La frustración se apodera de dos de cada tres independentistas
Las vicisitudes del 'procés', entre ellas la causa judicial sobre el 1-O, han rebajado las expectativas de los secesionistas, según un estudio del Institut de Ciències Polítiques i Socials de la UAB
12 octubre, 2019 21:00“Las vicisitudes del procés y las dificultades en la consecución de la independencia han conducido a una rebaja de las expectativas”. Así lo aseguran los autores de un informe publicado por el Institut de Ciències Polítiques i Socials (ICPS) de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), según el cual, solo un 36% de los secesionistas creen que la ruptura con España se hará realidad.
El estudio ha sido elaborado por los investigadores Lucía Medina, Ferran Quintanilla y Jordi Mariné, quienes han analizado los posicionamientos de la ciudadanía respecto del proceso soberanista y la independencia de Cataluña a partir de datos de encuestas, así como las preferencias y expectativas. El informe está incluido en el Anuari Polític de Catalunya 2018 que anualmente publica el ICPS y sistematiza la información más relevante de los hechos acaecidos en la vida política catalana durante 2018, nuevamente marcada por el conflicto político en relación a la cuestión independentista.
Así, de 2015 a 2018, entre un 40% y un 46% de la población declaraba que creía que el procés acabaría con un acuerdo con España, mientras que el volumen de personas que pensaba que se conseguiría la independencia se ha movido en torno a un 16%, aunque "tendiendo a la baja".
Más autogobierno
Asimismo, la percepción de las dificultades en el camino hacia la independencia se hace evidente “cuando se compara el deseo con lo que se cree que pasará: de las personas que querrían que el procés acabara en la independencia, solo un 36% piensa que es precisamente eso lo que sucederá, mientras que la mayoría considera más plausible que el conflicto se resuelva con un entendimiento con España que pasa por más autogobierno para Cataluña”.
Los autores del informe constatan la polarización social y política alrededor de este tema, así como el carácter aparentemente homogéneo de los bloques independentista y unionista. Así, según el análisis de los profesores, desde 2008, el independentismo se abrió camino de forma progresiva entre la opinión pública catalana. Consideran como punto de inflexión “el giro en la oferta electoral” de CiU en 2012, favorable a un referéndum, lo que “contribuyó a situar la independencia en la primera línea del conflicto político”.
Situación de empate en 2018
Progresivamente ha aumentado la adhesión a la idea de una Cataluña independiente hasta llegar a una situación de empate. En el otoño de 2018, un año después del referéndum, los partidarios de la independencia representaban el 46,1% y las personas contrarias, un 46,2%. Las recientes encuestas del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat indican que la opción unionista ha aumentado durante 2019 hasta consolidarse como preferencia.
El debate territorial, añaden los investigadores, “se dispara entre las preocupaciones de la ciudadanía en paralelo a los hechos del mes de octubre de 2017, con la celebración del referéndum del 1-O, la declaración de independencia y la aplicación del artículo 155 de la Constitución, pero después de este pico, la inquietud disminuye y se dispara la crítica a los políticos y la política en general”. En este sentido, la intranquilidad por el paro y la precariedad laboral siempre ha sido mayor entre los unionistas, y las relaciones entre Cataluña y España han tendido a inquietar más a los partidarios de la independencia”.
Retrato robot
El informe incluye un retrato robot de los independentistas y unionistas. Así, según la información del Sondeo de Opinión Cataluña del ICPS, el perfil del independentista es el de una persona que vive en municipios de menos de 50.000 habitantes, nacido en Cataluña y con un progenitor nativo como mínimo. Suele utilizar el catalán como lengua habitual en casa, se considera de izquierdas y tiene estudios (el 31% ha ido a la universidad). La mayoría son profesionales, técnicos o directivos, o de la clase de trabajadores no manuales. Y están poco satisfechos con el funcionamiento de la democracia.