblos llenos de encanto medieval", “custodiados por murallas, torres y fortalezas que emergen entre viñedos, descubrirlos es retroceder en el tiempo al Medievo”, como dice ¡Hola!. A ello se le suman los que hacen referencia a su “deslumbrante entorno natural”, su “pausado estilo de vida” y su gastronomía.

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Una ruta por la Toscana catalana

Esta zona de Girona está bañada por el Mediterráneo, guarda alguna de las calas más increíbles de Cataluña y, además, unos paisajes que nada tienen que envidiar a los de la Toscana original. Solo hace falta echar un vistazo a las colinas cubiertas de viñedos y olivares o los campos dorados salpicados de cipreses y los pintorescos pueblos de piedra.

Con estos ingredientes, se cocina una ruta que lleva a los visitantes a través de una serie de encantadores pueblos que parecen salidos de otra época, de otro país. En cambio, no hace falta salir de nuestras fronteras, mejor acercarse al histórico Pals, continuar por el plató de película que es Palau Sator, y pasar por uno de los vértices del Triángulo Daliniano. Cada parada en este recorrido ofrece una experiencia única.

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Primera parada: Pals

Para empezar, sobre todo en verano, mejor ir a la playa. Darse un chapuzón en Pals, pasear por el Camí de ronda y acercarse a sus calas, antes de ir hacia al interior, hacia el pueblo en cuestión.

El municipio, que conserva perfectamente, esconde un trazado de callejuelas empedradas que conducen a un castillo. Desde la Torre de las Horas, construida entre los siglos XI-XIII, uno continuo hasta el mirador de Josep Pla se disfruta de unas vistas fabulosas que llegan hasta las playas.

Palau-sator TURISME CATALUNYA

Inspiración para Dalí: Púbol

Mucho más pequeño, pero con un toque mucho más artístico, es el siguiente municipio, Púbol. Además, tiene una historia de lo más surrealista.

En esta localidad converge uno de los puntos del llamado triángulo daliniano. La aldea merece un paseo por su coqueto entramado, donde se encuentra el Castillo de Púbol, el que regaló el pintor Dalí a su amada Gala.

Un desconocido medieval: Gualta

De allí se puede seguir a Gualta, el pueblo menos conocido de los mencionados. En cambio, atesora otra de las imágenes icónicas del Baix Empordà: el puente románico sobre el río Daró.

Esta construcción data del siglo XVI y su pavimento exhibe ciertas marcas que se corresponden con las ruedas de los carros que antaño lo cruzaban a diario transportando mercancías y rebaños. 

Campo de Gualta TURISME CATALUNYA

La guinda del pastel

En Ullastret destaca un conjunto arqueológico que permite conocer de primera mano el impacto de la cultura ibérica en la zona nordeste de Cataluña.

Otra grata sorpresa es Palau Sator, un pueblo amurallado y con calles circulares que giran en torno a la plaza del castillo. Compite en encanto con Monells y su magnífica plaza porticada, pueblo que goza desde hace unos años de una sorprendente fama: la que le otorgó ser el escenario de la película Ocho apellidos catalanes.

Cómo llegar

Si bien es recomendable ir los meses de invierno para tener la máxima calma y la soledad, la Toscana catalana ofrece su encanto durante todo el año. En verano, la comarca cobra vida con festivales locales y actividades al aire libre, mientras que en primavera y otoño, los colores cambiantes del paisaje hacen que cada visita sea única.

Además, la conveniencia de su ubicación, a solo una hora y media de Barcelona y a 45 minutos de Girona, la convierte en un destino accesible para todos los viajeros que buscan una escapada cultural y pintoresca.