Una escuela de Blanes divide a los alumnos entre catalanes y castellano-españoles
El centro de primaria enumeraba a sus alumnos en función de la lengua utilizada y de su origen en un documento lingüístico que ha borrado en la web al difundirse en las redes
15 junio, 2019 00:00Un recuento de alumnos. Un documento que parte de la lengua utilizada y del origen de cada uno de ellos. Es la escuela de primaria Carles Faust de la localidad de Blanes (Barcelona), que ha provocado un enorme revuelo en las redes, tras un comentario del catedrático de la UB, Joan Francesc Pont. En el documento se enumeran las diferencias entre el alumnado: “Número de alumnos catalanes, 3; número de alumnos castellanos españoles, 157”.
El documento, sobre su política lingüística con esa enumeración es de hace unos años, pero se había mantenido en la web de la escuela. Al divulgarse, ha desaparecido en menos de 24 horas. El link fue recogido por los que quisieron denunciar esa relación de alumnos, pero ya no se puede abrir.
Derechos fundamentales vulnerados
Joan Francesc Pont señala, en conversación con Crónica Global, que se ha tomado conciencia en los últimos años de una realidad que se conocía en el mundo educativo, pero que había pasado por alto. No es generalizable, pero esos casos tampoco son aislados. La difusión del documento la formalizaba de este modo: “En una escuela, este documento clasifica a los alumnos de la forma como se ve. A mi juicio, esta lista contraviene de forma grave los derechos fundamentales y las libertades civiles, porque no reconoce la existencia de una ciudadanía única”.
En esa relación se insiste en diferenciar por criterios de lengua y de origen. Así, se señala que hay 34 alumnos “castellanos latino-americanos”, 10 alumnos “africanos subsaharianos”, hasta 22 “alumnos marroquíes”, 13 “alumnos de la Europa del Este”, y 7 de “otros países”.
La explicación de Puntí
La cuestión central es que se identifica la lengua catalana con una supuesta ciudadanía catalana, y en ese caso sólo hay tres alumnos que cumplen esos requisitos. El grupo más numeroso corresponde a los “castellanos españoles”, con lo que se da rienda suelta a una identificación primigenia del nacionalismo catalán. En los años 70 y 80 era frecuente esa designación como “castellanos” a los catalanes que utilizaban la lengua castellana. El escritor Jordi Puntí lo reflejó en su libro, de 2011, Els castellans. Puntí mostraba el universo en su Manlleu natal de aquellos años, y quería constatar que con aquella designación, “los castellanos”, se hacía referencia a toda la población que había llegado desde otros pueblos de España. “Hoy día, en los pisos en los que vivían los castellanos viven otras personas. En cada balcón hay una parabólica, y mucha ropa tendida. Está previsto que algún día los derriben. Ahora la gente dice: los moros, los negros, los chinos. Miro hacia atrás, 30 años atrás, y pienso que el pasado funciona siempre como ensayo general del presente”, señalaba en el libro.
Ahora, en una escuela de Blanes, se repite la historia, al identificar la lengua castellana con una supuesta pertenencia a España, y el catalán con Cataluña, diferenciando comunidades.
La lengua como instrumento de identidad
En los medios extranjeros, lo que ha ocurrido con la identificación de la lengua se ha comenzado a explicar. Los propios dirigentes nacionalistas reproducen en las redes sociales, para criticarlo, lo que recogen algunos medios, como el Frankfurter Allgemeine que, en su suplemento cultural, señala, con el título de El lenguaje de los estúpidos que Cataluña “es un caso singular en Europa: los separatistas catalanes han aplicado la hegemonía de su lengua y han expulsado el español de los planes de estudio en las escuelas”.
El debate se ha reavivado después del incidente de la consejera de Presidencia y portavoz del Gobierno catalán, Meritxell Budó, que se negó a contestar preguntas en castellano de los periodistas tras el Consell Executiu del Govern. La lengua vuelve a ser, 30 años después, un elemento de identidad, cuando todos los actores políticos en Cataluña habían considerado que eso estaba superado, con la idea de un sol poble.