Imagen tomada de la señal institucional de Tribunal Supremo, vista general de la sala durante la declaración de Mercé Alegre / EFE

Imagen tomada de la señal institucional de Tribunal Supremo, vista general de la sala durante la declaración de Mercé Alegre / EFE

Política

Los testigos de Jordi Sànchez alegan que votar "es la esencia de la democracia"

Los testimonios propuestos por la defensa aseguran que la única tensión el 1-O la provocaron los agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional

7 mayo, 2019 14:40

El juicio por la celebración del 1-O alcanza su cuadragésima jornada y, durante la sesión, se suceden, uno tras otro, los testigos propuestos por la defensa de los exconsejeros Jordi Turull y Josep Rull y el expresidente de la ANC Jordi Sànchez. Entre ellos, Joan Porras, más conocido como Joan Bonanit, quien cada noche daba las buenas noches, micrófono en mano, desde el exterior de la prisión de Lledoners a los acusados del procés encarcelados en ella. El joven, que siempre ocultaba su rostro en las fotografías, se ha dejado ver por primera vez a su entrada en el salón de plenos del Tribunal Supremo.

Junto a él han comparecido otros votantes del 1-O que, ataviados algunos con lazos amarillos, se han asido a un mismo relato, el del clima de violencia generado no por ellos sino por los agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional que intervinieron durante la jornada, contradiciendo de este modo la tesis manejada por la Fiscalía. Durante los interrogatorios, los representantes del ministerio público Consuelo Madrigal y Fidel Cadena buscan entre los testigos elementos de carácter irregular por parte de los organizadores del referéndum. Quieren saber si los ciudadanos eran conscientes de la ilegalidad de la consulta y cómo sabían a qué colegio debían ir a votar.

Convicciones ideológicas

Sin embargo, todos ellos se aferran a un mismo relato e intentan filtrar entre sus respuestas sus convicciones ideológicas: “Sabía que [el referéndum] estaba anulado pero votar es la esencia de la democracia; si un referéndum no está prohibido, me gustaría saber por qué este sí”, proclama una de las declarantes, quien acudió a votar a la Escola Castell de Dosrius, de Barcelona, y quien se ha librado de las habituales amonestaciones del presidente del tribunal, Manuel Marchena, cuando un testigo se excede en sus declaraciones. “No me imaginaba que a un pueblo como Dosrius, que es pequeño, pudiera venir la Guardia Civil”, ha apostillado la mujer.

También el propio Joan Porras, quien votó en el instituto Pius Quer de Manresa, ha espetado que “si votar es delito”, deberían “estar siendo juzgados aquí dos millones de catalanes”. E irónicamente a preguntas de uno de los letrados de Vox, que quería saber si es socio de Òmnium, ha contestado: “Sí, de Òmnium, del FC Barcelona y de la Penya Blaugrana de Manresa”.

Quien en esta ocasión sí ha sido abroncada por el magistrado ha sido la abogada del Estado Rosa Seoane quien, ante las valoraciones que emiten los declarantes, interrumpe a uno de ellos y Marchena intercede por él: “Lo que trato de impedir es que responda cosas que no se le han preguntado”, se justifica la letrada. Tampoco le permite preguntar sobre el papel en los hechos del alcalde de Dosrius, donde votó: “Lo que sabía el alcalde no se lo puede preguntar a la testigo”, asevera el magistrado.

“Nos pasaron por encima”

Sí ha llegado a manifestar que cuando llegó el Instituto Armado, el primer edil se adelantó para hablar con los efectivos del cuerpo y solicitar la orden judicial con la que accedieron al centro, pero no llegó a hacerlo puesto que “le engulleron”: “Nos pasaron por encima y empezaron a repartirnos”. “Nos dieron con las porras, con los escudos, con todo…”. La misma declarante, al comenzar a ser interpelada por el abogado de Vox, Javier Ortega-Smith, ha precisado que únicamente le respondería “por imperativo legal”.

Otro de los testigos de la mañana, quien estuvo presente en el Casal de les Cotxeres de Dosrius, ha recordado a los agentes de la Guardia Civil “empujando a la gente contra la pared del colegio electoral” y a su mujer “cogiéndole y tirándole del brazo”. Asegura, tajante, que también vio en el suelo a “una chica con muletas”. “Cuando fui a ayudarla, uno de los guardias civiles me cogió por la camiseta, tiró fuerte y se quedó con la camiseta en las manos, me la rompió. Mientras me sujetaba por el brazo, un compañero, con la porra, me golpeó en la cabeza y me dio una patada en la pantorrilla”.