El juez Lluís Pascual Estevill en una imagen de archivo / CEDIDA

El juez Lluís Pascual Estevill en una imagen de archivo / CEDIDA

Política

Luis Pascual Estevill, ¿el juez?

El magistrado traicionaba a los que habían sido sus clientes y los encarcelaba para que algunos abogados (en plural) de Barcelona le hicieran de cajeros

2 septiembre, 2022 13:32

Conocí al recién fallecido Luis Pascual Estevill cuando era titular del Juzgado de Instrucción nº 26 de Barcelona. Un asunto de oficio en el que a mi defendido se le acusaba de cómplice en un robo. El chico era de piel mulata, y en la rueda de reconocimiento Su Señoría Estevill se empeñaba en hacerla rodeado de chicos blancos y a, poder ser, rubios. Aún siendo novato, el que suscribe las impugnaba y acusaba al juez de racista. Evidentemente, no me gané las simpatías del personaje.

Con los años, Estevill adquirió notoriedad como azote de empresarios supuestamente herejes, estafadores, falsificadores y delincuentes en general. Es como si se hubiera olvidado de cuando él era quien, como abogado, defendía a esos mismos empresarios y que era él quien pergeñaba muchas de las estrategias para que sus propios clientes y futuras víctimas pagaran menos a Hacienda. Absolutamente toda la prensa salvo dos periodistas muy concretos, babeaban con él. Lo adoraban como un semidios sin querer ver lo que algunos ya sabíamos y advertíamos: que estaba traicionando a los que habían sido sus clientes y que los encarcelaba para que algunos abogados (en plural) de Barcelona hicieran de cajeros del propio juez. Con los conocimientos adquiridos del modus operandi de sus propios clientes, les abría procedimiento penal para decretarles prisión provisional y “ablandarlos”, como decía el propio Estevill. Luego venían los abogados a defender a esos clientes.

Lluís Pasqual Estevill (1994-1996)

Lluís Pasqual Estevill (1994-1996)

Normalmente eran vacas sagradas del foro catalán (togas de oro) a los que Su Señoría les exponía la única fórmula para librarse de prisión y del procedimiento: pagar el soborno. Algunos letrados se negaban y otros pocos entraron en el juego, especialmente uno. Tanto le gustó el sistema a ese abogado que al final era el propio letrado quien le servía en bandeja la cabeza de sus propios clientes o hasta de personas de su entorno con acusaciones directamente falsas. Y para colmo, convencía a las víctimas con ese tono hipócritamente melifluo que le caracterizaba. Los tratos se cerraban en La Puñalada de Paseo de Gràcia o en el Botafumeiro de Gran de Gràcia. Incluso en el despacho de abogado del propio juez que jamás cerró.

Fue un grupo de empresarios, capitaneados por Enrique Marugán Giró y Pedro Olabarría Delclaux quienes iniciaron los procedimientos necesarios para investigar las cuentas de Suiza de Estevill, sus movimientos en Barcelona, quienes encontraron abogados fieles y valientes como Pep López y otros (yo mismo que tuve el “honor” de recibir una querella de Estevill que no prosperó) para iniciar y continuar un procedimiento duro, áspero y cargado de trabas. Fueron estas personas quienes se enfrentaron directamente al poder de la Generalitat para descabalgar a Estevill de su poltrona en el CGPJ defendido por CiU; quienes supieron encontrar posteriormente otras víctimas --Bertrán de Caralt (defendido por el maestro Miguel Muñoz), Eduardo Santos, etc.-- con agallas suficientes para apoyar la acusación y proceder contra Estevill, su cajero y sus cómplices.

Fueron ellos quienes pelearon y gastaron una fortuna en ese procedimiento. Al principio, yo mismo me entrevisté en Madrid durante tres horas con el Fiscal Especial contra la Corrupción, Carlos Jiménez Villarejo para convencerle con pruebas de las maldades de esos golfos. Ni se lo creía ni quería iniciar la investigación. Su incredulidad y cobardía me obligaron a presentar la querella en esa misma Fiscalía para que ésta se tuviera que manifestar oficialmente. Cosa que, afortunadamente y dada la entonces existente independencia de Fiscalía, sí que hizo. Y encima tuvo el acierto de nombrar a un gran profesional y mejor persona como Fiscal especial para el caso: Carlos Ramos.

Gracias a esas personas se pudo acabar con una pequeña pústula de esa peste que es la podredumbre catalana.

En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza.” Ramón María del Valle Inclán

A Félix Martínez, in memoriam