Hace mucho tiempo ya que nuestro país tiene que estar altamente preocupado, aunque no lo parece a la vista de las tímidas o nulas reacciones de la sociedad por el conflicto catalán. Los anuncios a los cuatro vientos que los golpistas tras los indultos han difundido, con la idea de que lo volverán a hacer, llegan mientras el Presidente Sánchez ha estado de vacaciones en el Palacio de la Moncloa. Lo que se aproxima es la mesa negociadora, que es una merienda de negros, pues allí parece que se sientan los más tontos de la clase y no se sabe realmente quién está al mando y al timón de España.
Nos estamos creyendo las falsas discrepancias entre la banda que nos gobierna en Cataluña y concretamente en Barcelona, sobre la inversión en el aeropuerto de El Prat y mientras nos están colando una inversión en infraestructuras del estado milmillonaria para convertir puerto y aeropuerto en un nudo internacional básico de comunicaciones. Es de suponer que alguien debería reparar que a la vez que desangran al país en su beneficio ya están pidiendo la gestión y control de los mismos con competencias exclusivas. ¿Eso no son estructuras básicas de Estado?
O somos idiotas o no puedo entender cómo consentimos esta burla y abierta mofa en nuestras narices permitiendo que se mantengan en el gobierno de la nación arribistas, chupópteros e ineptos a los que les importa un bledo el progreso general más que el suyo propio, unos del sueldo y complementos, otros de los lujos del poder, otros de las reverencias y loores y otros del Falcon, palacetes de verano del Patrimonio Nacional y alfombras rojas donde pasear el palmito y hacer los grandes ridículos.
Cometimos errores garrafales señores ex presidentes del gobierno en ceder competencias básicas como cuerpos y policías armadas, educación, política lingüística, sanidad, gestión de impuestos y no sé cuántas cosas más. La capacidad política y de gestión de los presidentes de gobierno presenta un notable sentido descendente en el tiempo con el desastre de Zapatero, el diletante e inmóvil Rajoy y, para colmo ahora nos toca el peor de los malos posible al cual si se hubiera buscado en un bazar no lo hubiéramos encontrado.
Con todo ello la banda catalana intentó un golpe institucional, pero les faltó el músculo que ofrecen las estructuras de estado poderosas. La respuesta fue muy tímida como la de la ínclita Soraya, pero suficiente para frustrar el asalto, aunque ensanchando también la grieta de cualquier intento de convivencia y diálogo de la sociedad catalana. Cuatro años después esa diferencia es mayor y mayor también la lejanía social. Los dirigentes son cada vez peores, delirantes e irrelevantes, el pueblo cada vez les interesa menos y el poder político cada día más. Los golpistas han sido justamente juzgados, justamente condenados y encarcelados e injustamente indultados, pero la vida continúa aunque todo siga igual o peor.
Ya veremos cómo próximamente pedirán la gestión y control del puerto y aeropuerto de Barcelona, exigirán después la retirada de la Guarda Civil y control de fronteras, así como de la Policía Nacional del territorio catalán y con ello las estructuras de defensa, cuya retirada se exigirá después. Todo ello paso a paso como dijo el patán Sr. Rufián: Señor Sánchez. Denos tiempo.
Finalmente, después de las competencias en Sanidad ya piden con valentía la gestión y control de los MIR: Médicos Internos Residentes, con lo que dinamitan la excelencia y las calificaciones estatales para gestionarlas desde su propia aldea acabando todo ello en la tómbola de los títulos.
Queda meridianamente claro con todo ello que nos van llenando el saco competencial y apilando una sobre otra las estructuras más básicas de estado de ámbito y competencia nacional a costa de cesiones y concesiones de un pésimo gobierno, que solo pretende mantenerse en el poder a costa de lo que sea y mientras, la pobre España, nuestra patria, se va disolviendo como un azucarillo sin que la mayoría haga nada y los que con toda nuestra energía pretendemos hacer algo parecemos el mundo de los héroes solitarios cuya única satisfacción quizás sea el conjunto numeroso de palmaditas en la espalda que recibimos de los demás antes de girarse y seguir su camino.
No quiero pensar que nuestra situación sea irreversible porque ciertamente lo será con el poder de la nación, pero me estremece pensar cual será el costo para todos nosotros y para el país, siempre en el bien entendido y deseable procedimiento pacífico, porque el drama de la violencia sería catastrófico para todos. Todavía estamos a tiempo de reaccionar. Pues adelante. ¡Hagámoslo!